Andrés
Artigas y sus campañas
A
menos de un año de haber sido rechazado en Apóstoles,
Francisco das Chagas Santos, en conocimiento de que se estaban
concentrando tropas para marchar en ayuda de Artigas, resuelve
–por tercera vez–, invadir territorio misionero. El 18 de
marzo salía de San Borja con una fuerza superior a la de su
anterior fracasada campaña: 800 hombres y dos piezas de
artillería. El 29 llegaba a la Capilla de San Alonso, donde
pernoctaría. El 30 lo tendremos ya frente a San Carlos, donde
las fuerzas correntinas al mando de Serapio Rodríguez y las
misioneras de Andresito, habían decidido esperarlo. El 31, sin
mayor resistencia, ocupará el pueblo y la plaza mientras los
defensores se fortifican y atrincheran en la iglesia y el
colegio, en espera de refuerzos. Al otro día un primer intento
de ocupar el colegio, es rechazado. El 2 de abril la situación
se volverá en contra de los sitiados, ya que Chagas tendrá su
primer éxito al rechazar y vencer a la columna de correntinos
que, al mando del capitán Aranda, había venido en auxilio de
la población; encontrando este último, la muerte en la acción.
El 3, favorecido por los focos de incendio que se habían
producido y el estallido del polvorín que ocasionara numerosos
muertos y heridos, se realiza el asalto final. El trance de
morir quemados obligará a muchos a rendirse, mientras otros, en
un recurso de riesgo extremo, intentan una salida buscando
romper las líneas enemigas. Entre ellos, posiblemente, el
propio Andrés Artigas que, según Martín de Moussy, logra
escapar con sus mejores tropas.
Cuatro días duró este combate, considerado uno de los más
violentos y reñidos entablados entre misioneros y portugueses,
en el que los guaraníes demostraron su tenacidad y valor,
pudiendo decirse otro tanto de los correntinos que los acompañaron
en la ocasión.
Después de remitir a San Borja a los prisioneros y destruir
todo lo quedaba en San Carlos, Chagas hará otro tanto en Apóstoles,
cuando por allí pase, el día 7, de regreso a su cuartel
general, adonde llegará recién el día 20.
El 5 de abril, Vicente Tiraparé informaba a Andresito “haber
avanzado” a ciento cincuenta paraguayos armados, a los que
puso en fuga, obligándolos a abandonar las familias que
intentaban pasarlas al otro lado del Paraná. Como vemos,
aprovechando la presencia portuguesa, los paraguayos repetían
la acción del año anterior pero, como entonces, nuevamente serán
expulsados y Candelaria liberada.
Andresito, instalado en la Tranquera de Loreto, se aproximará a
la capilla de Santo Tomás tratando de persuadir y reunir a los
distintos grupos de naturales, dispersos en los montes, mientras
se rehacía de 400 caballos pedidos a Caá-Catí, para montar a
sus vanguardias que estaban en el paso de Concepción y en el de
Santa María.
El comandante guaraní planeaba nuevamente incursionar en
territorio portugués, buscando vengar los anteriores agravios.
Para ello había pedido al gobernador Méndez 600 hombres
armados, y éste dispuso que Francisco Vedoya, que se encontraba
con una fuerza de observación en la zona de Itatí, se le
uniera. Vedoya no sólo dilató la orden, sino que tampoco la
cumplió, pronunciándose contra Méndez y destituyéndolo. El
que no titubeó fue Pantaleón Sotelo, que desde Asunción del
Cambay llegó con su división para sumarse a Andresito.
Anoticiados de los sucesos de Corrientes, el 4 de junio, tras
una junta de guerra, los misioneros resuelven seguir el proyecto
inicial de marchar contra los portugueses. Llegarán el 19 al
Paso de Santa María y esa misma noche la división de Sotelo
comienza a pasar el Uruguay. El 20, a la madrugada, son
advertidos por la fuerte guardia enemiga, iniciándose un
combate que dura más de 8 horas, con un saldo de varios muertos
y heridos. La llegada de refuerzos enviados apresuradamente por
Chagas, los obligan a replegarse.
La
campaña de Corrientes
El golpe de estado que derribó a Juan Bautista Méndez
del gobierno de Corrientes, se concretó el 24 de mayo de 1818.
No fue un hecho aislado; respondía a una maniobra dirigida
desde el Directorio para sustraer a la provincia de la
influencia artiguista. Si bien el golpe lo debía producir Elías
Galván, José Francisco Vedoya, que con sus fuerzas de
observación se encontraba en la frontera norte, se adelantó a
los acontecimientos y es él el que ocupa Corrientes deponiendo
a Méndez y haciéndose nombrar gobernador.
Dispuesto a ayudar a Méndez, ya a principios de julio el
Comandante General de Misiones, con sus tropas, se hallaba en
territorio correntino. Ante las noticias de su avance, Vedoya
sale de Corrientes y se instala en Saladas, desde donde hace
avanzar contra el jefe guaraní, al sargento mayor Francisco
Casado.
El 14 de julio éste tendrá un primer encuentro en las lomas de
Caa Catí con los misioneros quienes, en un permanente
movimiento de montoneras, dejan a su contrincante con las
municiones agotadas, confundido y equivocado, en cuanto al
resultado de la acción.
La llegada de las fuerzas misioneras guaraníes sorprendió a
los habitantes de Corrientes. El capitán Escobar, enemigo de
Vedoya, intentará un acuerdo con el Cabildo para reponer a Méndez.
Todos procuraban evitar la intervención de tropas extrañas en
la provincia, por lo que se convocó para el 23 de julio un
congreso para elegir gobernador. Éste nombró gobernador
propietario a José Francisco Vedoya y encargó la redacción de
un Reglamento Provisorio Constitucional. Escobar, vencido por
Vedoya, debió refugiarse en Curuzú Cuatiá. No faltaron actos
de represalia contra quienes se habían resistido a tomar las
armas contra los artiguistas y habían ayudado a Escobar. Los
indios de Las Garzas fueron masacrados y el pequeño pueblo fue
incendiado y destruido totalmente.
Casado retornará a Saladas, mientras Andresito, a quien se le
había unido la división de Sotelo, ocupaba Caá-Caty. A fin de
mes ya lo tendremos en las cercanías de Saladas. El 2 de agosto
se produce el definitorio encuentro en que las fuerzas de Casado
y Vedoya son derrotadas completamente por las llamadas
“Fuerzas Libres Occidentales Guaraníes”. Las mismas tenían
comandando el ala derecha o vanguardia a José López, alias Lópes
Chico; en el centro al propio comandante general Andrés
Artigas, y a la izquierda a Pantaleón Sotelo.
Los jefes derrotados huyen hacia Corrientes y, acompañados por
Elías Galván y otros elementos del patriciado correntino, se
embarcan rumbo a Buenos Aires. Autodisuelto el Congreso
Provincial, el Cabildo dispondrá el envío de una diputación,
de la cual formará parte el ex-gobernador Méndez, para
interceder ante Andresito, por la población que se encontraba
presa de pánico ante las desfiguradas versiones que circulaban.
El 16 de agosto, el reciente nombrado comandante de Marina Pedro
Campbell, conjuntamente con Pedro Sánchez Negrete, al frente de
100 naturales, entrará a Corrientes para organizar la recepción
de Andresito. Viendo que el Cabildo no disponía de pabellón
artiguista, llamará la atención al mismo.
El 21 de agosto Andresito, ordenadamente, hacía su entrada a
Corrientes, a pie y desarmado, precedido y seguido por sus
tropas y enarbolando banderas tricolores. Es recibido por el
Cabildo. Luego, al arribar a la capilla de la Cruz de los
Milagros, descansará escuchando himnos religiosos. En medio de
música, salvas y repiques, llegará a la Iglesia Matriz, donde
será recibido por el vicario con la clerecía, comunidades
religiosas y la población, asistiendo a un solemne Tedéum,
cantado por el capellán de su ejército, fray Tomás Félix
Hernández. Concluido el acto religioso, seguido de su séquito,
dará vuelta a la plaza, posesionándose de la ciudad y
acuartelando después a sus tropas.
Es indudable que la entrada a Corrientes de Andresito fue un
espectáculo pintoresco y colorido que, sin lugar a dudas, llamó
la atención de quienes la presenciaron. Pero, desde entonces,
la conducta del jefe misionero y de sus hombres será juzgada
bajo dos ópticas distintas, producto de dos formas diferentes
de encarar la realidad social, que representaba la irrupción de
las masas guaraníes en una patriarcal sociedad.
Andrés Artigas se convirtió, por obra de las circunstancias,
en Comandante General de Misiones y de Corrientes. Como tal
ejerció el poder político y militar que la función implicaba.
Entre sus primeras disposiciones, tenemos la del 10 de agosto
ordenando la requisitoria de armas y luego la del 22 que disponía
la apertura de las casas de comercio. El 28 dispondrá la
devolución de los indios misioneros traídos por Vedoya y que
habían sido repartidos para el servicio doméstico; también,
en la misma fecha, el cierre de los puertos para los buques que
no pertenecían a la confederación. El 5 de septiembre ofrecía
un indulto general.
A fines de septiembre reponía con el cargo de Coronel, a Juan
Bautista Méndez como Gobernador Intendente, siguiendo
instrucciones de Artigas. El 26 de octubre procedía a
reorganizar el Cabildo y la administración correntina,
renovando las autoridades de la campaña. Controló las
actividades de la Tesorería de Rentas y organizó la llamada
“Tienda del Ejército Guaraní”.
En lo específicamente militar, debemos destacar el rechazo al
ataque paraguayo a la ciudad de Corrientes, efectuado los días
10 y 11 de octubre. El envío, en ayuda a Santa Fe, de la
escuadrilla comandada por Campbell y el fuerte contingente
misionero a las órdenes de Francisco Javier Sití. En la
capital santafesina, el comandante de Marina artiguista, se
enfrentará a la escuadra porteña comandada por Ángel Hubac,
obligándolo, tras un encarnizado combate, a levantar el bloqueo
a la ciudad y retirarse.
Ruinas
de San Carlos (Corrientes). Restos de la población
destruida
por Chagas luego de la batalla del mismo nombre
que se desarrolló
del 30 de marzo al 3 de abril de 1818. |
La derrota
de Andresito en Itacurubí
En marzo de 1819, Andresito, por disposición de
Artigas organizará nuevamente su ejército con el fin de
iniciar un nuevo intento ofensivo sobre las Misiones Orientales.
El 23 abandona Corrientes, poniéndose al frente de las
divisiones misioneras de Tiraparé, Mbaibé, Uré y Sotelo, su
segundo. Con estas divisiones, más las correntinas al mando de
Sánchez Negrete, marchará por la parte norte del Iberá y los
destruidos pueblos misioneros, buscando el cruce del Uruguay. No
irán con él todas las tropas guaraníes; parte de ellas, con
Abiaró, quedan para sostener al repuesto gobernador correntino
Méndez, y otras, con Sití, ayudando en Santa Fe.
Entre tanto, en Asunción del Cambay, Manuel Cayré aprontaba
una división para, desde el sur y por la zona de La Cruz,
tratar de cruzar el Uruguay, buscando la unión de sus fuerzas
con las de Andresito, para marchar sobre Santa María en
conjunción con los movimientos que por el sur realizaría
Artigas, según el plan acordado.
Vista
del puerto de Corrientes a mediados del siglo XIX.
Grabado de
Page. |
Con el espíritu no quebrantado a
pesar de los años de lucha, con el ardor y valor de siempre,
Andresito cruza a fines de abril el río Uruguay con 1.600 a
2.000 hombres, tomando y fortificándose en el pueblo de San
Nicolás el 29 de abril. Un sorprendido Chagas, su eterno
enemigo, trata el 9 de mayo de recuperar la plaza. Es rechazado
y derrotado, sucumbiendo asimismo en la acción el jefe de
infantería portuguesa, el teniente coronel Diego Arauche.
Mas, había llegado el ocaso para los guaraníes. No sólo vendrán
a socorrer a Chagas y detener esta segunda invasión el coronel
José de Abreu, con 800 hombres, sino también el propio capitán
general de Río Grande, el Conde de Figueiras. Andresito, que
peligrosamente había dividido sus fuerzas, sin poder establecer
contacto con Cayré ni con Artigas, es sorprendido y derrotado
por Abreu, el 6 de junio en Itacurubí; revés en el que cae
prisionero Sánchez Negrete. El 11 de junio, las tropas que había
dejado en San Nicolás, se ven obligadas a dejar la plaza ante
el avance del Conde de Figueiras. Parte de ellas son alcanzadas
en el Paso de San Isidro. A su vez, Vicente Tiraparé tiene un
encuentro con los portugueses en Santo Cristo, perdiendo la vida
en la acción. El remanente de las tropas misioneras
correntinas, trata de repasar al Uruguay por distintos puntos y
es así que el 24 de junio, en el paso de San Lucas, Andresito
fortuitamente es sorprendido por una partida que lo toma
prisionero.
Fortaleza
de Santa Cruz (Rio de Janeiro). Celdas donde estuvieron
prisioneros Manuel Artigas, Fernando Otorguez,
Fray José Acevedo
y posiblemente Andresito, antes de ser trasladado
a la fortaleza de la
Lage, donde permaneció incomunicado durante un año
y cuatro
meses. |
El fín de
Andresito
Cuando el 24 de junio de 1819 cae prisionero de los
portugueses el Comandante General de Misiones, luego de su última
y fracasada invasión, se cierra una etapa crucial de la lucha
que por más de cuatro años sostenían los guaraníes
misioneros, tratando de mantener la integridad territorial e
institucional de los quince pueblos entre el Paraná y el
Uruguay, y recuperar los siete orientales.
Enviado a Porto Alegre, al poco tiempo –el 30 de
septiembre–, será embarcado a bordo de la zumaca
“Catharina”, conjuntamente con su consejero y compañero, el
franciscano fray Acevedo –quien había caído prisionero el 5
de junio cerca del pueblo de Rocha–, para ser remitidos a Río
de Janeiro y confinados en esa plaza, tal como ocurriera
anteriormente con otros prestigiosos jefes artiguistas:
Lavalleja, Otorgues, Manuel Artigas, entre otros.
Llegado a fines de 1819, debe haber sido destinado junto con
fray Acevedo a la Fortaleza de Santa Cruz, donde ya se
encontraban Manuel Artigas y Otorgues; pero al poco tiempo es
trasladado al Fuerte de la Lague, inhóspito islote rocoso
enclavado en la entrada de la Bahía de Guanabara, donde
permaneció un año y cuatro meses en prisión incomunicado. Es
evidente que la natural rebeldía del caudillo guaraní habrá
contribuido a que, con respecto a él, se tomaran providencias más
estrictas que con los demás prisioneros.
A principios de 1821, consolidado en la Banda Oriental el
triunfo de las fuerzas lusitanas que habían comandado Lecor,
Curado y Viana, a más de haber desaparecido del escenario político-militar
el caudillo oriental José Artigas, cautivo de los paraguayos
desde el año anterior, las condiciones a las que estaban
sometidos los prisioneros fue cambiando poco a poco, y
paulatinamente fueron liberados y pudieron regresar a sus
hogares.
Esa liberación fue merced tanto a la intervención de los
funcionarios portugueses interesados en obtener su concurso, tal
el caso de Lavalleja, como así también por gestiones
realizadas por el ministro español ante la Corte de Río de
Janeiro, el Conde de Casa Flores, tratando de ganarse para la
causa española a Otorgues, Fray Acevedo y el propio Andrés
Artigas, entre los más conocidos.
Lamentablemente, Andresito no pudo cumplir con su sueño de
regresar al terruño natal. Días antes del 17 de junio, fecha
en la que debía embarcarse con el padre Fray José Acevedo y
otros oficiales y soldados liberados, con destino a Arroyo de la
China, a raíz de una riña mantenida con soldados ingleses, es
nuevamente encarcelado. El Conde de Casa Flores realizará
nuevamente gestiones para obtener su libertad, pero esta vez sin
mayor entusiasmo, ya que se daba cuenta que los artiguistas, por
más que habían jurado la constitución española, lo habían
hecho únicamente para lograr ser liberados. Si bien la
autoridad portuguesa se comprometió a considerar el pedido, no
hay constancia de los resultados, y la tradición nos indica que
el caudillo guaraní falleció tiempo después, en el lugar de
su último confinamiento: la Isla de Cobras.
Triste final para quien, por casi un lustro, supo defender sin
claudicar la integridad territorial de su provincia, buscando
que sus connaturales gozaran de los mismos derechos y libertades
que los demás americanos. Qué coincidencia histórica la de su
muerte, que lo mismo que las circunstancias de su nacimiento,
son interrogantes que todavía faltan desentrañar.
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