El
Yapeyú de don Juan de San Martín
La
fama de Yapeyú se debe sin dudas al hecho de haber sido la cuna
del gran Libertador de América. Sin embargo, ello ha eclipsado
la historia propia de la comunidad guaranítica de Yapeyú, que
llegó a ser uno de los pueblos más importantes del conjunto
jesuítico y, por otro lado ha olvidado la gran obra del padre
del Libertador, don Juan de San Martín, teniente de gobernador
del departamento de Yapeyú.
Juan de San Martín arribó a aquella comunidad guaranítica en
1775 con el cargo de Ayudante Mayor de la Asamblea de Infantería
de Buenos Aires. Lo acompañaban doña Gregoria Matorras y sus
tres hijos: María Elena, Manuel Tadeo y Juan Fermín, nacidos
en la Banda Oriental, donde don Juan ejerciera la administración
de la estancia de Las Vacas, cerca de Colonia, que había
pertenecido a la Compañía de Jesús.
La ceremonia de su arribo a Yapeyú está muy claramente
descripta en un informe del cabildo yapeyuano, encargado de
recibir al nuevo Teniente de Gobernador. Dice allí que acompañados
San Martín y su familia por los capitulares yapeyuanos,
traspusieron las “treintinueve hileras de casas” hasta la
Plaza Mayor donde lo esperaba con su uniforme de gala encarnado,
azul y blanco, el Corregidor don Benito Tañuirá. Ante el
Cabildo presentó don Juan sus despachos oficiales que
acreditaban su mando y recibió la bienvenida por parte de los
asistentes, en riguroso orden de jerarquía.
Yapeyú era la llave de ingreso a las Misiones. Era el pueblo más
meridional del conjunto de los treinta pueblos. Poseía una
excelente posición estratégica y una gran riqueza económica
por la producción de ganado en sus fértiles tierras. Era el
pueblo más prolífico en estancias y en número de semovientes.
Sus extensas unidades de producción llegaban hasta bien entrado
el Rio Grande y el centro de la Banda Oriental. Había sido uno
de los pueblos más pujantes en la época jesuítica.
Las propiedades de este pueblo limitaban con los ríos Ibicuy,
Ibirapitá, Tacuarembó, Negro y Uruguay. No había población
estable allí. Sólo los puestos de estancias, encargados de
vigilar la hacienda cimarrona. Surtía Yapeyú al resto de los
pueblos jesuíticos de las reses necesarias. Cerca de estas
estancias, vivían los infieles minuanes y charrúas, que
hostilizaban permanentemente las estancias jesuíticas, en
alianza con los vecinos portugueses, con quienes mantenían
estrechas relaciones. Estos aborígenes poseían el caballo como
principal elemento para sus pillerías y, a pesar del intento de
los jesuitas, se negaron a la cristianización, continuando
durante todo el período de trabajo misional de la Compañía,
fieles a sus costumbres ancestrales de nomadismo.
Antecedentes
biográficos y administrativos
Juan de San Martín había nacido en Cervatos de la
Cueza, Palencia, España. Era hijo de Andrés de San Martín e
Isidora Gómez, familia de clase media campesina. A los 18 años
se enroló en el ejército español, en 1746, participando en
acciones militares en el norte de África. Su primer foja de
servicios lo define como un “...hombre de estatura baja,
cabello castaño claro y ojos garzos...”, es decir azulados.
Estuvo en Melilla, África durante 17 años, en épocas pacíficas.
No obstante, por sus méritos fue incorporado a la planta
oficial, cosa poco frecuente en aquellos tiempos. Había sido
previamente Cabo, Sargento y Sargento 1º. Inmediatamente después
de esa designación, fue destinado a Buenos Aires como
instructor de milicias durante la administación de don Pedro de
Cevallos, en difíciles momentos en las relaciones
hispano-portuguesas. Había finalizado recientemente la Guerra
de los Siete Años, pero se descontaba la continuidad del
conflicto en la región rioplatense.
Al momento de la expulsión de los jesuitas se lo envió, como
se ha dicho, como administrador de una gran estancia de la Compañía
de Jesús en la Banda Oriental, la estancia de Las Vacas o
estancia de Las Huérfanas. Ocupando ese cargo conoció, en uno
de sus tantos viajes a Buenos Aires, a una joven, Gregoria
Matorras, que había llegado con la comitiva del nuevo
gobernador de Tucumán, Jerónimo Luis de Matorras, familiar de
ésta. Se casaron el 1° de octubre de 1770, siendo representado
el novio en la ceremonia por estar cumpliendo sus funciones de
administrador.
En Las Vacas nacieron los tres primeros hijos de Juan y Gregoria.
Sobre su actuación, existe un documento del Obispo de Buenos
Aires, Monseñor de la Torre, quien en 1770, decía:
“perseveran los hornos de cal y ladrillo en la dicha estancia
de Las Vacas, mediante la especial económica aplicación de un
don Juan de San Martín, oficial de la Asamblea... de quien se
dice haber excedido a los Padres Jesuitas en la economía”.
El Síndico encargado de revisar las cuentas de la mencionada
estancia, en tanto, informaba que “... se reconoce la pureza,
celo y desinterés con que la ha administrado, dándole unos
aumentos y beneficios considerables, que sólo podían esperarse
de un oficial como éste, que no ha perdonado fatiga, ni
trabajo… para llenar mejor el exacto cumplimiento de la comisión
que se le había conferido...”.
La ruta
al Salto, fundada en 1769 para el comercio entre las
Misiones
y Buenos Aires, fue revitalizada mediante la acción
de don Juan de
San Martín, a partir de 1777, siendo éste
Teniente de Gobernador de
Yapeyú. Para ello fundó cuatro grandes
establecimientos pecuarios
comunitarios, que sirvieron como postas en la ruta
comercial. Con el
tiempo se fueron asentando productores guaraníes
y criollos. |
En los siete años
que había estado al frente de la Estancia y Calera de Las
Vacas, había producido una renta bruta de 197.000 pesos plata,
que era una suma enorme para la época. El excedente de todos
los pueblos misioneros entre 1768 y 1772 –a modo de comparación–
fue de 102.500 pesos plata. Ello valida la eficiente conducción
de un hombre honesto como lo era don Juan de San Martín.
De modo que la designación hecha por el virrey Vértiz estaba
sentada en los intachables antecedentes de este oficial español.
Miseria
y desconsuelo en Yapeyú
Al momento de llegado San Martín, la comunidad se
hallaba sumida en una grave epidemia de viruela, que había
afectado sensiblemente el número de habitantes. Entre 1770 y
1772, de tener 8000 habitantes pasó a poseer sólo 3322 en
1775, cuando don Juan se hizo cargo de la administración de
Yapeyú.
Yapeyú era el nexo obligado entre las misiones y Buenos Aires.
Era, además, la segunda línea defensiva de la frontera entre
España y Portugal en momentos de graves y tensas relaciones
entre ambas Coronas.
Por todo ello, el cargo delegado a San Martín había sido muy
bien meditado por las autoridades virreinales.
El departamento de Yapeyú comprendía cuatro pueblos. Su
capital, La Cruz, Santo Tomé y San Francisco de Borja. La
población total del departamento era de 11.172 habitantes en
1775. Esta cifra era sensiblemente menor a la de la época jesuítica,
por la ya mencionada epidemia de viruela.
Al poco tiempo de cumplir funciones en Yapeyú, se inició un
conflicto hispano-portugués en la frontera oriental del
departamento de San Miguel, la cual era hostilizada por los
portugueses, en afán expansionista, aliados con charrúas y
minuanes. Don Juan debió trasladarse a San Borja para organizar
la defensa, aunque esas acciones nunca pasaron de simples
escaramuzas en la región fronteriza. Allí permaneció casi
todo el año 1777. A fines de diciembre regresa a Yapeyú, donde
nace poco tiempo después, en febrero, José Francisco, su
cuarto hijo.
En el año que estuvo en San Borja, instruyó con notable éxito
a los soldados guaraníes en la infantería. Eficientes soldados
y oficiales yapeyuanos, muchos de ellos entrenados militarmente
por don Juan, participaron en decisivas batallas contra los
ingleses en Montevideo, en 1807, donde estuvo Andresito y fue
conocido por Artigas. Incluso, probablemente muchos oficiales de
las campañas de José de San Martín hayan recibido instrucción
militar por parte de don Juan.
San
Antonio del Salto Chico, actual ciudad de Concordia. Fue
edificado en 1757 como un fuerte, por el
gobernador Pedro de
Cevallos como apoyo logístico para aprovisionar
al ejército instalado
en las Misiones Orientales, durante la Guerra
Guaranítica.
Abandonado con el fin de esa guerra, se restauró
como puerto en
1768. Fue punto de embarque y desembarco, de la
ruta oriental de la
yerba –por ser éste el principal producto de
comercio– que dio a
Yapeyú una notable pujanza y convirtió a Salto
Chico en el primer
núcleo urbano de la región entrerriana del
Uruguay. Las
embarcaciones de quilla reemplazaron a las balsas
y carretas de
gran porte abrieron nuevos caminos hacia la
capital del Plata. |
La
reapertura del comercio desde Yapeyú
La obra más perdurable de don Juan de San Martín
como Teniente de Gobernador de Yapeyú fue la colonización de
los baldíos campos ubicados entre los ríos Miriñay, hasta
entonces límite meridional de las Misiones y el Yeruá, un poco
al sur de la actual ciudad de Concordia. La “ruta al Salto”,
como se denominaba a este trayecto, había sido fundada como
resultado de las Ordenanzas de Bucarelli, que habían dispuesto,
en el aspecto comercial, la monetización de los excedentes de
producción de los pueblos guaraníticos. El producto más
importante era la yerba mate y en menor medida el algodón,
tabaco, grasas y cueros.
En 1769 desde Buenos Aires se decidió adoptar la ruta del
Uruguay, por ser más cómoda y directa, para el envío de los
productos de Misiones. El Paraná, quedaba para uso exclusivo de
los pueblos ubicados en el Paraguay.
En este nuevo esquema de apertura del comercio misionero, los
productos debían enviarse por tierra o por agua hasta Yapeyú.
Allí se los almacenaba para enviarlos al pequeño puerto de
Salto Chico, en las cercanías de la actual ciudad de Concordia.
Pero el entusiasmo inicial se apagó debido a la grave epidemia
de viruela, que diezmó la población yapeyuana y, en menor
medida la de otros pueblos. Quedó así interrumpido este tráfico
comercial hasta la llegada de Juan de San Martín.
A principios de 1776, don Juan decidió inspeccionar el estado
en que habían quedado las estancias yapeyuanas en territorio
oriental, después de la peste. Los puestos se hallaban casi
totalmente abandonados y el ganado cimarrón se había
arrinconado en las márgenes de los ríos Negro y Yí, siendo
ilegalmente explotado por estancieros particulares
montevideanos.
En aquella inspección llegó don Juan hasta Paysandú, pequeño
caserío ya existente, pero al que más tarde San Martín haría
florecer como importante puerto comercial. En febrero de 1776,
frente a una disputa por las estancias yapeyuanas de la Banda
Oriental con un particular –Martínez de Haedo– que se había
apropiado ilegalmente de tierras de la comunidad guaranítica,
don Juan legalizó la existencia de Paysandú, dentro de la
jurisdicción de Misiones. El pequeño pueblo quedó bajo el
amparo de una empalizada de palo a pique, con bastiones y cañones.
Se edificaron allí pulpería, almacenes y una capilla
modestamente ornamentada.
En el viaje pudo apreciar el abandono en que había caído la
“ruta al Salto”.
Con la autorización de la Administración Central en Buenos
Aires, Juan de San Martín fundó cuatro grandes estancias
comunitarias para crianza de ganado de rodeo. La Merced (hoy
Monte Caseros), San Gregorio (cerca de Mocoretá), Concepción
de Mandisoví (Federación) y Jesús del Yeruá (un poco al sur
de Concordia), fueron pobladas por animales comprados a un
importante criador del sur de Entre Ríos. Los inventarios de
1780 demuestran que la más importante fue la de Mandisoví
donde se contabilizaron 18.339 cabezas de ganado vacuno, 4764
terneros, 100 yeguas de cría y otros animales. Tenía además
la estancia una capilla donde se veneraba una imagen de Nuestra
Señora de la Inmaculada Concepción. Es la misma a la que hoy
se rinde culto en Federación y que por decisión pontificia se
ha constituido en la Patrona de la Diócesis de Concordia.
Yapeyú,
según una original vista aérea realizada por Vicente
Nadal
Mora. La casa que se le asignó a la familia del
Tte. de Gobernador
San Martín es la señalada, de acuerdo con la
documentación
existente. |
Estas estancias
comunitarias, sirvieron además como postas en el “camino
real” de Yapeyú a San Antonio del Salto Chico, como pasó a
denominarse el puerto. Alrededor de esas grandes estancias
comunitarias se fundaron pequeñas unidades productivas de
particulares guaraníes. El abambaé, propiciado por las
autoridades virreinales para sacar a los guaraníes del régimen
comuntario. Las mismas también muy pronto atrajeron a
estancieros españoles que poblaron estancias cercanas a
aquellas.
Al mismo tiempo, San Antonio del Salto Chico posibilitó la
instalación de una carrera regular de navegación hasta el
Riachuelo, en Buenos Aires. Para ello contaban con tres
embarcaciones de propiedad yapeyuana, con patrón español y
tripulantes guaraníes. Dos goletas, “Nuestra Señora de
Dolores” y “San Juan Bautista” y un bergantín, de mayor
porte, “Nuestra Señora de los Santos Reyes” navegaban el
Uruguay conectando las Misiones con Buenos Aires. Muchas veces
esas embarcaciones recalaban en Paysandú, que también comenzó
a tener cierta relevancia.
En pocos años, apenas un lustro, entre 1778 y 1782, esa región
quedó efectivamente poblada. Juan de San Martín fue un
verdadero impulsor del desarrollo de esa región.
A partir de la fundación de estas estancias, capillas y puertos
se intensificó el intercambio comercial de los excedentes de
los productos misioneros con Buenos Aires. Esos productos eran
monetizados allí, con lo que se compraban las cosas necesarias
para la subsistencia de los pueblos. La región sudeste de
Corrientes y nordeste de Entre Ríos fue así efectivamente
poblada y urbanizada a partir de la acción de don Juan de San
Martín. La frontera misionera, en tanto, se trasladó desde el
Miriñay hasta el Yeruá.
Después de cinco años, don Juan de San Martín entregó el
mando de Yapeyú en el teniente don Francisco de Ulibarri. Había
cumplido una labor que ningún otro gobernante desarrolló jamás
en ese departamento. Esta comunidad había recuperado su
opulencia. Eran grandes sus créditos en la Administración
Central. Las estancias de la comunidad se hallaban bien pobladas
y progresaban notablemente las tierras particulares de los
guaraníes, como así la ruta comercial al Salto Chico. A la
corriente pobladora guaraní se le sumó otra proveniente del
sur. Españoles y criollos empezaron a formar establecimientos
de verdadera significación económica en el nordeste
entrerriano mientras ganaderos correntinos poblaban el sur de
esa provincia, en tierras cercanas a las de los naturales guaraníes,
lo que provocó con el tiempo conflictos de jurisdicción entre
Misiones y Corrientes.
Existencias
de Yapeyú hacia 1784
Una cabal demostración de la recuperación de Yapeyú
bajo la administración de Don Juan lo constituye un inventario
que, hacia 1784, realizaba el Cabildo de esa localidad en cuanto
a sus existencias económicas. Indica allí:
“18 estancias y
25 puestos: aquellos con sus respectivas Capillas; todos con sus
ranchos para el reparo de la gente que reside en ellos,
encargada de las haciendas que tenemos de su cuidado.
Un bergantín y dos barcos, destinados al transporte de las
haciendas que por esta vía remiten algunos Pueblos del Uruguay
a la Administración General, como para conducir del Puesto del
Salto los efectos.
Dos champanes (pequeñas embarcaciones para la navegación
fluvial) y dos botes dedicados para el tráfico del Pueblo.
Cuarenta carretas y dos carretones para transportar las
haciendas que se consignan en la Administración General, al
Puerto del Salto.
…pagamos con el subsidio que nos producen estos bienes, los
Reales Tributos de S.M., y compramos algodón, tabaco, yerba,
miel, azúcar, maderas y otros menesteres para nuestra
subsistencia…” |