Remar contagia placeres que no distinguen edades ni condiciones

Domingo 30 de noviembre de 2014
Un río de oportunidades. | Arriba de un bote las diferencias se disipan y el trabajo en equipo se siente a flor de piel cada vez que la pala toca el agua. | Foto: Facundo Correa
Ese efecto placentero de desplazarse por el agua, sentir que uno maneja los hilos de ese avance por la naturaleza y poder compartirlo con el otro, es una sensación única que cada vez atrae a más personas a remar en el Paraná.
Familias enteras se suman al desafío de ‘sentirse libres’ casi a diario en El Brete; y los chicos con discapacidad dan muestra de que todo se puede remando para el mismo lado.
“Les da una sensación de libertad neta. Ellos se sienten muy libres y la actividad le genera mucha responsabilidad porque darle un bote es darle algo que manejan; además, tienen que aprender a timonear, a ser compañeros, a remar entre los dos, y eso otorga muchos cambios positivos en su vida diaria”, destacó Adrián Palamarchuk, a cargo de la Escuela de Municipal de Canotaje, que se lleva adelante desde hace dos años y de manera gratuita.
Muchas risas, padres observando, sol a pleno y clima festivo es lo que viven los niños en las clases. Para muchos una oportunidad única de tener en sus manos la posibilidad de conjugar el juego, una incipiente pasión por el agua y la naturaleza en su esplendor.
“En general son chicos de los barrios aledaños y de todos los estratos sociales. También tenemos chicos de Itaembé Miní y de Garupá que vienen solamente los sábados”, añadió Palamarchuk.
El plan inclusivo comenzó con la idea de sumar a los adultos al canotaje. “Pero el adulto invitó a hijos, sobrinos y eso apuró el proyecto de la escuelita para los niños y desde ahí no paramos. Porque éstos contaron a sus amigos y hermanos; y de esta manera familias enteras vienen a remar; los padres en la parte adulta y sus hijos con los otros chicos”, acentuó el profesor.
El hecho de que sea gratuito hace que algo tal vez poco accesible como un bote sea una realidad palpable en un deporte que, si se practica con los elementos de seguridad y las condiciones del clima correctos, sea de un disfrute pleno.
“El material no es barato y no todo el mundo tiene un bote para salir a remar; por eso la alegría de verlos divertirse en la escuelita, darles muchos juegos y en un lugar abierto es algo impagable”, remarcó.
Y en cuanto a la parte competitiva, el semillero ya dio sus primeros frutos en el Regional NEA de canotaje y en la última fecha realizada en Goya, hace una semana, en la que la Escuela Municipal cosechó sus primeras alegrías.
“Fue su gran debut y trajimos varios podios. Además, los chicos se midieron con gente del NEA, más palistas de Buenos Aires, Entre Ríos, entre otros; con un nivel fue muy bueno. Nosotros llevamos todo lo que es Promocionales y somos una de las provincias que más estamos apuntando al desarrollo deportivo apuntando a los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018”, agregó el coordinador de la escuela.
Otro punto a favor y que también atrajo a nuevas promesas en el canotaje local fue que la disciplina se sumara a los Juegos Evita. “Es un punto más a favor, que abrió el abanico y llegó la ayuda también, y pudimos viajar tranquilos al Regional”, se explayó Palamarchuk.

Ejemplos en el agua
La Escuela Municipal también lleva adelante, hace cinco años, un plan inclusivo para los chicos con discapacidad que tiene ese 'plus extra' que va más allá de lo deportivo debido a que abarca la superación personal de los chicos, quienes viven los días que van a remar, los miércoles y viernes, como los más felices de la semana.
“Es una cuestión que te mueve más adentro, algo personal. Los chicos generan una cuestión de superación día a día. Cada uno tiene su discapacidad y el objetivo a llegar es muy alto; entonces nosotros los profes que vemos el paso a paso, nos da una satisfacción muy grande. Ellos mismos te demuestran esa alegría que tienen y reconfortan a todos; a los profes y a su familia”.
La escuela tiene un cupo de 28 plazas y entre ellas se encuentran cuatro chicos en silla de ruedas, tres chicos que son ciegos y distintas discapacidades. “Los que están en silla de rueda por ahí no tienen mucho equilibrio ni fuerza en los brazos, pero hay chicos que los tengo hace más de un año y ahora agarran la pala solitos y reman solos”, señaló Palamarchuk.
Y agregó que “le sube mucho el autoestima y las clases son muy personalizadas; así, ellos reman tranquilos, siempre un profe y un chico y esa constancia y movimiento le va dando autovalidez”.
En la parte de discapacidad, los chicos son trasladados de forma gratuita desde sus domicilios hasta la bahía El Brete y luego se los vuelve a llevar hasta sus casas, por lo que en general los niños y adolescentes van solos a remar con sus compañeros y los profesores; y eso hace que vayan creando independencia que luego se traslada a la vida social y con los beneficios a la vista también atraen a sus pares.
Actualmente las escuelas de adultos, chicos y de discapacidad, que suman cinco profesores a cargo y tres suplentes, tiene ocupadas las 108 plazas ofrecidas, con sus respectivos seguros, debido al boom que vive de nuevo el canotaje local.
En cuanto a la seguridad, Palamarchuk destacó que “estamos muy atentos, y somos estrictos en cuanto a que los chicos sepan nadar y los que están medios ‘flojos’ se los enseña mejor acá en lo playo de la costa con los profes; también se les enseña los elementos, chalecos y la parte de salvamento. De todas maneras, el lago que se formó en esta parte del río nos da seguridad y tenemos una lancha que siempre está acompañando. Vamos hacia la avenida Urquiza, de ahí volvemos sin tener necesidad de salir a la parte más peligrosa del río, al menos que sean clases avanzadas”.
Para finalizar el encargado de la escuela subrayó que “lo social y deportivo van de la mano, Misiones es una provincia rodeada de agua y hay que disfrutarla.Y acá se puede ver esto perfectamente, porque la alegría de los chicos es plena”.


"Con el canotaje hice millones de amigos"
Lara Hassan es sin lugar a dudas una de las apasionadas por el canotaje. Sumergida de lleno en la actividad, Lara rescata que “es mi pasión, nunca voy a dejar el canotaje”, repite una y otra vez.
Lara va, vuelve, se ríe, se pone el chaleco y de pronto esa risa se va llevando el río con sus palas. Luego de una vuelta regeneradora, regresa con esa vitalidad contagiosa.
Y resalta: “Acá todos me quieren, todos me conocen y me hacen sentir muy bien. Con el canotaje hice millones de amigos”, suelta esta radiante chica con síndrome de down que reparte amor y se deja querer rápidamente. Tras la frase, Lara da unos pasos para hablar con alguien más, cuando recuerda algo y suelta entre risas: “Esto es vida”.


Por Roxana Ramírez
deportes@elterritorio.com.ar


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