En el marco de un debate sobre la reforma constitucional, Carlos Caballero Martín, uno de los más destacados analistas políticos del país, examinó las consecuencias emanadas de la elección de convencionales constituyentes en la provincia de Misiones, y el fracaso de la intentona rovirista de conseguir la reelección indefinida. No es una opinión más, ya que participó en 1994 de la Reforma de la Constitución Nacional efectuada en simultáneo en Santa Fe y en Paraná, gracias a la que se incluyó la reelección limitada del Presidente de la Nación.
¿Qué opinión le merece el clima político que se vivió en el marco de las elecciones para convencionales constituyentes?
El clima político fue el de cualquier elección, pero ésta tenía unas características especiales. No se elegían autoridades ejecutivas ni legislativas, o sea de los poderes constituidos. Se elegían convencionales, es decir un poder constituyente de carácter transitorio.
Pero las irregularidades detectadas no le hicieron bien a la provincia de Misiones en su imagen, tanto para lo interno como para lo internacional. Quedó demostrado que, como en otras elecciones, esas artimañas han estado presentes y podrán estar presentes en el futuro.
¿Por qué piensa que la diferencia en la cantidad de votos que recibió el Frente Unidos por la Dignidad, encabezado por el Obispo Emérito Joaquín Piña Batllevell, fue tan grande?
Porque se votaron límites al poder despótico. La oposición encontró en él a un hombre prestigioso que provenía de afuera del escenario político tradicional partidista, a un líder muy creíble. Y decidió poner límites y que se respete lo escrito en la Constitución Provincial.
La sociedad en su conjunto se encuentra ansiosa por que se pongan límites. En Misiones tuvo su oportunidad y repicó para Jujuy, Buenos Aires y también para el Presidente de la Nación.
Pero Carlos Rovira quedó muy debilitado por el resultado adverso de las elecciones para convencionales. Será difícil reponerse de ese revés electoral tan grande, hay que ver cómo puede salir de este callejón.
¿Cuál es la actitud asumida por el Presidente Néstor Kirchner, teniendo en consideración su respaldo absoluto al gobernador misionero Carlos Rovira?
Es su primera gran derrota política desde que asumió el Poder Ejecutivo Nacional.
Creyó que su poder no tenía límites y que era capaz de llegar a Misiones, transmitir mensajes y ser receptados incondicionalmente por parte de la gente. La sociedad le dio vuelta la cara y, como dirían en el box, quedó knock out. Estuvo varios días sin responder ante el feroz golpe recibido.
¿Considera, como lo afirmaron ciertos dirigentes del Gobierno Provincial, que la participación de los medios nacionales ayudó al triunfo electoral del Fud?
Ante la derrota siempre hay que buscar un chivo expiatorio, y si es externo mejor.
Los perdedores netos fueron Carlos Rovira y todos los radicales que lo acompañaron. Ganadora fue la sociedad y la democracia.
¿Sería una lectura demasiado superficial el afirmar que, a partir de lo ocurrido aquí, los personalismos o caudillismos argentinos estarían llegando a su fin?
Es prematuro afirmarlo. Es una sociedad muy propensa a los personalismos. Así fue con Perón, Alfonsín, Menem y ahora Kirchner.
Es una sociedad reacia a discutir ideas o programas de gobierno. En ese plano, estamos en una situación cercana al sub-desarrollo cultural propio de los populismos que solo ofrecen slogans y nunca se habla de educación, de salud, de desempleo, de justicia, de seguridad, es decir de los temas de fondo. Se propone la felicidad fácil y allá vamos...
El que los hombres pretendan perpetuarse en el poder, y la intención de una reelección indefinida, ¿no es un elemento que está en detrimento de las instituciones democráticas?
En eso Misiones ha sido un disparador y derrumbó otros caciquillos regionales que tenían pretensiones de acumular más poder, a costa de cualquier cosa.
¿Considera que la ciudadanía dio un ejemplo a imitar por el resto, y que el resultado denota una maduración de la cultura política o es sólo un acontecimiento aislado?
Ojalá fuera lo primero pero me inclino por lo último. Hace unos años en Misiones como en todo el país explotaron los partidos políticos. A una interesante porción del Partido Radical le gustó más hacerse oficialista y gobernar en lugar de controlar. Ellos son muy responsables del descalabro institucional. Crearon una nueva mayoría y creyeron que era para siempre.
En Misiones el control quedó solo en manos de una pequeña porción de la Unión Cívica Radical y de un partido provincial (en referencia al Movimiento de Acción Popular). Esas fuerzas, advirtiendo el vacío, se convirtieron en el adalid de la oposición.
Ahora el control al despotismo lo puso la sociedad misionera.