Abuso de las tecnologías, menos espacios y padres ausentes, en la mira

Domingo 25 de agosto de 2013
El sistema escolar tiene por objetivo equiparar las posibilidades de niños y adolescentes, más allá de las condiciones objetivas y estructurales. En esa dirección, la asignatura Educación Física les llega a todos, así sean deportistas, tengan poca actividad o sean netamente sedentarios. Qué mejor, entonces, que los profesores de los colegios y los instructores de los clubes para opinar sobre la falta de infraestructura, las dificultades para incorporar hábitos saludables y también, por qué, de la pérdida del juego físico como eje cultural.
En una problemática multifactorial, los cambios en los modos de socialización y en la concepción del rol docente influyen.
“Hay maestras que les prohíben a los chicos correr en los recreos porque tienen miedo de que se lastimen y comerse un juicio”, explica Carlos Zamudio, profesor de Educación Física en la Escuela Nº 4 Fraternidad, en el centro capitalino, y de la Escuela 445, en la zona del Zaimán.
También en esa diferencia de escenarios, Zamudio, que es a la vez instructor de natación, marca un contraste desde su experiencia: “Los chicos del centro están más con la computadora y el celular. En los barrios alejados si no los hago hacer fútbol se enojan”.
El docente señala que a los niños les “encanta” jugar, pero que algunos no están acostumbrados a correr y se cansan rápido.
“Yo los hago trotar, hacer ejercicios, deportes. Una vez los saqué a dar unas vueltas por la plazoleta y vinieron algunos padres a criticarme que los maltrataba, todo por versiones de algunos chicos que no acostumbran correr y no querían hacerlo. También hay muchas madres sobreprotectoras”, indicó.
Pero no sólo el exceso de celo, sino también la falta de preocupación por la formación de sus hijos caracterizan a este fenómeno del abuso de las tecnologías digitales y la ausencia de actividad física que se traduce incluso en niños que no saben correr, no saben jugar y adolecen de escasa coordinación motora.
“Si el padre o la madre es deportista, el chico generalmente hace algún deporte, no hay problema. Pero si trabaja todo el día, le dice que vaya la computadora o a ver televisión y se saca el problema de encima”, explicó Zamudio.
Por supuesto, al tratarse de una asignatura curricular, hay reprobados, y cada vez en mayor  número, de acuerdo a algunas escuelas consultadas.
“La falta de interés o asistencia a clases depende de la cada escuelas. La concurrencia depende del grado y de la escuela, ahora los chicos se llevan la materia por la falta de interés propio, o el compromiso y control de los padres en sus tareas escolares”, indicó Ernesto Zissu, profesor de Educación Física que dicta clases en el Colegio Itatí y en el Polivalente Nº 8.
Opinó que no deben cargarse las responsabilidades en los celulares o las computadoras, sino en el mal uso que se les da y en la ausencia de controles en la familia.
“Las tecnologías, por ejemplo, son útiles cuando logran ayudar al chico a integrarse con sus pares de una mejor forma, o les facilita la obtención de material para su desarrollo educativo, pero la realidad es que hay una falta de compromiso y contención por parte de los padres”, manifestó.
Y añadió: “Sin dudas no creo que sea culpa de la computadora o la televisión, sino del acompañamiento que tienen los chicos en cuanto a la educación, y también hay que tener en cuenta el cambio del sistema polimodal al tradicional, porque aún se están reorganizando los modos de evaluación”.
Graficó que “en las escuelas estatales son más los casos de alumnos que se llevan la materia. En cuanto al tema del sedentarismo también depende del joven, por ejemplo en un grupo de 100 personas puede que haya 5 alumnos que sean sedentarios”.

“Es imposible jugar en la calle”
Fernando Boede, Marcelo Bogado y José de Avellaneda Benítez enseñan diferentes actividades deportivas y también son palabra autorizada para referirse a este fenómeno social que involucra a los más chicos.
Benítez, quien tiene a cargo una de las categorías formativas de fútbol del Itapúa Tenis Club, asegura que “hoy no existen los espacios físicos que había antes y esto sin dudas repercutió en la reducción de la actividad deportiva y las relaciones personales de los chicos”.
“Antes se podía jugar en la calle; ahora eso es casi imposible”, afirmó.
En cuanto a cómo es la relación interpersonal entre los más jóvenes, reconoció que “en la actualidad existen otras formas de sociabilizar, y lo hacen a través de las redes sociales; hoy se comunican de otra manera pero sin dudas que se perdió el contacto físico”.
“Los chicos no pierden la conexión personal pero sí el contacto cara a cara”, advirtió.
Para el profesor, “hay un exceso de la tecnología, siempre hay enfrente un televisor, una computadora, una cámara de fotos, de video, un celular; es muy difícil abstraerse de eso”.
En esa sintonía, Benítez no ocultó que “muchos padres saben que sus hijos se relacionan sólo en la escuela”.
Y en este sentido graficó la situación: “‘Mi hijo tiene que hacer alguna actividad física porque está todo el día frente a la computadora’ es la frase recurrente de cada padre”.
“El chico se va formando en una sociedad virtual y hay mucho sedentarismo”, finalizó.
Por su parte, Fernando Boede, entrenador de la selección misionera sub 16 de hockey, y Marcelo Bogado, que trabaja con las categorías formativas (de 4 a 19 años) de básquet del Club Tokio, coinciden en que “los chicos son extremadamente dependientes de los celulares”.
“Los chicos terminan de entrenar e inmediatamente van a los celulares”, sostiene Bogado, quien agrega que “estas tendencias se empiezan a ver a partir de los 9 y 10 años”.
“Son muy pocos los chicos que están pendientes exclusivamente del básquet una vez que terminan de entrenar; los chicos tienen muchas fantasías y viven conectados”, afirma.
Y reitera: “Esto sucede sólo con los más chicos, porque los más grandes usan la tecnología pero de otro modo, con fines laborales o educativos”.
Quien integra el cuerpo técnico del Japonés junto a Horacio Santa Cruz y Juan José Bidarra también señala que “hay padres que traen a sus hijos a hacer deportes por primera vez y nosotros tenemos que enseñarles a coordinar sus movimientos motrices; primero les cuesta, pero después se terminan enganchando”.
“Los que nunca hicieron deportes sufren un poco más, porque primero tienen que aprender a correr, a manejar el cuerpo y después recién a jugar”.
Para Boede, en tanto, “se nota el cambio con respecto a años anteriores, porque antes los chicos vivían en el club, y ahora terminan de entrenar y tienen la cabeza en otro lado”.
“El único momento en que no están interconectados es cuando entrenan o cuando duermen”, afirma un poco en tono de broma y otro tanto no.
“Y vemos que no pueden parar; incluso en el gimnasio se ve la misma problemática, porque entre serie y serie van a buscar los teléfonos”, cerró Boede.

Por Gustavo Hollmann y Mariano Bachiller
posadas@elterritorio.com.ar



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