El arte y el deporte también se sumaron a la causa nacional

Domingo 26 de octubre de 2014
La guerra de Malvinas despertó la conciencia solidaria del pueblo argentino. Todo el país cedió hasta lo que no tenía con el fin de aportar un granito de arena y así ayudar a los jóvenes soldados.
Artistas y deportistas hicieron lo suyo organizando festivales, torneos y subasta de obras. En Misiones hubo un poco de todo eso con el objetivo de aportar al Fondo Patriótico Malvinas.
Músicos como los Hermanos Acuña encabezaron un festival en Eldorado; el basquetbolista Ernesto "Finito" Gehrmann llevó adelante un torneo a beneficio; hubo también una carrera automovilística y gran cantidad de artistas donaron sus cuadros a una subasta pública en mayo de 1982.
Más de tres décadas pasaron de aquel hecho. Carlos Acuña (67), músico eldoradense de amplia trayectoria recuerda: “Fue todo un acontecimiento porque nos levantamos un día con que las Malvinas estaban tomadas. En ese momento nosotros estábamos atentos a la solidaridad porque sabíamos que teníamos que estar con la patria”.
En Buenos Aires se llevó adelante el programa “Las 24 horas por Malvinas”, el 9 de mayo del 82, conducido por Cacho Fontana y Pinky Satragno. Fue la mayor colecta de la historia argentina en la que participaron actores, artistas y, por supuesto, la ciudadanía en general, que llevaban su aporte a las puertas del canal ATC (actualmente Canal 7).
Por otra parte, Diego Maradona, Guillermo Vilas y la selección argentina donaron dinero; Astor Piazzolla se desprendió de su bandoneón; Mirtha Legrand organizó un desfile que tuvo a Moria Casán y Susana Giménez como principales divas.
Músicos exiliados por la dictadura como Litto Nebbia en conjunto con Luis Alberto Spinetta y Charly García convocaron un gran número de personas en un recital solidario.
“La gente se solidariza con nuestro jóvenes y familiares que estaban allá. Cuando se creó el Fondo Patriótico nosotros nos hicimos eco de esa solidaridad. Ese fue el espíritu que animó a que nosotros ofrezcamos desde nuestra humilde posición tratar de solidarizarnos y juntar los fondos que sean necesarios. Sabíamos que en otros lugares del país se estaba haciendo eso. Entonces no queríamos estar ajenos a esa realidad”, rememoró Carlos.
Sin embargo, el compromiso no era con la injusta guerra, sino con los jóvenes inexpertos que fueron a pelear en nombre de la patria. Muchachos eldoradenses a los cuales llegó a conocer. Algunos volvieron, pero otros se quedaron en las islas. El músico tiene una postura crítica al respecto. “Conocía a muchos de acá de Eldorado que han participado. Chicos que una semana antes estaban acá y después nos enteramos que los llevaron para allá. Chicos sin experiencia de nada de lo que es una preparación militar y se fueron a enfrentar a un país imperialista. Después nos enteramos de que supuestamente íbamos ganando. Los que teníamos dos dedos de frente nos dábamos cuenta de que eso no podía ser verdad porque nos estábamos enfrentando a un ejército profesional y con toda la ayuda que tenían”, sostuvo.
Al festival, recuerda Carlos, concurrió un gran número de personas. Las donaciones se tradujeron en vendas, gasas, alimentos no perecederos, alcohol, ropa. La totalidad de lo que se juntó ese día quedó en manos de Defensa Civil.
“Creo que como a todos los argentinos, profundamente, nos enteramos después de todo lo que había pasado. Una cosa es lo que cuentan los medios y lo otro lo que fue. Lo que vino después no hacía más que pintar una cruel realidad. Ellos nos cuentan el horror de la guerra, la necesidad que pasaron, muy lamentable. Eso nos deja marcados a todos”, se lamentó.

Subasta pública
En mayo del 82 los artistas plásticos de la tierra colorada donaron sus obras para la subasta pública de obras de arte con destino al Fondo Provincial de Ayuda, convocados por la Dirección General de Cultura de la Provincia.
Quienes habían cedido amablemente sus cuadros para el remate fueron, sólo por nombrar algunos, Marcos “Colorín” Otaño, Martha Maciel, Bernardo Neumann, Zygmund Kowalski, Susana Irigarai, Chiquitina y Ernesto Engels, Juan Carlos Solís, Beatriz Lisboa y Nélida Puerta de Espinato.


Una directora que incentivó una colecta por los soldados Oberá (corresponsalía). Desde las escuelas primarias se motivó para que las familias y los alumnos envíen ayuda alimentaria y hasta cartas reconociendo el valor de los jóvenes soldados en Malvinas. En Oberá una de las instituciones fue la Escuela Nº 185.
Alba Yolanda Mattosso (80), fue la directora de la institución educativa y en una reunión con los docentes solicitó que en cada grado los maestros motiven a los alumnos y familiares para realizar una colecta y enviar a los soldados.
La ex directora recordó esa época con cariño y hasta fue honesta con la propia historia, ya que el hijo Víctor “Cacho” Nilsson estuvo en el cuartel esperando el turno para ser enviado a luchar por las tierras Argentinas.
“Los chicos se preparaban en la escuela, hacían cartitas, algunos juntaban flores, chocolates, alimentos no perecederos, para mandar”, dijo Alba buscando los recuerdos de su memoria.
La idea surgió porque maestras y alumnos tenían familiares en la guerra, “entre los docentes y alumnos algunos tenían hermanos, tíos, conocidos, entonces las cosas se juntaban en un galpón que estaba frente a la escuela y se vendía materiales de construcción”.
Todas las maestras en sus grados tenían que incentivar al chico a ser solidario por lo menos a mandar un cariño, una contención para los soldados de nuestro país. Fue importante la cantidad de cosas que se enviaron, todo de forma voluntaria, por la escuela pasaba el camión de Gendarmería para llevar todo.
“Nunca supimos si llegó a destino porque no se hacía un seguimiento y no había tantos medios de comunicación como ahora”, explico Mattosso.

Historia particular
Alba mientras fue directora, también tuvo que sufrir al pensar que su hijo Víctor podría ser enviado a Malvinas y por ese motivo hasta pensó sacar del país para que eso no suceda, pero el soldado Nilsson solo quedó convocado en el cuartel.
“Yo trate de hacer todo lo posible, hasta de mandarle a otro lado con tal de que él no vaya, el estaba en la lista para ir pero no le toco y si le tocaba yo le mandaba a otro lado”, reconoció la madre de una manera firme en su decisión de ese momento.
En esa época “la gente estaba convulsionada, con miedo”, aclaró Alba, indicando además que “los medios manejaban todo en potencial, dicen, parecen, según y no se arriesgaban a decir lo que estaba pasando”.
Era la única docente que tenía a su hijo en capilla para irse, “esos momentos eran de pánico, afligida y desorientada”, recordó con un poco de emoción.

Por Elena Hipólito
sociedad@elterritorio.com.ar


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