“Cuando tuvimos nuestro primer foco hicimos una gran fiesta”
Domingo 17 de julio de 2011
En las zonas rurales la situación de los usuarios con la energía eléctrica, ha cambiado mucho en los últimos tres años gracias a la finalización del asfalto de la ruta 2 que hoy llega hasta los Saltos del Moconá.
“Antes nos teníamos que alumbrar con sol de noche o faroles a kerosene. Yo tengo luz desde hace tres años. Recuerdo que el día que tuvimos nuestro primer foco hicimos una gran fiesta con los vecinos en un galpón de almacenar tabaco”, contó José Olivera, de Colonia Paraíso.
Más costos y trabajo
Los usuarios de las chacras tienen que comprar y colocar la caja, el medidor, los postes y hasta el transformador. Después de preparar el tendido viene Emsa y finaliza las instalaciones. El costo de los materiales, sumado a la instalación, les cuesta a los colonos entre cinco y diez mil pesos si es una conexión básica. Luego, el usuario presenta las facturas de los materiales a Emsa y “si les avisás te descuentan del consumo pero si te olvidás de decirles no lo hacen”, contó un vecino del paraje San Ignacio que pasó por esa situación.
Carolina, Fernando y Luna Rodríguez llegaron desde Buenos Aires hace cinco meses y se instalaron en una chacra ubicada en el paraje San Ignacio, a doce kilòmetros de El Soberbio. “Todavía no pudimos hacer la conexión de la luz porque los cables y los materiales para conectarla nos salen muy caros”, contó Carolina.
Acostumbrarse a la vida de la chacra no les ha resultado fácil. “Llegamos y nos encontramos con esta situación, así que nos alumbramos con un sol de noche, velas y un farol a kerosene. Ahora en invierno es más difícil porque a las seis de la tarde ya oscurece. Nuestro día ahora es bastante corto y aburrido hasta que hagamos la conexión.”, cuentan.
Pero de a poco se están acomodando y hace una semana lograron recaudar el dinero para comprar los materiales y conectar la luz. “Ahora vamos a levantar los postes con la ayuda de los vecinos y luego llamaremos a Emsa para que termine de instalarnos”.
Derroches
Un electricista de la zona, Sebastián Alanís, explicó a El Territorio que “uno de los problemas más serios que tienen las instalaciones eléctricas de El Soberbio es la utilización del cable San Martín que genera mucha resistencia, un consumo mayor y una caída de tensión”.
Otra falla importante la producen los aserraderos y demás industrias que tienen muchos motores sin sus correspondientes capacitores para corregir la potencia reactiva, generando un consumo excesivo. Esto, además de recalentar los transformadores de las casas, produce una caída de tensión. “Por ejemplo, en un barrio donde se podría alumbrar cinco casas, se alumbran tres que terminan siendo alimentadas con caída de tensión (bajo voltaje)”.
Otro gran derroche de electricidad que se produce en la zona del Alto Uruguay viene de la mano con las duchas eléctricas que tienen la gran mayoría de las viviendas. Cada ducha consume el equivalente de cuatro aires acondicionados de 4000 frigorías. Para darnos cuenta de la magnitud del consumo el especialista efectuó una interesante comparación: “un microonda Sigma modelo MWS - 17 M tiene una potencia máxima de 1100 wat. Una ducha eléctrica Lorenzatti de tamaño normal consume 5500 wat. O sea que cada ducha consume como cinco microondas”, explica. Además, según el especialista, “la ducha eléctrica no es segura porque está la resistencia en permanente contacto con el agua y cualquier cable a tierra o en el neutro tendría como una muy probable consecuencia, una descarga eléctrica que puede llegar a ser recibida por el usuario”.
Teniendo en cuenta que tanto en las zonas rurales como en el pueblo, un 99 por ciento carecen de diferenciales que, cabe destacar, son obligatorios según normativas AEA (Asociación Eléctrica Argentina).Llevan a que esto sea un comportamiento de altísimo riesgo eirresponsabilidad por parte del usuario y de la empresa que les permite tener luz sin los elementos necesarios y obligatorios.
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“Antes nos teníamos que alumbrar con sol de noche o faroles a kerosene. Yo tengo luz desde hace tres años. Recuerdo que el día que tuvimos nuestro primer foco hicimos una gran fiesta con los vecinos en un galpón de almacenar tabaco”, contó José Olivera, de Colonia Paraíso.
Los usuarios de las chacras tienen que comprar y colocar la caja, el medidor, los postes y hasta el transformador. Después de preparar el tendido viene Emsa y finaliza las instalaciones. El costo de los materiales, sumado a la instalación, les cuesta a los colonos entre cinco y diez mil pesos si es una conexión básica. Luego, el usuario presenta las facturas de los materiales a Emsa y “si les avisás te descuentan del consumo pero si te olvidás de decirles no lo hacen”, contó un vecino del paraje San Ignacio que pasó por esa situación.
Carolina, Fernando y Luna Rodríguez llegaron desde Buenos Aires hace cinco meses y se instalaron en una chacra ubicada en el paraje San Ignacio, a doce kilòmetros de El Soberbio. “Todavía no pudimos hacer la conexión de la luz porque los cables y los materiales para conectarla nos salen muy caros”, contó Carolina.
Acostumbrarse a la vida de la chacra no les ha resultado fácil. “Llegamos y nos encontramos con esta situación, así que nos alumbramos con un sol de noche, velas y un farol a kerosene. Ahora en invierno es más difícil porque a las seis de la tarde ya oscurece. Nuestro día ahora es bastante corto y aburrido hasta que hagamos la conexión.”, cuentan.
Pero de a poco se están acomodando y hace una semana lograron recaudar el dinero para comprar los materiales y conectar la luz. “Ahora vamos a levantar los postes con la ayuda de los vecinos y luego llamaremos a Emsa para que termine de instalarnos”.
Derroches
Un electricista de la zona, Sebastián Alanís, explicó a El Territorio que “uno de los problemas más serios que tienen las instalaciones eléctricas de El Soberbio es la utilización del cable San Martín que genera mucha resistencia, un consumo mayor y una caída de tensión”.
Otra falla importante la producen los aserraderos y demás industrias que tienen muchos motores sin sus correspondientes capacitores para corregir la potencia reactiva, generando un consumo excesivo. Esto, además de recalentar los transformadores de las casas, produce una caída de tensión. “Por ejemplo, en un barrio donde se podría alumbrar cinco casas, se alumbran tres que terminan siendo alimentadas con caída de tensión (bajo voltaje)”.
Otro gran derroche de electricidad que se produce en la zona del Alto Uruguay viene de la mano con las duchas eléctricas que tienen la gran mayoría de las viviendas. Cada ducha consume el equivalente de cuatro aires acondicionados de 4000 frigorías. Para darnos cuenta de la magnitud del consumo el especialista efectuó una interesante comparación: “un microonda Sigma modelo MWS - 17 M tiene una potencia máxima de 1100 wat. Una ducha eléctrica Lorenzatti de tamaño normal consume 5500 wat. O sea que cada ducha consume como cinco microondas”, explica. Además, según el especialista, “la ducha eléctrica no es segura porque está la resistencia en permanente contacto con el agua y cualquier cable a tierra o en el neutro tendría como una muy probable consecuencia, una descarga eléctrica que puede llegar a ser recibida por el usuario”.
Teniendo en cuenta que tanto en las zonas rurales como en el pueblo, un 99 por ciento carecen de diferenciales que, cabe destacar, son obligatorios según normativas AEA (Asociación Eléctrica Argentina).Llevan a que esto sea un comportamiento de altísimo riesgo eirresponsabilidad por parte del usuario y de la empresa que les permite tener luz sin los elementos necesarios y obligatorios.
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