El guiso de la plaza, símbolo de comunión

Domingo 31 de agosto de 2014
La Plaza 9 de Julio es el punto de encuentro del día tan esperado. La cita es lunes, miércoles y viernes de cada semana. Los que esperan quizás verán esa noche el único plato de comida que les calentará el estómago hasta el día siguiente.
De pronto comienzan a llegar otras personas con ollas y panes. El aroma que emana de ese recipiente deja adivinar que se trata de un sabroso guiso. Las personas que lo cargan conforman el grupo de voluntarios "Posadas en la calle", que recorre la ciudad llevando un plato de comida a quienes viven a la intemperie.
El grupo se creó hace tres meses y lo integran unos 30 vecinos. La política y la religión no tienen lugar entre ellos; el único denominador común es las ganas de ayudar a los demás. Es un esfuerzo compartido y, generalmente, los ingredientes para el guiso o el mate cocido salen de sus propios bolsillos. De vez en cuando alguna panadería les dona el pan.
Asimismo, hay otros vecinos que se contactan con ellos mediante Facebook y les acercan ropa y zapatos, que también son entregados a los indigentes.
Pero el trabajo no se basa solamente en brindar asistencia alimentaria, sino que también los voluntarios tratan de paliar las secuelas de las historias difíciles y tristes que encuentran a su paso.
Porque una cosa es contarlo y otra cosa es vivirlo, aseguran. El Territorio hizo el recorrido de tres horas junto los autoconvocados de Posadas en la calle y vivenció la experiencia solidaria.
“Esto es un aprendizaje para mí. Vi otra realidad, personas que más allá de que les falte lo material tienen carencia de lo sentimental. Me hizo aceptar que su vida no es fácil, que ya están marginados por la sociedad. Aprendí mucho a escuchar”, contó Valeria Pereyra (21), estudiante de educación inicial.
A fines de mayo la muerte sorprendió a un hombre que dormía en la vereda cerca del hospital Ramón Madariaga. Eran días de intenso frío y la hipotermia fue la causa del deceso. Ese acontecimiento fue el que movilizó a Jorge Holabachuk (38), más conocido como Kokó, un conocido baterista y sonidista de la ciudad, a iniciar la movida altruista.
Las realidades con las que se encuentran son distintas cada día. Hay quienes los felicitan; otros los saludan como viejos amigos. Abrazos, agradecimientos y apretones de manos abundan. Pero vivir en la calle trae consigo distintos vicios: el alcohol, los abusos y la droga son moneda corriente.
“A veces tengo que hacer el trabajo diplomático y calmarlos, porque suelen estar drogados o tomados y nos desconocen”, explicó Kokó, que además remarca la desconfianza. “Ellos siguen pensando que somos de algún partido político o iglesia. Pero somos gente común y corriente que quiere ayudar, nada más”, aclaró.

La ruta de la solidaridad
Luego repartir comida en la Plaza 9 de Julio, las otras paradas fueron el boulevard de la avenida Corrientes, las inmediaciones de La Placita y el Hospital Ramón Madariaga, la avenida Mitre, el Parque Paraguayo y la conocida como Placita del Puente.
La travesía nocturna se encuentra con personajes de la calle. Doña Beatriz es una de ellas. Tiene su colchón cerca de La Placita y allí duerme. Sin pensarlo, fue ella quien le dio una lección de vida a los integrantes del grupo.
“¿Usted es feliz?”, le había preguntado Mabel Marzal (59). “Sí”, había respondido escuetamente Beatriz.
“Gracias a Dios tengo una casa, no tengo necesidades. Muchas veces voy a mi casa y lloro. Ella me dice que es feliz y duerme en la calle. Entonces yo digo, ¿de qué nos quejamos nosotros? Son cosas que te llegan. Conocemos mujeres abusadas, hay una que se disfraza de hombre para que no la molesten”, señaló Mabel.
Lo más importante de esta experiencia de compartir su tiempo con las personas de la calle fue aprender a dejar de lado los prejuicios. La mayoría de los marginados, contaron, huyen de los hogares por problemas familiares, otros entran en un estado de depresión luego de perder el trabajo y no poder levantarse. Conocer otras realidades les hizo salir del argumento más común de la sociedad: no quieren trabajar.
“Algunos están enfermos, no es que no quieren trabajar. La gente simplemente los juzga”, sostuvo Florencia Sosa (22), estudiante de historia.
Carlos "Niki" Vallejos (42) es el papá del grupo, por ser el mayor de todos. Su camioneta es un de las que transporta la comida. Carlos trabaja en lo referido a electricidad, y gracias a eso tiene relación con ingenieros. En paralelo al trabajo solidario, está tratando de conseguirle un trabajo a Juan (22), un chico que no tiene familia y junta moneda del cuidado y la limpieza de autos.
“Ahora él nos ayuda a nosotros. Hace las recorridas y nos tira datos de dónde está la gente. Entonces, queremos darle una oportunidad”, dijo Carlos.
Uno de los más pequeños del grupo es Jonathan Amarilla (10). Su mamá, Gabriela Da Silva, lo trae cuando al otro día no tiene que ir a la escuela. En la noche del viernes ofició de mozo y repartía las porciones de guiso entre la gente. Hay una frase que dice que nadie es tan pobre como para no tener nada para dar, y Jonathan lo sabe muy bien: “Si no se tiene nada, que se venga con el corazón”.


Para colaborar "Posadas en la calle" es un grupo de Facebook conformado por vecinos posadeños de distintas edades. Para colaborar con ellos se puede enviar un mensaje de texto privado al grupo o acercarse a la Plaza 9 de julio los lunes, miércoles y viernes, a las 21.

Por Elena Hipólito
sociedad@elterritorio.com.ar


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