Primer desembarco de Benjamín

Domingo 8 de febrero de 2015
Benjamín, el hermano del presidente de Brasil Getúlio Vargas, fue quien provocó una primera tensa relación diplomática con Argentina. Ello ocurrió posterior a un gran gesto del propio Getúlio Vargas, quien sostuvo: “Todo nos une, nada nos separa”, respecto de la relación con la Argentina, para saludar la llegada a Río de Janeiro, en octubre de 1933, del presidente Agustín P. Justo, cuyo mandato se extendió de 1932 a 1938. La frase de Getúlio había sido antes pronunciada por el presidente electo Roque Sáenz Peña en su visita a Brasil en 1910.
Justo, militar de carrera, había apoyado tres años antes el Golpe de Estado contra Hipólito Irigoyen y fue quien sucedió a Félix Uriburu. Después de las fiestas en honor al visitante, se discutieron protocolos comerciales y un “tratado antibélico de no agresión”, destaca el escritor Lira Neto en el libro “Getúlio”.
Pero la no agresión duraría poco. Apenas a 24 horas de la partida del presidente Agustín P. Justo, el mismo Getúlio recibió una llamada desde Sao Borja, Brasil. Le anoticiaban que su hermano menor Benjamín Vargas había atravesado en lancha el río Uruguay y desembarcado en Santo Tomé, acompañados de hombres armados, en busca de un enemigo político de los Vargas. Al intentar entrar a la Argentina, sin pasar por los controles fronterizos, se registraron tiroteos cruzados.
El embajador argentino en Brasil Ramón J. Carcano presentó una severa protesta sobre la tentativa de invasión y particularmente por haber sido encabezada por el hermano del presidente Vargas, como un factor agravante.

El episodio
Fue el 15 de octubre de 1933, cuando la Subprefectura Argentina autorizó un desembarco nocturno, fuera de horario regular. Tal excepción fue tramitada por el vicecónsul brasileño en Santo Tomé, Lucio Schiavo, para permitir que un grupo de la alta sociedad de Sao Borja pudiese asistir a una función cinematográfica en el cine Astral de Santo Tomé, para ver una moderna película sonora; toda una novedad de la época.
Pero en la costa del río Uruguay se viviría otro episodio cinematográfico. Eran las 20.30 aproximadamente y una embarcación se acercaba al pequeño muelle de madera sobre el lado argentino. El reflector de la guardia fronteriza argentina iluminaba la proa de la lancha Dos Ases de los navegantes Georg y Josef Rosembeck, inmigrantes alemanes que se ganaban la vida haciendo el cruce de pasajeros entre Sao Borja y Santo Tomé.
El cabo argentino Francisco Verón se acercó acompañado por el marinero Narciso Núñez para recibir a los visitantes. A partir de lo que podían ver, había una decena de hombres a bordo, algunos de ellos con uniforme.
Los primeros en desembarcar fueron Odon Sarmanho Mota y Ary Vargas Mesquita, sobrinos de Getúlio Vargas, vestidos de civil. Odon era hijo de Protásio, el segundo de los hermanos Vargas; Ary de Alda Sarmanho Mota, hermana de la primera dama Darcy. Benjamín Vargas, conocido como el Bejo, llevaba el uniforme de color caqui de la Policía Militar Auxiliar 14 de Sao Borja.
Verón observó sorprendido que Bejo llevaba en el brazo un capote militar, bajo el cual se arrastraba el volumen de un objeto alargado, cuyos contornos parecía sugerir la forma de un rifle o una escopeta. Los recién llegados, según los cables diplomáticos, parecían tener unas copas de más.
Cuando le preguntaron qué traía, Bejo evadió la pregunta y ante la insistencia, aseguró que no tenía nada.
¿Que lleva ahí? Pregunto Verón.
¿Esto? Es un capote!, respondió Vargas.
No..! Debajo el capote! Insistió Verón.
Nada! Respondió Vargas.
Verón finalmente se interpuso ante Vargas y vociferó diciendo que todos serían sometidos a revisación. Si alguien estuviera portando armas, serían confiscadas durante el tiempo de permanencia de los visitantes en suelo argentino. Verón exigió a Vargas que entregara “aquello” que mantenía celosamente bajo el capote, al mismo tiempo que llevaba su mano a la cintura, en un ademán de tomar el sable bayoneta. Entonces, se produjo una acalorada discusión, donde cada cual sostenía su posición.
“El señor Cabo no sabe con quién está tratando”, se quejó Vargas aclarando que estaba ante el comandante del Cuerpo auxiliar de Sao Borja y además, hermano del presidente de Brasil; y que muchas veces había ingresado al país en idénticas circunstancias, sin ser molestado. De hecho, había un acuerdo de vigilancia fronteriza, entre él y el alcalde de Santo Tomé, para el patrullaje conjunto de las dos orillas del río Uruguay. El pedido del lado argentino fue para controlar la acción de los revolucionarios afiliados a la Unión Cívica Radical, como grupo de activistas políticos opuestos al presidente Agustín P. Justo. Desde el lado brasileño, fue para evitar los posibles avances de los conspiradores, exiliados en Buenos Aires.
En la acalorada discusión, Vargas insistió en que se trataba de afrenta moral.
La situación se descontroló. Odón Mota saltó en dirección de Verón, agarrándolo del uniforme con la mano izquierda, al tiempo que con la derecha tomaba un revólver que tenía en la cintura y le disparaba a Verón a la altura de la cabeza.
Verón, logró arrojarse al suelo, quedando de espaldas. Mota erra el disparo pero Verón queda en el suelo y es tomado por muerto. Al tiempo, Núñez ve con claridad que Vargas arroja el capote tomando la ametralladora que tenía y aprestándose a disparar. Núñez apagó el farol y echó a correr, hacia el puesto de guardia para dar la alerta. Quienes estaban en el puesto de guardia comenzaron también a disparar hacia la lancha.
Desde la embarcación se responde al fuego y se produce una intensa balacera. El resultado fue una tragedia para la familia Vargas. Odón resultó alcanzado por un disparo en la cabeza cayendo ya muerto. Benjamín Vargas, con disparos de ametralladora se cubrió en la retirada.
Al subir a la lancha un disparo alcanzó la cabeza de Ary Vargas Mesquita, quien murió a la hora. La balacera fue tan intensa que también cayó gravemente herido el conductor de la lancha Georg Rosembeck. La mala suerte de los brasileños no pudo ser peor. Un proyectil perforó el tanque de combustible provocando una enorme explosión, y antes de alcanzar la costa brasileña, los sobrevivientes se arrojaron al río para ganar la costa a nado.
Rosembeck, gravemente herido, no pudo escapar y terminó devorado por las llamas. La muerte de los sobrinos de Getúlio provocó una gran consternación en Sao Borja. El intendente de esa comuna, Cleto Doría de Azambuja, informó de la situación al gobernador del Estado de Río Grande do Sul. Mientras tanto, Benjamín Vargas construía la versión de que las autoridades argentinas los habían confundido con contrabandistas.
En Buenos Aires, el vicepresidente Julio Argentino Roca, convocó a una reunión de emergencia con los ministros del Interior, Exterior, Guerra y Marina para discutir la gravedad del caso.
La prensa brasileña, por orden de los censores federales, adoptó la tesis de ataque y el evento fue minimizado, reducido a mero incidente policial.

El verdadero objetivo
Informes confidenciales que llegaron a la Cancillería de Brasil, dieron cuenta de una narrativa muy diferente. Benjamín Vargas había utilizado lo del cine como un pretexto.
Su verdadero objetivo era una cacería contra el periodista Jovelino de Oliveira Saldanha, quien solía escribir en las páginas de La Frontera, Uruguayana, las quejas contra los excesos de la familia Vargas en la conducción de la política regional.
Jovelino sufrió amenazas de muerte y decidió buscar refugio en Santo Tomé. Se naturalizó argentino y comenzó a firmar Jovelino D'Oliveira Saldaña. Aun así, continuó escribiendo artículos contra Vargas.
Para el Presidente Getúlio Vargas las cosas quedaron claras desde el principio. Su hermano tenía toda la responsabilidad sobre los hechos.
Pero aún faltaba lo peor.

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