La crisis de valores y la falta de afecto se manifiestan en la escuela

Domingo 8 de abril de 2012
Según observan los especialistas, así como la sociedad actual vive una crisis de valores, donde el afecto es relegado y el rol de las instituciones es difuso, también estas situaciones repercuten directamente en la escuela y a veces se manifiestan en daños físicos hacia el establecimiento educativo. Por eso, el fenómeno de la relación escuela-violencia debe analizarse desde una mirada multi-causal.
Por un lado, Pablo Vain, doctor en educación y docente-investigador de la Facultad de Humanidades de la Unam, entre otros múltiples factores, considera que la violencia aparece “cuando la institución se convierte en una máquina de vigilar y castigar, como diría Foucault. Cuando el único recurso al que apelan muchos docentes, es la amenaza de las amonestaciones o la baja nota. Cuando los temas que se trabajan están muy lejos de los intereses de los niños y los jóvenes... Eso es la violencia de la escuela, que puede provocar estas reacciones, que no justificamos, pero tratamos de comprender”.
Por otro lado, desde la psicología social, Raúl Gallardo consideró que “la educación empieza en la familia y hoy la familia fue moviendo los roles. La autoridad antes era el padre y la madre. Este corrimiento de la autoridad y descalificación permanente de la autoridad, en algún momento y lugar tiene que explotar y explota en la escuela en donde el niño reclama lo que no encuentra en la familia”.
 Ambos profesionales coincidieron que desde la gestión escolar se deberían generar otras estrategias para promover la participación de la familia y fortalecer los valores y el respeto hacia la institución.

Una mirada multicausal
Desde España, donde actualmente está realizando una especialización, vía correo electrónico, Pablo Vain, director del doctorado en Ciencias Humanas y Sociales de la Unam, contestó algunas preguntas en base a la temática:

Por qué la crisis social se expresa en violencia en daños físicos hacia la institución?
Creo que el fenómeno de la relación entre escuela y violencia debe ser tratado desde una mirada multi-causal. Una colega argentina que ha estudiado mucho este fenómeno, Carina Kaplan, destaca tres modos de esta relación: violencia de la escuela, en la escuela y hacia la escuela. El primero, remite al modo en que la escuela ejerce violencia sobre sus habitantes y en particular, sobre los que menos poder tienen, que son los alumnos. El segundo, nos habla de la manera en que la violencia transcurre al interior de la escuela, entre los alumnos, por ejemplo. Y el tercero, a cuando la escuela se convierte en objeto de la violencia, y con esto digo objeto material. Y me parece que este último modo, no puede analizarse al margen de los otros.

¿Por qué ciertos actores sociales eligen la escuela como blanco de ejercicio de la violencia? Habría que preguntarse, qué ha sido para ellos la escuela, qué ha significado en sus vidas.
En una investigación que realicé hace unos años, encontré esta historia. En una clase de Tecnología la maestra señaló: - ¿Qué pasa chicos, porque no han traído el material para hacer el regalo del Día de la Madre, es que no quieren a su Mamá?-. Uno de los niños dice: -Yo no...- Entonces la maestra comenta: - Pero... no puede ser, tienen que traer el material-. En un recreo me acerco al niño y conversando supe que hacía muy poco tiempo su madre había abandonado el hogar, dejándolo a él y su hermano menor con su padre, quienes infructuosamente buscaron a la madre por días y días. Sin embargo, vemos un alumno que dice no querer a su madre y un maestro que lo ignora. Y creo que esto nos muestra, como se construyen significados en torno a la escuela. ¿Puede tener ese niño un buen recuerdo sobre la escuela, en la que no fue escuchado respecto a su drama fa-miliar?
Existe un fenómeno psíquico que es el investimiento, que podríamos decir, consiste en depositar energía afectiva en objetos y lugares. Por ejemplo, cuando nos encontramos a gusto en nuestra casa, la vamos cargando de afecto, en sus lugares, sus colores, sus olores, sus objetos. Habría que preguntarse qué hizo la escuela, por esos sujetos que en lugar de cargarla de afecto, la dañan o la destruyen.

En diálogos con docentes, suele aparecer la crítica hacia el desinterés de la familia por la escuela, ¿cómo fue este proceso de divorcio entre la comunidad y la escuela?
Bajo el discurso de la modernidad, la escuela prometió a las familias, en nombre del estado, transformarse en la herramienta que haría posible la inclusión y la movilidad social ascendente de sus hijos. Pero el sueño de que -igualdad educativa mediante- los sectores marginados tendrían la oportunidad de insertarse en los estratos superiores de la sociedad, no iba a cumplirse más que parcialmente y solo en función de las necesidades de expansión del capitalismo.
La escuela ya no es vista como una oportunidad para crecer, desarrollarse y conseguir empleo.
Pero además, en muchos casos -no siempre, quiero destacarlo- a las familias se las convoca si un chico se “porta mal” o para que aporte a la cooperadora. Creo que la gestión escolar debería generar otras estrategias para promover la participación de la familia. Hay en nuestra provincia algunas muy interesantes, pero son aisladas. No hay un verdadero proyecto, desde las autoridades de educación, que tienda a ello.

Igualmente, en los barrios de bajos recursos, la escuela sigue siendo el segundo hogar y un lugar de contención muy importante, sin embargo, son las que más daños sufren en la estructura edilicia, ¿cómo explica esto?
Por lo expuesto antes. La escuela no siempre contiene, escucha o propone prácticas inclusivas. Y eso es vivido por sus alumnos como violento y lo es. Toda vez que se excluye, se genera violencia. Pero es cierto, aún así la escuela sigue siendo, paradójicamente, un lugar que puede contener. Por eso creo que hay que apostar a la escuela, pero a una escuela de la inclusión.

Desde la psicología
“Hoy la escuela es la caja de resonancia de lo social y conlleva situaciones que se tienen que pensar. Esa violencia está dentro de las enfermedades sociales”, analizó el psicólogo social, Raúl Gallardo y luego agregó: “esa conducta violencia que explota en la escuela si empezamos a buscar seguramente nos va a llevar a la familia”.
En este sentido, el especialista ejemplificó: “Si papá y mamá salen de casa y hay un corrimiento de roles y el niño antes solo se dedicaba a estudiar a jugar en la plaza y hoy pasa mucho tiempo solo y hace quemar etapa. Esa soledad en la que vive el niño se construye con el individuo. Voy solo a la escuela, no desayuno, hago los deberes solo sin nadie que me controle y si no los hago no pasa nada”.
Para Gallardo, hoy en día “nadie sabe en qué puesto juega dentro de la sociedad y todos nos lavamos las manos y no nos hacemos cargo del problema. Creo que el núcleo de la conflictiva está en la familia, hay poco diálogo, poco espacio para compartir, poco espacio para el afecto”.
A su vez, cada escuela es una familia y tiene normas propias, dice el profesional. “Esa institución que era apoyada por los padres desde las cooperadoras, hoy entró en crisis. En algunas sigue vigente y funciona muy bien y en otras va camino a desaparecer, pero eso es parte del proceso de desintegración que viene ocurriendo en la familia”.
Pero también hay que tener en cuenta que existe una violencia estructural, denunció Gallardo, “donde faltan recursos, donde hay mucha pobreza, donde los sueldos no son acordes con la realidad. Hay muchos de nuestros adolescentes que no están en el sistema escolar ni laboral y esa gente que esta fuera del sistema. El 40 por ciento de la población está por debajo de la línea de la pobreza y no tiene derechos básicos como la educación, la salud, el trabajo que son derechos universales y todo eso también es violencia”.
Por eso, Gallardo propuso soluciones o alternativas con el objetivo de prevenir y erradicar la agresividad en y hacia la institución educativa: “No tenemos que naturalizar la violencia, hay que fortalecer las relaciones humanas. Hoy los docentes están con miedo de perder su trabajo y el alumno también tienen miedo pero a diferencia del docente ataca, rompe destruye. Hay que pensar para adelante y buscar fortalecer desde el Estado la relación de la escuela y el hogar. Sumemos profesionales, trabajadores sociales, psicólogos, que trabajen junto a la institución para pensar la escuela y la relación con la familia”.


Opinión
Gloria Fernández
Docente y coord. del Instituto de Formación Docente de la Normal Mixta

El peligro de las escuelas-islas
Mi mirada es desde adentro de la escuela y creo que las concepciones de escuela- isla están muy presentes en las distintas comunidades. Cuando las familias no se sienten miembros de la escuela, cuando desde la escuela no se trabaja de igual a igual con los chicos y las familias y no se trabaja sobre la participación activa en la conservación y el respeto por los ciudadanos que efectúan pagos de impuestos, etc,  para que la escuela funcione, es decir, no se podrá avanzar si no se revierte la idea que la sociedad misionera o posadeña tiene de las escuelas y docentes. Las escuelas-islas siguen construyéndose de la mano de los mismos funcionarios de educación, desde los discursos grandilocuentes se ha venido desprestigiando sistemáticamente el trabajo de los educadores. El respeto por la tarea docente ha desaparecido y hoy es evidente y público desde el mismo gobierno, esto indefectiblemente produce un efecto hacia el lugar donde se congregan: las escuelas (...)  Generalmente las escuelas más violentadas son aquellas en que desde adentro hay manifestaciones de violencia sobre todo verbal y simbólica. Desde el solo saludo al ingreso escolar se percibe el malestar entre todos los actores. Muchas veces desde adentro de la escuela se observa el abandono y la dejadez del edificio escolar. Creo que también habría que ver por qué muchos directivos abandonan  (abandono simbólico) la escuela.

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