“No había puerta en la Escuela, pero nunca faltó ni una tiza”

Domingo 8 de abril de 2012
Ester y Alberto. | La escuela era el centro de la vida social de la comunidad | Foto: Daniel Villamea
Las historias se suceden una tras otra, todas entrañables, mate de por medio. Alberto González y Ester Beulke llevan casados cuatro décadas, tienen dos hijos y hace 18 años son docentes jubilados, aunque siguen ligados a ese lugar tan querido que llaman “nuestra escuela”, ya que nunca dejaron de ser ‘el director y la señora’ para toda una comunidad que los recuerda con respeto y cariño.
En tiempos donde la institución escolar es vapuleada por vandalismos y robos, padres que cuestionan la autoridad de los maestros y en algunos casos hasta los agraden, la trayectoria del matrimonio González sintetiza un tiempo donde la escuela era el centro de la vida social de la comunidad y los docentes eran respetados por su saber y actitudes.
Enfermero, escribano, consejero matrimonial, cazador de serpientes, técnico y jugador de fútbol, chofer de ambulancia y amigo, entre otras múltiples facetas, cumplió el polifuncional “Negro” González  como director de la Escuela 576 de Campo Grande, durante más de dos décadas y siempre acompañado por su esposa. Sus últimos dos años los cumplió en la 403 de Campo Ramón y se retiró en 1994.
La pared repleta de recuerdos remite a los años de director y los afectos cosechados. “Cuando nos jubilamos nos hicieron un fiestón. Cada tanto miramos el video y cada vez lloramos”, confesó.

“El maestro perdió autoridad”
Sobre la actualidad, lamentó que “no hay respeto por nada, para mi la escuela es sagrada porque van nuestros hijos. Nosotros teníamos una escuela rancho y la puerta no tenía llave, pero nunca faltó ni una tiza”.
“Había un respeto total hacia la escuela. Los padres cuando llegaban se sacaban el sombrero. Ahora ni para cantar el himno se sacan la gorra”, agregó.
Recordó que “el director era una institución. Se hacía una fiesta y venía toda la comunidad a compartir un asado. Ni policía hacía falta, pero hoy el maestro perdió autoridad”.
Comentó que en su época existía una disposición que indicaba que los directores tenían que vivir en la escuela. Y ese compromiso excedía largamente la cuestión académica-administrativa. Citó que durante una epidemia de sarampión llegó a aplicar 40 inyecciones por día. Curar a los chicos con sarna, pique y piojos era lo más habitual, recordó.
Como si esto fuera poco cazaba víboras que enviaba al Instituto Malbrán de Buenos Aires, desde donde le retribuían con suero antiofídico para la escuela: “Las cazaba y colocaba en unos tachos que mandaba a Buenos Aites. Una vez le apliqué a un muchacho y se salvó”.

La casa de todos
Para González muchas veces los propios docentes muestran poco interés en la escuela, lo que se propaga a la comunidad.
“Si demostrás que querés lo que estás haciendo, eso impone un respeto. Hoy el maestro va, cumple el horario y dispara, ni en las fiestas están. Antes cada maestro tenían una función en las fiestas, ahora nadie va”, opinó.
Su esposa recordó que no tenían luz ni agua corriente en la escuela donde vivían.
En más de una ocasión, González hizo de escribano en algún negocio entre vecinos.
“Legalmente ese papel que firmaba no tenía ningún valor, pero para ellos tenía un valor tremendo porque estaba firmado por el director”, recordó con orgullo.


Un ejemplo a seguir en Wanda
“Todo lo bueno que ocurre en nuestra escuela, se debe al fuerte compromiso de los docentes, padres y la cooperadora escolar”, señaló Nicasio González, director de la escuela N° 307 del barrio Primavera de Wanda.
El establecimiento educativo fue creado en el año 2005 y el predio tiene una hectárea. Cuenta en la actualidad con 555 alumnos en tres turnos y 25 docentes en todas las áreas.
Mediante el programa Centro de Actividades Infantiles (CAI), todos los días se realizan en contraturno, clases de apoyo en todas las áreas curriculares. En tanto que los sábados a través del mismo programa, se dictan talleres de música, danzas folclóricas y manualidades, entre otros. “Siempre con la merienda reforzada, que nunca se dejó de dar en nuestra Escuela -de lunes a sábado- desde su creación”, relató el Director.
Un párrafo especial merece el plantel docente y la cooperadora escolar. “En el caso de los primeros, tienen en claro que los recreos son para los educandos y no para los docentes”, dijo.
Sobre la cooperadora, que integran los padres, contó: “trabaja si descanso para que a nuestra escuela no le falte nada. Prueba de ello es la renovación total de la red eléctrica y la compra de splits para todas las salas”.

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