El perverso plan para matar a la suegra que salió a la luz en Guaraní

Domingo 29 de mayo de 2016
Los tres implicados fueron detenidos tres meses después del homicidio.
Corría el año 1982, la sociedad atravesaba los últimos años de la más nefasta y sangrienta dictadura militar. El 2 de abril, el país se despertaba con la noticia de que la Argentina había recuperado la soberanía de las Islas Malvinas, tras el sorpresivo arribo de tropas del Ejército, lo cual fue replicado por el gobierno británico, dando lugar a 74 días de una guerra dispar y con la muerte de más de 600 jóvenes soldados argentinos.
Como no ser de otra manera, la situación de Malvinas por esos días acaparó la atención de todos. Los misioneros leían El Territorio para saber cómo iba el conflicto bélico en el cual participaban muchos de sus hijos, nietos, sobrinos o amigos. Pero mientras pasaban esas páginas, también se encontraban con una cruenta historia familiar suscitada en Colonia Guaraní.
Una minuciosa pesquisa realizada por la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional II de Policía dejaba al descubierto una perversa trama en la que tres personas intervinieron para acabar con la vida de una anciana de 74 años identificada como Natalia Natiuk Okomoniuk.
La mujer apareció ahorcada dentro de su vivienda el 21 de enero de ese año, la Justicia cerró el caso como un suicidio y ordenó que el cuerpo sea entregado a sus familiares para su correspondiente inhumación.
Sin embargo, los pesquisas no quedaron del todo conformes con la resolución. Con el correr de la investigación fueron encontrando pistas que derivaron en el esclarecimiento del hecho.
Tras varios meses instalados en la zona, los policías lograron reconstruir que la víctima mantenía notorias diferencias con su yerno, Eden Levi Ramos, de 31 años en ese entonces.
Los efectivos indagaron en silencio sobre él y establecieron que sólo en enero había realizado tres viajes a Mojón Grande, donde iba a encontrarse con su hermano, Abel Aníbal Ramos, diez años menor, con quien no mantenía una muy buena relación pero al parecer planeaban algo juntos.
Todas las sospechas se acrecentaron cuando constataron que, al momento de la muerte de la anciana, el menor de los hermanos se encontraba “casualmente” de visita en Guaraní.
Paralelamente, el juez que tenía la causa ordenó exhumar el cadáver de la víctima y someterlo a un examen de autopsia, cuyos resultados fueron contundentes: la anciana presentaba signos de violencia externas al ahorcamiento.
De inmediato, Eden fue detenido como sospechoso del homicidio y, al ser indagado, confesó el crimen entre lágrimas. Tres meses después del hecho, el sujeto relató que, cansado del maltrato y las difamaciones sufridas por la anciana, decidió matarla y montar el escenario para que todo parezca un suicidio.
Para ello se valió de su hermano menor, a quien ofreció 10 millones de pesos y un título de propiedad como recompensa. De esa forma, el 20 de enero a las 6, ambos redujeron a la anciana y, mientras Abel la atajaba, Eden le cruzó un trapo por el cuello hasta asfixiarla. Luego, la llevaron hasta la cocina, donde la dejaron atada a un tirante e hicieron caer una silla debajo para simular el suicidio.

Cruento pasado de la hija
A todo esto, aún faltaba determinar el rol de una persona más que importante: Lidia Okomoniuk de Ramos, hija de la víctima. Según confesó su marido, la mujer que en ese momento tenía 36 años fue cómplice y dio el consentimiento para concretar el sórdido plan. La historia se reconstruyó y los tres fueron presos.
Sin embargo, la cruenta historia no culminó allí. En esa instancia, la Policía constató además que Okomoniuk hija tenía un antecedente más que macabro. Diez años antes, cuando residía en Panambí, había asesinado a su anterior pareja golpeándolo con un objeto contundente, descuartizado su cadáver, cocinado los restos y enterrándolo en el patio de la casa.
Por ese hecho, Lidia estuvo varios años en prisión, hasta que recuperó la libertad y se juntó con Eden, con quien también recuperó su instinto asesino, esta vez contra su propia madre.
Los tres sujetos cumplieron sus condenas en prisión y se reintegraron a la sociedad, pero tanto Lidia como Eden fallecieron por distintas circunstancias, en tanto que de Abel nadie sabe nada en la colonia. Su paradero se transformó en una incógnita. Hoy tendría que tener 55 años y podría haber sido visto en alguna colonia sin que nadie sospechara sobre su pasado.

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