Miércoles 21 de Abril de 2021

La Herencia Misionera

De este modo se distribuirá el Comercio por Itapúa (...) No habrá el monopolio de los Europeos y extraños que abarcando todo el Comercio no producen adelantamiento alguno a los hijos del País, que hasta aquí solo ha enriquecido a estraños”
Instrucciones del dictador Francia al subcomandante de Itapúa sobre el comercio por las Misiones, 22 de diciembre de 1831

Glosario

Arroba: antigua medida de peso. Equivalente a 11.500 kg, aunque esto variaba según la región donde era utilizada.
Bloqueo: acción de una fuerza marítima o terrestre destinada a impedir comunicaciones de cualquier tipo.
Trinchera: zanja hecha en un terreno, como posición defensiva o como límite de separación entre dos áreas.
Rinconada: ángulo que se forma a partir de la unión de caminos o cursos fluviales. Servía para contener el ganado en espacios limitados, en épocas en que no existían alambrados.
Postas: lugar de renovación de los animales de tiro y descanso de pasajeros de las diligencias comerciales, de correos o de militares.


Fotografía satelital de las localidades fronterizas de Santo Tomé en la Argentina y São Borja en Brasil, realizada por el Instituto Geográfico Militar. Se aprecia el puerto del Hormiguero, por donde eran embarcadas o desembarcadas las mercaderías transportadas por la ruta Itapúa-São Borja.

Los Mil Habitantes del Hormiguero

Francisco Rave, profesor del Colegio Nacional de Buenos Aires, realizó un minucioso informe sobre Misiones, en 1859. Constituye éste un excelente documento por la riqueza de sus descripciones. Aspectos históricos, geográficos y económicos acompañan su testimonio. En el capítulo sobre “Estado actual de los pueblos” menciona el abandono de los mismos, totalmente deshabitados. Refiriéndose a Santo Tomé dice que “los materiales como tejas, puertas y postes de urunday (...) han servido para la construcción de sus chozas a los habitantes del Hormiguero”, puerto que, según Rave poseía entonces “mil almas”. Este pasaje, un poco al sur de Santo Tomé, había sido el punto terminal de las exportaciones paraguayas por Misiones.


Félix de Aguirre, un Acomodaticio Personaje
El caos existente en Misiones en la década de 1820 posibilitó el ejercicio de la autoridad en el territorio de un mestizo correntino, don Félix de Aguirre, desde los inicios de 1822. Su autoridad era desconocida por los seis cabildos existentes entonces: San Miguel y Yatebú (Loreto), a orillas del Iberá, La Cruz y Yapeyú, en las márgenes del Uruguay y San Roquito y Asunción del Cambay, sobre el Miriñay. Había sido artiguista, en 1819 mientras cumplía funciones como comandante de Yaguareté Corá (Concepción). Su personalidad acomodaticia lo llevó luego a plegarse a Francisco Ramírez, como comandante de San Miguel. Desde allí ejerció cierta autoridad sobre los pueblos misioneros del sur. En abril de 1822, Aguirre trasladó su sede a San Roquito, apoyado por el nuevo caudillo del Litoral, Estanislao López.


Pedro I, Emperador del Brasil
Hijo de Juan VI de Portugal y Carlota Joaquina de Borbón, marchó al Brasil con su familia en 1807, durante la invasión napoleónica.
Fue el principal influyente de Juan VI para que firmase la Constitución Liberal del Brasil en 1821. Siendo Regente (su padre había regresado a Portugal), promovió la Independencia del Brasil el 7 de septiembre de 1822, en el hecho conocido como “el grito de Ipiranga”.
La desafortunada guerra contra la Argentina entre 1826 y 1827, y su tendencia autocrática, provocaron sublevaciones del pueblo brasileño en su contra. En 1831, debió abdicar en su hijo Pedro II.



Francia, el Dictador Paraguayo
José Gaspar Rodríguez de Francia era hijo de un militar brasileño y una aristócrata asunceña. Estudió en la Universidad de Córdoba, donde se doctoró en Teología. En 1790, regresó a Asunción, dedicándose al ejercicio del Derecho. En 1808 fue elegido Alcalde de Primer Voto del cabildo de Asunción. Opositor de Velasco, dirigió, junto con Juan Cavallero y Fulgencio Yegros, la revolución del 14 y 15 de mayo de 1811. En junio formó la Junta independiente con Yegros, Cavallero, de la Mora y Bogarín. En 1813 fue nombrado Cónsul, con total apoyo del campesinado y los hacendados paraguayos. En octubre de 1814 se lo designó Dictador Supremo por cinco años, eligiéndoselo a perpetuidad en 1816. Tuvo un poder absoluto. Él mismo dictaba las leyes, las hacía cumplir y ordenaba severos castigos a quienes no lo hacían. Aisló al Paraguay, planificando una economía proteccionista y de rigurosa austeridad. Fue el promotor del comercio con el Brasil por las Misiones.

El Tratado del Cuadrilátero
Con la finalidad de afianzar la paz y unión, los representantes de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes, se reunieron en la ciudad de Santa Fe donde firmaron el Tratado del Cuadrilátero, el 25 de enero de 1822. Las provincias firmantes se comprometieron allí a auxiliarse mutuamente y a defenderse frente a cualquier invasor extranjero. Eran épocas políticas difíciles y las alianzas de ayuda mutua proveían a conservar las autonomías provinciales. En ese aspecto, Corrientes y Misiones fueron reconocidas mediante este tratado como provincias independientes, después de haber perdido ese carácter durante la República Entrerriana. Este documento dio tambien carácter legal a la débil autoridad de Félix de Aguirre en Misiones.


La Provincia Cisplatina
El actual territorio de la República Oriental del Uruguay fue denominado “Provincia Cisplatina” desde 1821 a 1825, cuando fue anexada al Imperio del Brasil. La acción independentista de los 
“33 Orientales” provocó la guerra entre la Argentina y el Brasil.

Misiones, la ruta comercial del Paraguay

La creación del Virreinato del Río de la Plata había brindado enormes esperanzas de desarrollo económico al Paraguay a través del comercio ultramarino, usando la vía del Paraná. El tabaco y otros productos regionales podrían ser exportados a gran escala a partir de la implementación del libre comercio y de ese modo, esta pequeña provincia virreinal tendría la posibilidad de evolucionar a la par de sus hermanas del sur de la cuenca del Plata. 
Pero la declaración de la independencia argentina frenó todo optimismo en ese aspecto.


 Plano de la Trinchera, trazado por el brasileño Manuel Borges. Este
 personaje, que habitaba el espacio misionero en el campo San Juan,
 era un conocido criador de mulas que destinaba a los comerciantes y
 yerbateros que ingresaban a las Misiones septentrionales.
 Simultáneamente actuó como informante de los aliados durante la
 guerra de la Triple Alianza. En esas circunstancias realiza el plano de
 la Trinchera.

La no adhesión del Paraguay a la Revolución de Mayo y su consecuente independencia bastaron para que el río Paraná le fuera paulatinamente vedado a ese país para cualquier actividad comercial. No obstante ello, hasta 1816, al no estar clara aún la actitud paraguaya frente a Buenos Aires y todavía latente la esperanza porteña de incorporar aquel estado al resto de las Provincias Unidas, el Paraguay pudo seguir usando casi normalmente la vía del Paraná. Así, ese año el comercio paraguayo logró colocar 300.000 arrobas de yerba en Buenos Aires, lo que constituyó la máxima cifra de exportaciones de aquel estado hasta entonces. Pero, desde allí, y coincidentemente con las luchas civiles rioplatenses, las exportaciones comenzaron a descender abruptamente. El siguiente cuadro, con estadísticas en pesos de las exportaciones es elocuente al respecto.

Exportaciones del Paraguay en Pesos

1816 391.233
1818 291.564
1819 191.852
1820 57.498

Esta declinación comercial fue trascendente en relación a los acontecimientos que se sucedieron con posterioridad en la región altoplatina. La intransigencia del dictador Francia respecto de la independencia de su país y el castigo porteño del bloqueo a los productos paraguayos en el Paraná destruyeron el mayor recurso económico del Paraguay. A partir de entonces, este país debió reorientar su economía hacia la subsistencia con sus propios recursos productivos. Algunos productores yerbateros, por ejemplo, debieron transformarse en agricultores, para poder sobrevivir.

El puerto de Pilar de Ñeembucú
El primer intento de solución del dictador Francia para la crisis de su comercio, fue el de poner en condiciones el pueblo de Pilar de Ñeembucú para, desde allí, trasladar los productos a Asunción. Esta aldea portuaria había sido fundada por correntinos a fines del siglo XVIII, pasando a principios de 1800 a soberanía paraguaya, después de serios reclamos jurisdiccionales. En 1790 albergaba unos 2000 habitantes. 
Hacia 1820, una veintena de barcos habían remontado el Paraná trasladando mercaderías hasta Pilar, retornando con cargas de yerba y tabaco. Entre 1822 y 1827, Francia reorganizó el pueblo, pero no pudo evitar la actividad mercantil ilegal, el contrabando, por la ausencia de una aduana en el lugar. El puerto tuvo muy escasa actividad hasta la década de 1840 cuando, como consecuencia de los pactos del Paraguay con Corrientes, se transformó en principal centro del comercio regional.
El bloqueo del Paraná, hizo pensar entonces a Francia en la alternativa del Uruguay, a través del territorio misionero.

Creación de la ruta comercial Itapúa-São Borja
Las incursiones de las tropas paraguayas en Candelaria –relatadas con anterioridad– en 1821, tuvieron como objetivo el desalojo de todos los habitantes que estuviesen poblando el área desde el Paraná, Miriñay hasta el Aguapey y su desembocadura en el Uruguay. Tierras que el Paraguay consideraba propias a partir del pacto entre Belgrano y Cabañas. Las órdenes de Francia habían sido terminantes en ese sentido. Como consecuencia de ello, el subcomandante Ortellado, de Itapúa, con un ejército de medio millar de hombres destruyó los ya arruinados pueblos sobre el Paraná e incluso algunos del Uruguay, como Apóstoles, Concepción y Santa María. Las familias de guaraníes que habitaban aquellos lugares huyeron hacia el sur, manteniéndose errantes por un tiempo y afincándose luego en los pueblos-refugios que se fundaron a orillas del Miriñay, como San Roquito, Asunción del Cambay, Loreto y San Miguel.
Una vez asegurado Francia de la desolación de la región, comenzó a planificar la organización de su comercio exterior por la ruta de las Misiones hacia Rio Grande do Sul. El punto más cercano en aquel estado era el pueblo guaranítico de São Borja. 
El Brasil, a partir de su independencia y la proclamación de Pedro I, buscó afanosamente un entendimiento con el Paraguay, en las disputas de este estado con Buenos Aires. Una alianza entre ambos anularía todo intento de unidad de las provincias de la cuenca rioplatense. Así, el 1° de febrero de 1823, el subcomandante de las Misiones Orientales, coronel José Pedro César solicitó a Francia, mediante el subcomandante Ortellado “franqueza y libertad de comercio con los puertos paraguayos”. La respuesta del dictador no se hizo esperar. En mayo de 1823, prometía que comerciantes paraguayos irían hasta Santo Tomé transportando azúcar, sal, yerba, miel y tabaco “para cambiarlos por otros géneros”.
Para asegurar ese comercio, Francia decidió refuncionalizar la antigua zanja o trinchera jesuítica existente en la península que forma el Paraná frente a Itapúa. Ese sitio, coincidente con la actual localización de Posadas, había adquirido singular valor como área de retención del ganado destinado al abastecimiento de carne de los pueblos jesuíticos de la orilla derecha del río. Desde inicios del siglo XVIII, el ganado llegaba al lugar procedente de las estancias y vaquerías al oriente del río Uruguay. Para contener ese ganado, que esperaba el cruce del río, se había excavado una trinchera o zanja semicircular que cerraba una amplia rinconada, de manera que el ganado quedaba encerrado entre la zanja y la costa del río. A la misma, Francia le adicionó una muralla en el sector interno, que seguía paralelamente el mismo recorrido de la zanja. La obra fue contruida íntegramente en piedra. En los tramos cercanos al portón de acceso a la rinconada se utilizaron piedras labradas procedentes probablemente de las ruinas de Candelaria. En los tramos secundarios se utilizaron piedras en bruto, disminuyendo en su curso al río la altura de la muralla. El sector comprendido entre la trinchera, la muralla y el río recibió el nombre de “Rinconada de San José”. La trinchera en cambio era designada como “Trinchera de los Paraguayos”. Según Martín de Moussy, en su Descripción de la Confederación Argentina, la muralla tenía un carácter defensivo y ocupaba una extensión de 1.200 metros, con una altura de 2 metros.
Paralelamente, Francia construyó otro fuerte, en la Tranquera de Loreto, 15 leguas al oeste de Itapúa, en la margen izquierda del Paraná, sobre los saltos del Apipé. Existe allí una pequeña franja de tierra, que, cual puente natural, sobresale entre el espejo lacustre del Iberá y el río Paraná. Sin dudas era un sitio estratégico importantísimo, porque controlaba el acceso desde el sur de la provincia de Corrientes.
Tanto la Trinchera de San José, como la Tranquera de Loreto, no fueron simples destacamentos militares, sino que se construyeron ranchos alrededor de las mismas, que sirvieron, fundamentalmente en el primer caso, como reparos para los circunstanciales comerciantes brasileños. 
Los mercaderes que utilizaban la vía comercial por las Misiones, cruzaban el río Uruguay por el puerto Hormiguero, un poco al sur de Santo Tomé. En caravanas de carretas se dirigían por tierra hasta el Paraná. En Trinchera de San José, o, en algunos casos por el paso de Candelaria, dejaban sus carretas y pasaban a Itapúa sus mercaderías. En este punto, un receptor de aduanas revisaba los cajones y bultos y en un “memorial” dejaba constancia detallada de las mercaderías a ingresar. Estos memoriales eran despachados a Asunción, donde eran examinados personalmente por el dictador Francia, quien hacía las tasaciones y establecía los cánones que debían pagar los comerciantes. Mientras los memoriales cumplían su trámite, los comerciantes permanecían en Itapúa, alojándose en casas de la comunidad.
La ruta tenía además puntos intermedios como Santo Tomás, San Carlos, Vuelta del Ombú, San Alonso y Caázapá. Todos estos puestos constituían pequeños poblados, con los recursos necesarios para las necesidades fundamentales de los viajeros. Las caravanas eran protegidas por pequeñas partidas de militares, que las acompañaban a lo largo del trayecto. Desde São Borja, el comercio tomaba distintos destinos en territorio brasileño. Hacia la Banda Oriental, buscando el puerto de Montevideo, hacia Porto Alegre o hacia el interior de Rio Grande.
Paraguay se beneficiaba económica y políticamente con esta relación con el Brasil, pues, además de una salida para sus productos, era reconocido por el gran estado brasileño, como país independiente. Para asegurar ambos aspectos, en 1824 fue nombrado como agente comercial del Brasil en Asunción don Manuel Antonio Correia da Camara, influyente personaje del gabinete de Pedro I. Todo hacía pensar en el despegue del Paraguay, a partir del comercio por las Misiones. Pero la Guerra Cisplatina, iniciada en 1825, frenó ese impulso inicial por una década. Los paraguayos no se retiraron del área ocupada. Si bien el Paraguay se mantuvo neutral en el conflicto entre el Brasil y las Provincias Unidas, a principios de la guerra, 500 soldados paraguayos defendían el territorio de las Misiones del Norte, en el destacamento de Santa María, hacia donde había tomado rumbo la ruta comercial, en estas épocas de conflictos. El paso de Santa María, probablemente haya sido el lugar alternativo para el cruce hacia el pueblo de San Nicolás, nuevo punto terminal del comercio aludido.

Las reacciones de los misioneros del sur
La presencia paraguaya en la zona de la Tranquera de Loreto, límite con Corrientes –que siempre fue respetado por el Paraguay– y la construcción de establecimientos militares, ranchadas y postas, había provocado lógicas suspicacias en Félix de Aguirre, quien ejercía una aparente autoridad entre las familias errantes del sur misionero. En marzo de 1823 este mestizo correntino, ante la cercanía de tropas paraguayas, advertía que “existo Gefe a responder sobre los naturales reunidos que existen en Caacaray, Concepción, La Cruz y San Roquito fuera de la poblacion de San Miguel y Loreto, en donde resido (...) y dependo de los tratados solemnes del Congreso general de las Provincias Unidas de Paz, de cuya resolución soy aqui Comandante General”.
Algunos de los pueblos nombrados, como Caá Caray, San Miguel y Loreto estaban en las cercanías de la zona que Francia había fortalecido militarmente para custodiar la ruta comercial Itapúa-São Borja, por lo que el comandante Aguirre temía una invasión de tropas paraguayas a los mismos. La debilidad de las fuerzas misioneras para hacer frente a una posible invasión paraguaya motivó la preocupación de la provincia federalista de Entre Ríos, con la que Misiones firmó el 12 de mayo de 1823 el Tratado de San Miguel, de alianza ofensiva-defensiva. Si bien las intenciones entrerrianas fueron las de proteger una región descuidada de las Provincias Unidas, el gobierno correntino, que ya tenía la idea de ocupar el casi baldío espacio misionero, temió que el estado entrerriano, que poseía una gran porción de población guaraní-misionera en el área nordeste de esa provincia, tuviese semejantes objetivos geoestratégicos. Un tenso intercambio epistolar entre los gobernantes de ambas provincias evitó una confrontación en 1824 por el tema Misiones. La guerra con el Brasil y la necesidad de ayuda mutua entre las Provincias Unidas, retrasó la cuestión por unos años.

Las disputas entre Misiones y Corrientes 
La alianza con Entre Ríos y una parodia de congreso provincial realizado en San Miguel en abril de 1824, en donde se proclamaba gobernador de Misiones a Félix de Aguirre, reconocido por el Congreso General Constituyente, le habían dado a éste grandes ínfulas de poder. En los meses previos al inicio de la Guerra con el Brasil, Misiones era un territorio prácticamente despoblado, con sólo tres pueblos que sobrevivían al caos: San Miguel, Loreto y San Roquito. Los tres ya habían solicitado su anexión a Corrientes, pero Félix de Aguirre había logrado desbaratar ese intento. Necesitaba pueblos para gobernar. Las denuncias de robo de animales por parte de los ganaderos curuzucuateños se reiteraban permanentemente. Sin embargo, la situación política nacional era tan desconcertante que permitía y favorecía la autoridad de un gobernador prácticamente sin población para gobernar.


 Inmediaciones de la Tranquera de Loreto, puente terrestre entre el
 Iberá y el Paraná, cerca de Ituzaingó, se constituyó en la forntera
 natural entre el Paraguay y Corrientes a partir de la década de 1820.

Para ejercer el derecho que su cargo le otorgaba, Aguirre, a finales de 1824, denunció ante el Congreso Constituyente la usurpación del área sudeste de Misiones por parte de Corrientes. Esa zona, conocida como el “Rincón de la Merced”, había sido ocupada efectivamente por población guaraní-misionera en tiempos de Juan de San Martín, como se ha visto en anteriores capítulos. Belgrano en 1810, ante las disputas entre misioneros y correntinos por esa jurisdicción, había zanjado el conflicto. El vacío ocurrido después de la época artiguista permitió la reapertura del problema. El Tratado del Cuadrilátero otorgó derechos de ocupación a Corrientes de esa área. Desconociéndolo, el mismo Aguirre nombró el 15 de diciembre de 1824 a Vicente Ignacio Martínez como comandante de Yapeyú con el fin de reorganizar los pueblos de La Cruz y Yapeyú y ocupar el Paso de Higos –actual ciudad de Monte Caseros–, puerto que ya poseía comandante designado por Curuzú Cuatiá. Éste es obligado a dimitir de su cargo y en su reemplazo Martínez designó a Pedro Alem, quien pasó a depender de Yapeyú. El gobierno de Corrientes inmediatamente reaccionó ante la ofensiva de Aguirre, informando “al tal Martínez que el terreno que hay desde el Miriñay para el oeste corresponde a esta Provincia, cuyos comprovantes existen en el Archivo de este Cavildo y dígales que lo hago responsable ante su Gobierno de qualquiera conducta irregular que quiera observar respecto a los territorios de esta Provincia”.


 Casco de la estancia Vuelta del Ombúcercana a la localidad de Gdor.
 Virasoro, Corrientes, que oficiara de posta en el trayecto comercial
 paraguayo-brasileño entre Itapús y São Borja.

Paralelamente, el gobernador correntino Pedro Ferré, ordenó a las milicias curuzuateñas que sacasen por la fuerza al comandante misionero en aquel punto. El inicio de la guerra con el Brasil y la alianza entre las provincias litorales calmó los ánimos entre los litigantes. El 27 de agosto de 1825, cuando ya las fuerzas nacionales se hallaban dentro del espacio misionero, Félix de Aguirre se vio obligado a reconocer los límites entre Misiones y Corrientes dispuestos por el Tratado del Cuadrilátero. Con ello se distendió la relación entre ambas provincias. Después de la guerra Corrientes ampliará sus fronteras interiores desde el Miriñay hasta el Uruguay.

El ejército nacional se acantona en Misiones
El Congreso de la Florida en la Banda Oriental, reunido en agosto de 1825, había decidido unánimemente la reincorporación de ese estado a las Provincias Unidas. El Congreso General Constituyente, en Buenos Aires, aceptó la reincorporación y decidió el envío de fuerzas a la frontera con el Brasil, previendo la guerra con aquel país. Declarada ésta, un Ejército de Observación se concentró en la línea del Uruguay, en territorio de Misiones, bajo las órdenes del general bonaerense Martín Rodríguez. Las tropas entrerrianas se ubicaron en el área comprendida entre los ríos Miriñay y Mocoretá y las de Corrientes en La Cruz. Misiones aportó más de 400 soldados al Ejército Nacional, divididos en cuatro escuadrones ubicados en San Miguel, Loreto, Yapeyú y La Cruz. Respondían al mando de Félix de Aguirre.
Pocos meses después, en marzo de 1826 las fuerzas misioneras derrotaron en el paso de Itaquí a tropas portuguesas al mando del Capitán Fayardo, quien fue muerto en este combate. Pero el optimismo reinante después de este triunfo se apagó muy pronto. Ante una nueva invasión brasileña, al mando de Bentos Manuel con 600 hombres, a principios de noviembre de 1826, cuando ya las tropas nacionales se habían retirado, las fuerzas de Aguirre enfrentaron a los portugueses en el Paso del Rosario, sobre el río Uruguay siendo derrotadas. El propio Ferré debió auxiliar al ejército misionero. Las fuerzas conjuntas de misioneros y correntinos se quedaron en la frontera para defenderla frente a esta nueva invasión brasileña. Al cabo de dos semanas, las fuerzas enemigas se retiraron, sin que se desarrollasen nuevos enfrentamientos. Pero la presencia del ejército correntino en el sur misionero, fue determinante en el transcurso de los acontecimientos subsiguientes. Esas tropas, en ausencia de Aguirre, provocarán un estado de anarquía que dará fundamentos a Ferré para la incorporación de esa región a territorio correntino.

El hombre primitivo misionero
Los Avá y su modo de vida
América en la visión de los europeos
La ocupación de la región misionera
Hacia las fronteras
Mbororé, gloria de los misioneros y escarmiento de los bandeirantes
Sociedad, producción y consumo en las reducciones
El amabmaé y el tupambaé, dos modos de trabajar y producir
Gobierno y administración de los pueblos jesuíticos
Vivir en una reducción
La Guerra guaranítica
La rebelión guaraní
La expresión de la cultura en las reducciones
El urbanismo jesuítico-guaraní
La edificación de una reducción
Los caminos recorridos por el guaraní
El fin de la obra misional: la expulsión
La decadencia de los pueblos guaraníes posjesuíticos
El Yapeyú de Don Juan de San Martín
De los pueblos misioneros a centros productivos
Se quiebra la unidad
La revolución en las misiones
El reglamento de Belgrano
La revolución se internacionaliza –El avance e luso-brasileño sobre las misiones occidenales-
José Artigas –Teniente Gobernador-
Andrés Artigas, Comandante General de Misiones
Andrés Guaucurí, Artigas, y el intento de recuperación de los siete pueblos
Andrés Artigas, sus últimas campañas
Los sucesores de Andresito en Misiones
Misiones bajo el dominio paraguayo
Misiones, la ruta comercial del Paraguay
La dispersión final
Corrientes ocupa los territorios de las misiones meridionales
Los guaraníes misioneros, un destino de integración social
La herencia secular
Bibliografía
Fuentes documentales

Los Autores
Agradecimientos
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