Bruno se preocupa por la salud y reactivó a la comunidad

Domingo 31 de agosto de 2014
Compromiso. | Fretes limpió el lugar y consiguió que llegue un médico. | Foto: Julio César Vázquez
Entre esta localidad y 25 de Mayo está Aristóbulo Chico, un pueblito que alguna vez enfrentó al Concejo Deliberante veinticincomayense -al que administrativamente corresponde- y le impidió modificar su denominación. Y quedó así. Allí sobresale por su visible espíritu de servicio y capacidad de animador social Bruno Fretes (62), un hombre maduro que enseña a los pobladores a “institucionalizar las necesidades”, y a los jóvenes, a invertir el tiempo libre en actividades edificantes, en lo personal o en lo colectivo.
Entrenador de boxeo, estimuló la creación de una Liga de Fútbol Femenino y de paso preside el Club de la Selva -fútbol de mayores-.
Bruno está cerca de cumplir tres años como enfermero del puesto de salud lugareño. Contó una vecina: “Estos edificios estaban abandonados, rodeados de yuyal, él despejó el lugar, a veces con ayuda de los vecinos o si no solo, pintó y recuperó los dos locales, es una persona muy voluntariosa”.
El hombre lleva 34 años en el oficio y no conforme con su especialidad, está estudiando en la EFA de San Pedro para ser técnico superior en bromatología.
“La salita data de cuatro décadas atrás y sufrió cierres y reaperturas, pero este muchacho se lo tomó en serio y ahora todos los miércoles tenemos médicos y otros días enfermero. Faltan cositas, por ejemplo un sanitario como la gente, pero ya se va a dar”, señalan los pobladores.
Aristóbulo Chico no es tan chico. Alrededor de la escuela, el puesto de salud y la capilla se reparten entre 1.500 y 1.700 personas.
Fretes se multiplica para orientar a los lugareños en distintos frentes: la Municipalidad ya hizo el pozo perforado, pero hay que organizar la red de distribución vecinal y habrá que clasificar y repartir entre las familias más carenciadas ropa que recolectan sus hermanos y amigos de Posadas o Buenos Aires y le envían con otras donaciones.
Además, faltan reductores de velocidad y carteles sobre la ruta 9, porque muchos automóviles pasan a alta velocidad -porque no hay señalización-; carecen de alumbrado público pese a que en la facturación aparece el cobro; y en las cercanías un criadero de cerdos transmite olores insoportables.
Bruno vivió en la casa de sus padres, radicados en las inmediaciones, pero ahora está en el pueblo. “La distancia no me desentiende de las necesidades de estos amigos; hacemos de todo para que la gente quiera su lugar y se sienta cómoda en su espacio. Algunos vecinos van entendiendo y acompañan”, sostiene.
Hay mucha gente humilde, son familias rurales, colonos laboriosos y obreros rurales muy sacrificados.
Impacta la humildad y a la vez el arrebato con que trabaja el enfermero. “Nos hace bien a todos trabajar por la comunidad; el deporte, los juegos, son mimos para los chicos. Este fin de semana cerraremos el mes del niño con una gran fiesta. Ayuda el que puede, y sino organizamos bailes u otros eventos y recaudamos para devolverle a la niñez eso que se le niega; por lo menos acercarles lo básico, el juego, la golosina, la diversión”, explica.

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