“Aprovecha la confianza para seducir, someter y abusar”

Domingo 7 de octubre de 2012
La psiquiatra Norma Lapuente de Acosta es médica forense y constantemente estudia los casos en que ha participado y busca nuevos enfoques de sus tratamientos. Hace más de diez años que empezó a formar lo que hoy es el Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial y, aunque no tomó contacto directo con los casos de abuso seguido de muerte en Puerto Esperanza, Santa Ana y Puerto Rico, donde fueron brutalmente violadas y asesinadas adolescentes que luego fueron arrojadas en malezales, está segura que la primera arma de todos los abusadores es la relación de confianza que tenían con las víctimas. “En general existe todo un proceso que empieza quizás cuando las víctimas eran más chicas, donde el violador se fue acercando de a poco y terminó abusando de ellas. No es la imagen del violador al acecho que las espera en un descampado, hay más bien un desarrollo de lo que luego consideran una conquista”, dijo Acosta, refiriéndose a que, por lo general, en los casos de abuso y, puntualmente por lo que se sabe de los casos recientes mencionados, los atacantes no eran desconocidos de las víctimas.
“En muchos casos de abusos vemos que hay una cuestión de poder, un acercamiento y un sometimiento que puede darse a lo largo de varios años”, dijo Acosta.
Con respecto al desenlace de muerte, opinó que, en muchos casos que ha investigado, no necesariamente los violadores quieren matar, sino que en su afán de someter a una víctima que se resiste, y al ser por lo general mucho más fuertes que ella, usan la fuerza de manera desmedida para vencerla y terminan matándola a golpes de puño o con palos.

El entorno cercano
En una investigación estadística de Norma Acosta, realizada con 73 casos entre 2002 y 2010 en la Primera Circunscripción Judicial de Misiones, encontró que hubo 78 agresores, 100 víctimas de entre 2 y 22 años y 95 de ellas eran mujeres. De estas mujeres, nueve resultaron embarazadas por las violaciones, cinco de ellas fueron víctimas de sus padres, dos de sus padrastros, sólo dos de ellas por personas desconocidas y las demás por conocidos o allegados. Esto es lo que refuerza la teoría de que los abusadores, en los casos investigados, no están lejos de las víctimas, ya que de las 100 víctimas, sólo dos fueron abusadas por desconocidos.
Acosta pudo establecer en su investigación que estos datos coinciden también con estadísticas de varios países de Latinoamérica, razón por la que siempre los pesquisas indagan siempre en primer lugar el entorno de la víctima.

El abuso en la historia social
Según destacó Acosta, es a tener en cuenta que en todos los casos se trata de menores de edad y que los abusos de este tipo fueron castigados y penados en las leyes más antiguas de la historia de la civilización. Desde el Antiguo Testamento, las leyes del Antiguo Egipto, Grecia y Roma hasta las leyes precolombinas ya tenían en consideración este tipo de hechos.
“Los abusos que suceden no son producto de la sociedad de hoy, puede ser que algunas cosas faciliten o incentiven, pero es algo que ocurre desde hace muchísimo tiempo en las sociedades. Pero es cierto que hoy hay muchos lugares para denunciar, grupos de asistencia a las víctimas y demás. Como dice un reconocido autor sobre el abuso y el maltrato a la mujer en general, Eduardo Menéndez, ‘Lo que es nuevo es que se lo considere violencia’”, aseguró la psiquiatra Acosta, quien supo tratar a los más peligrosos hombres condenados en Misiones, como Bertoldo Roberto Neumann Rojas, a quien le diagnosticó hace unos años un cuadro de psicopatía, un trastorno de la personalidad que, según la ciencia, es irreversible.

La época del año
Norma Acosta también comentó que en algún momento, dentro del Cuerpo Médico Forense, decidieron estudiar si tenía algo que ver el hecho de que había menos casos de abuso en invierno que en verano y más en otoño y principalmente en la primavera.
Pero, según aseguró, cuando se pusieron a analizar los hechos tratados, se dieron cuenta de que en la mayoría de los hechos el lugar del abuso era el seno familiar, la casa, por lo que el hecho de que sucedían o no porque la gente salía de sus casas fue descartado. De todas maneras, no rechaza la idea de que se realice algún tipo de estudio más profundo en el futuro.

¿Son enfermos?
Otro dato que comentó la psiquiatra Norma Acosta es que, a pesar de los hechos perversos que han cometido en los casos juzgados que ella ha indagado, ninguno de los 78 acusados fueron considerados “enfermos” mentalmente ni con trastornos de la personalidad. “Cuando la gente dice ‘es una locura lo que hizo’, quizás es una manera de expresar lo terrible del hecho, pero eso no quiere decir que sea un loco ni que tenga problemas mentales. En los casos analizados, algunos en los que yo tuve participación como perito, no se detectó que alguno de los acusados tuviera enfermedades mentales”.
De todas maneras, según aseguró, al analizar algunos expedientes en concreto, encontró que, realizando un enfoque multidisciplinario, podrían llegar a determinar realmente si son enfermos mentales. “Algo más hay que investigar: determinar si hay o no trastornos de personalidad; pero esa sería una pregunta a contestar”.
Con respecto a las características de un abusador o un violento, Acosta aseguró que “si bien hay rasgos generales, es muy difícil detectarlos antes de los hechos porque en la mayoría de los casos se muestran como personas ejemplares, padres dedicados y responsables, que no levantarían sospechas, pero en la intimidad son abusadores. En casi todos los hechos, los informes socioambientales de la Policía, que son bastante básicos, determinan que los vecinos hablan bien de los acusados”.
Entre otros hechos, analizó el caso del director técnico y licenciado en Letras Luis Vargas, que fue condenado a 40 años de cárcel por someter sexualmente y fotografiar a sus alumnos de fútbol en Posadas. Y finalizó: “Es importante recalcar a que hay que cuidar a los niños y a los adolescentes y enseñarles conductas preventivas, principalmente de su entorno cercano, porque a veces el hogar, la escuela, la iglesia, la escuela o las clases de fútbol, lugares que uno respeta y admira, se vuelven inseguros para ellos. Hay que siempre estar atentos para ver qué hacen los chicos, qué dicen, darles confianza de ellos mismos y tomarse muy en serio si dicen algo, por más raro que parezca”.


Casi la mitad está por abusos
De los 283 internos alojados en la Unidad Penal II de Oberá, 129 están acusados por violación, cifra que refleja la incidencia de los delitos sexuales en la Zona Centro. En tanto, la mitad de los juicios que se debaten en el Tribunal Penal I de esta localidad obedecen a delitos sexuales.
“Lamentablemente la situación es cada vez peor. Es posible que la idiosincrasia tenga algo que ver, es posible que la promiscuidad y el hacinamiento en que viven muchas familias incidan, porque vemos que en muchos casos el abuso es intrafamiliar. Son factores que confluyen y las secuelas para las víctimas son aberrantes”, alertó el juez Francisco Aguirre, presidente del Tribunal Penal I.
La semana pasada, en diálogo con El Territorio, Aguirre no subestimó la gravedad del cuadro y brindó estadísticas que permiten dimensionar el problema.
“Es una situación muy grave y preocupante. Estamos realmente asombrados por la cantidad de delitos sexuales que tenemos en nuestra zona. Por mes en el Tribunal Penal tenemos entre ocho y diez debates, y el 50 por ciento son juicios por delitos sexuales. Y es demasiado”, subrayó.
En este contexto, opinó que “la solución se debería canalizar a través de la educación. Trabajando en prevención y en que se denuncien todos los casos, y para eso sería necesario convocar a especialistas que trabajen en el tema”.

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