El segundo hogar en peligro por la violencia contra las escuelas

Domingo 8 de abril de 2012
Crisis. | La 216 de Ameghino fue robada por sus propios alumnos de primaria. | Foto: Cristian Valdez
(redacción central y Corresponsalías). En la gestación de un pueblo, la escuela era la primera institución que daba identidad a los habitantes y el sentido de pertenecía al lugar. Estaba por encima de la municipalidad y el hospital, que generalmente llegaban después que se asentaba una institución educativa. La escuela era considerada ‘el segundo hogar’, donde los chicos iban a estudiar, se alimentaban, eran vacunados y la familia acompañaba el progreso de la institución. El maestro era la máxima autoridad y muchas veces cumplían varios roles dentro de las sociedades. Pero en los últimos años, algo se rompió en la relación entre escuela y sociedad. Hoy los edificios son atacados por vándalos y hasta por los propios alumnos, que realizan destrozos y dañan el lugar adonde van a estudiar.
Cifras aportadas por la Policía de Misiones dan cuenta que en lo que va del año, se recepcionaron 21 denuncias de robo en escuelas, mayormente en la zona Centro y se esclarecieron cuatro de estos hechos.    Sin embargo, hay un subregistro de ingresos y daños menores no denunciados pero que son una constante de los fines de semana, según reportaron docentes consultados.
Uno de los casos más alarmantes se dio hace una semana en Florentino Ameghino, donde dos alumnos de la escuela 216, de 9 y 11 años, entraron a robar y fueron atrapados por la policía. La situación encendió la alarma en el pequeño pueblo de la zona Centro y hoy el cuerpo docente organiza talleres para capacitar a los padres en la crianza de sus hijos (ver página 9).
Docentes de hoy, contaron las penurias con las que deben luchar diariamente. Mientras que docentes jubilados recordaron el valor que tenían los maestros dentro de la comunidad y lo que significa la escuela para la sociedad (ver página 8).
El Territorio consultó a profesionales para analizar las situaciones de violencia que se viven en las escuelas y todos apuntan a la crisis familiar como centro del problema. Lo que pasa en la escuela no es más que un reflejo de  una sociedad cada vez más violenta (ver página 6).

Récord de robos
La escuela 748 Centro Correntino de Posadas tiene el triste récord de haber sido robada 45 veces en los últimos cuatro años.
Desde hace dos años los docentes pagan un sereno para que cuide la institución desde las 18 hasta 6 del día siguiente. La mayoría de las instituciones de la zona tienen serenos o alarmas para prevenir los robos y el ingreso de los vándalos.
“Hasta con serenos nos llegaron a robar”, recordó Edit Dos Santos, directora de la institución que alberga a 800 alumnos en turno mañana, intermedio y tarde. “Al principio el sereno venía a las 20 y le tuvimos que pedir que entre a las 18  porque nos robaban a esa hora, era increíble”, reconoció.
Los últimos robos se dieron en el verano de este años cuando adolescentes entraron y se llevaron los ventiladores de techo. Para Dos Santos es un problema cultural y que viene de la casa. “Ellos rompen lo que no tienen en la casa y si un alumno trae un caramelo y el otro no tiene lo atacan. La violencia es permanente”.
“El único momento que nos respetan es cuando damos la copa de leche y por eso tenemos asistencia perfecta acá. Para muchos la copa de leche es la única comida del día y por eso vienen todos los días”, destacó.
“Los chicos además de tener hambre, tienen una carencia de afecto y nosotros vemos en los padres que vienen y nos dejan a sus hijos y no se interesan por hacer un seguimiento, tampoco vienen a las reuniónes y muchas veces cuando se los llama por una mala conducta que tuvo su hijo vienen y son más violentos que el hijo con la docente”, agregó Dos Santos, quien lleva 17 años al frente de la institución.

Se llevaron hasta la bandera
Este año la escuela 809 del barrio A4 abrió sus puertas sin la brisa para izar la bandera. También robaron las cortinas y rompieron los vidros de decenas de ventanas. Además el año pasado los ladrones se llevaron las banderas. En total les robaron 22 veces desde que comenzó a funcionar la institución.
“Vienen a jugar al fútbol allá abajo, tiran piedras y rompen los vidrios. No vale la pena pelearse con los que hacen esto. Solo un pedazo de vidrio te sale 170 pesos”, dijo Benicio Landayda, quien hace más de nueve años dirige la escuela.
“Siempre se agarran con las escuelas y con las iglesias. Aprovechan que no hay nadie. Creo que no tienen otra cosa para hacer”, agregó.
“Son muchachadas o chicos, tal vez los mismos chicos de la escuela que no tienen otro lugar donde ir. Ellos hacen de cancha este pasillo, juegan al fútbol. Entonces esta todo roto el cerco perimetral. No tienen dónde ir. Después del informe de El Territorio vino la gente de la Eby preocupada por el barrio, pero si se hubiera preocupado antes tal vez no hubieran sucedido cosas, si se hubieran ocupado de la gente tal vez no hubiera ocurrido la muerte del chico”, disparó el docente en referencia a la muerte del adolescente Marcos Olivera (14) en  manos de una patota en la plaza del barrio en febrero pasado.
“Esta gente tiene mucha bronca, demanda cosas y no le solucionan los problemas, vienen de ser excluidos de la sociedad y otra vez le excluyen acá. Están cansados de ser estadísticas. Hace 13 años que estamos lidiando con la violencia”.
“Hay que ver qué aprendizaje trae de la casa. Tienen un dormitorio, un bañito, duermen todos amontonados, no tienen bienestar, los chicos no tienen lugar donde estar en la casa, entonces están en la calle y qué aprendizaje hay en la calle”, reflexionó.
“Hay que ayudar a la gente con cosas concretas no solo ayudar con consejos. Hay 1369 vivienda, si multiplico a razón de cuatro hijos por familia, tengo 5.476 chicos entre adolescente y niños, nosotros en la escuela tenemos mil, otros mil jóvenes van al Cep 5, acá en el ITEC van unos 500 jóvenes. En total, 2.976 jóvenes y niños que no están escolarizados, qué hacen esos chicos, quién se ocupa, dónde están si no están en la escuela”, se preguntó Landayda.
“Los valores se desgranan. Me preocupan estos chicos que están afuera de la escuela. Nosotros no tenemos la varita mágica, como institución damos todo lo que está a nuestro alcance. Nos desvivimos por los chicos. Ellos acá no faltan ni si llueve, vienen siempre, este es un lugar donde ellos se encuentran y donde se hallan así mismos”, reconoció.

Apuntar al comprador
Juan Salinas es director de la Escuela 835, que se encuentra en Jauretche y Santa Cruz de Posadas. El edificio fue inaugurado en agosto del 2010 y ya sufrió más de 10 ataques.
“En la vacaciones teníamos escuela de verano y nos robaron los sanitarios al mediodía, en pleno día. Es un problema cultural. Lo malo es que hay gente que compra cosas robadas y nadie los sanciona”, lamentó.
“La mayoría de los robos los protagoniza una bandita de chicos, que todo el mundo conoce, que se juntan a drogar y nadie hace nada. Todos saben quiénes son y nadie se anima a hacer nada”, afirmó ofuscado.
Desde hace un mes la comunidad educativa paga un sereno para cuidar la escuela por las noches.
“Tenemos 20 computadoras para instalar y hace dos años no la podemos instalar por miedo a que las roben. Ahora estamos poniendo rejas, pusimos un sereno que vamos a pagar los docentes, pero ni así se detienen, el miércoles a la noche en plena hora de clases en la escuela de adultos entraron y se quisieron llevar la netbook de la directora”, afirmó sobre el último incidente ocurrido hace solo tres días.
Para Carlos Franzen, director de la escuela 828 de Garupá, el problema de los daños a las escuelas es un problema social. “Entran a robar grandes y chicos y como es algo público, que es de todo y a la vez no es de nadie, entonces nadie cuida”, afirmó.
“Hay que cambiar la cultura de la sociedad, porque todos tomamos como natural que entren a robar a una escuela y no tiene que ser así, tenemos que volver a recuperar los valores y darle a la escuela la importancia que tenía”, agregó.

Ausencia de padres
En la zona centro constantemente se conocen hechos vandálicos, tanto en la zona rural como urbana. El punto en común es que son producidos por jóvenes, en muchos casos, son los mismos alumnos.
Varios docentes consultados coinciden plenamente con la directora de la Escuela 216 de Florentino Ameghino, Yolanda Acevedo, quien luego de un nuevo ataque que sufrió la institución por sus alumnos, aseveró que “la escuela se ha convertido en un depósito de chicos”, graficando la poca atención que los padres les dan a sus hijos.

Incumplimiento y rechazo
Tanto en la zona rural como en la urbana la situación es similar, aunque algunos docentes afirman que “los chicos de las ciudades, al tener más posibilidades de acceso a diferentes formas de comunicación son más despiertos y muchas veces por eso se tornan inmanejables”.
Sin embargo en las colonias, en muchos casos la relación que tienen los padres con la escuela no está ligada al aprendizaje del niño, sino a la imposibilidad de cobrar la asignación universal u otro beneficio social si el menor no asiste.
La misma situación se repite todos los años, al momento de la presentación de avales en la oficina de Anses. “Hay padres que cuando necesitan el certificado escolar mandan a sus hijos, luego no vienen más. Entonces los directores nos encontramos en una encrucijada difícil de resolver, porque si no le damos esa familia pierde tal vez el único ingreso que tiene, pero a su vez sabemos que le estamos haciendo un gran daño al chico que no recibe educación”, afirmó la directora de una escuelita rural cercana a Oberá.


Opiniones
“Los chicos  tienen una carencia de afecto y nosotros lo vemos en los padres que vienen y nos dejan a sus hijos y no se interesan por hacer un seguimiento”.
Edit Dos Santos
Directora Escuela 748


“En el barrio tengo 5.476 chicos entre adolescente y niños, nosotros en la escuela tenemos mil, otros mil jóvenes van al Cep 5, acá en el ITEC van unos 500 jóvenes. En total, 2.976 jóvenes y niños que no están escolarizados ¿Qué hacen esos chicos?”.
Benicio Landayda
Director Escuela 809 del A4



Vínculos consolidados
No todas las escuelas son blanco de daños, hay instituciones que poseen un vínculo fuerte con la comunidad y la colaboración mutua se da casi todos los días.
Tal el caso de la Escuela 488 de Picada Mitre, municipio de Campo Ramón. Allí, la directora Juana Zeni destacó la integración que se genera con los padres de los alumnos que asisten, incluso destacó que “en cada oportunidad que se requiere la presencia de los padres, acuden sin dudar, incluso hay veces que se acercan por su propia cuenta a ver si hace falta algo”.
Lo mismo ocurre en la Escuela 461 del paraje La Línea, límite entre Los Helechos y Panambí, si bien en una oportunidad ha sido blanco de los delincuentes, el director Eusebio Monzón considera que “desde la institución se puede trabajar con la comunidad”.
La misma directora de la Escuela 216 de Ameghino, víctima constante de sus propios alumnos, sostuvo que “la comunidad colabora cada vez que se la requiere, pero los alumnos con problemas familiares son los que reaccionan violentamente contra la escuela”.

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