Las ciudades del futuro y el desafío de superar inequidades

Domingo 24 de abril de 2011
El desafío de ser sustentable. | ciudades para armar
 (Redacción Central y Red de Diarios). En la semana donde se celebró el día mundial de la Tierra la Red de Diarios, que integra El Territorio, elaboró un informe sobre los  proyectos de ciudades sustentables que hay en el país.
Las nuevas ciudades que se proyectan tienen como concepto prioritario el de transformarse en sustentables. Los equipos de trabajo, se encuentran en la fase de recolección de datos para empezar las planificaciones. Con Medellín y Curitiba, Latinoamérica muestra ejemplos en el desarrollo sustentable de las ciudades.
Pero qué significa para los habitantes, que sus ciudades se transformen en sustentables. El arquitecto colombiano Jorge Pérez Jaramillo, quien integró el equipo que rediseñó Medellín, explicó a El Territorio que una ciudad sustentable es “una ciudad en equilibrio con el entorno natural, que se desarrolle a partir de una visión compartida, de largo plazo y con responsabilidad, un modelo de desarrollo humano y territorial, que asegure viabilidad social, económica y espacial”.
Vía e-mail, el profesional que llegará a Posadas mañana para contar su experiencia agregó: “debe ser una ciudad que consuma elementos en forma racional, minimizando consumos, emisiones y destrucción y garantizando viabilidad hacia el futuro. Una ciudad que consiga que todos sus habitantes, actúen como ciudadanos, con plenos derechos y responsabilidades cívicas y políticas (...)
Lo esencial, es asegurar desarrollo humano con equidad y dignidad humana, sostenibilidad ambiental y social”, afirmó.
Mientras que para Elma Montaña, Investigadora Conicet y doctora en geografía y ordenamiento territorial, una ciudad sustentable implica “que ha logrado balancear sus objetivos de desarrollo económico y social, combinándolos de forma armónica con los aspectos ecológicos. Sin embargo, esta ecuación es muy variable de un lugar a otro. De acuerdo a la oferta ambiental y las limitantes del medio natural, cada región la resuelve con parámetros diferentes, de acuerdo a su contexto. A esto se suma lo que la población quiere y los estilos de desarrollo a los cuales puede responder (...)
Por definición, la sustentabilidad es un concepto difícil de ser    definido y cuantificado. Esta noción nos ayuda a fijar objetivos y a resolver dilemas a favor del bien común”.
Curitiba, Medellín, a nivel Latinoamericano son algunos ejemplos. En el país, Mendoza, Rosario, Buenos Aires y Posadas, también Oberá y Puerto Iguazú están encarando proyectos de planificación a largo plazo.
El Plan Posadas 2022 es la tercera planificación que vive la capital provincial (ver páginas 10 y 11) y para Jaramillo lo importante para realizar esa planificación es “acordar un proyecto de futuro, de manera participativa, con visión a largo plazo, superando las barreras ideológicas y de grupos, asumiendo los intereses colectivos por encima de los individuales, buscando que todos tengan una vida digna y en equilibrio con el medio natural”.

Inequidades en Mendoza
Desde las consecuencias que trajo desviar el curso natural del río Mendoza y talar los algarrobos en Lavalle para apuntalar los viñedos en el siglo XIX, hasta la aprobación de emprendimientos inmobiliarios que avanzaron sin control hacia el Pedemonte, Mendoza soportó diversos males que hoy requieren de una cura urgente.
La vulnerabilidad del suelo y la escasez del agua representan los riesgos más graves. Pero esto no es todo. Casi el 60 por ciento ciento de la población de la provincia está concentrada en los seis departamentos Gran Mendoza, en tanto que sólo el tres ciento de la superficie total está irrigada. Aparejado a ello, el proceso  de desertificación agudizado por el impacto del hombre y el calentamiento global, ocupa casi la totalidad de las tierras.
Al diagnóstico actual se agregan problemas inmediatos, que de no ser resueltos volverán el panorama aún más complejo para las próximas décadas. La contaminación en el aire, el agua y el suelo, la congestión vehicular, el riesgo aluvional, las inequidades en el acceso a una vivienda y el desaprovechamiento de espacios que podrían ser utilizados para un beneficio común, son sólo una parte de los inconvenientes.  Por lo general, la respuesta del Estado aparece detrás de la realidad. No todo es negativo. Un avance fue la aprobación de la Ley de Ordenamiento Territorial y Usos de Suelo en mayo de 2009. Mendoza comenzó a armarse de programas de acción tendientes a generar un cambio positivo. Para lograr ser más sustentable, se animó por primera vez a la autocrítica.
Las estadísticas dan cuenta que el 75% de los residuos domiciliarios recolectados van a parar a vertederos incontrolados.
Los últimos informes revelan inequidades en las áreas urbanas  que también se manifiestan en relación con el consumo doméstico del agua, en tanto que la emergencia hídrica aún está declarada en toda el territorio. Mientras que los sectores más empobrecidos utilizan 275 litros de agua por día por habitante, los mendocinos que cuentan con mayor poder adquisitivo consumen 471 litros diarios en los departamentos del área metropolitana.

El panorama en Buenos Aires
La Ciudad de Buenos Aires cuenta con una población estable cercana a los  3 millones de habitantes, en una superficie de 203 km2. A su alrededor se extienden 30 partidos de la Provincia de Buenos Aires, con una superficie de 3.600 km² y una población de 9 millones de habitantes. Sus actuales centros urbanos fueron localidades autónomas, paulatinamente incorporadas a la aglomeración por la expansión de la ciudad principal.
La continuidad urbana de la Ciudad de Buenos Aires y los 30 partidos mencionados conforman el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba).
El particular desarrollo socio histórico del área, como epicentro de la región y del país, dio lugar a que en el 1% del territorio nacional se concentren los mayores porcentajes de Producto Bruto Interno y Producto Bruto Industrial. El AMBA presenta los mayores índices de población y de consumo. Sobre una población total de más de 36 millones, viven en el área metropolitana alrededor de 12 millones de personas.  Un proyecto. Nuestra Buenos Aires es una iniciativa que fue presentada este mes y está orientada a monitorear indicadores de Calidad de Vida de la ciudad.
Este observatorio ya está en marcha en Mendoza, Bariloche, Córdoba y San Martín de los Andes.


Opinión
Por Ignacio Zervino
*Coordinador del observatorio ‘Nuestra Buenos Aires’

La clave es medir y difundir
Las ciudades se convirtieron en el principal escenario de la actividad política, social, cultural y económica, concentrando además la mayor parte de la población mundial, que superó a la rural por primera vez en la historia, desde 2007.
Este creciente peso relativo de los espacios urbanos en la dinámica mundial, significó a su vez un mayor nivel de complejidad en el acceso universal a servicios y bienes públicos de calidad.
En América Latina, el continente con la tasa de urbanización más alta del mundo, este proceso se dio en la mayoría de las ciudades de manera caótica, traduciéndose en un aumento de los índices de exclusión y de desigualdad social.
Esto se combina con sistemas democráticos con un fuerte sesgo delegativo, que generan distancias muy significativas entre las demandas de la población y la agenda de los funcionarios en el poder.
Para tender hacia un cambio en este sentido, resulta indispensable generar espacios y herramientas que ayuden a alcanzar una democracia más participativa, que involucre a los ciudadanos en la política, que tengan su voz en relación a los temas que afectan su calidad de vida.
¿Cómo acercar entonces las demandas ciudadanas a los espacios de decisión sobre las políticas públicas urbanas?
La construcción de observatorios de indicadores de calidad de vida es una herramienta poderosa para despertar el interés de ciudadanos y organizaciones sociales.
Con un observatorio instalado, y una red de organizaciones aportando información relacionada a sus temáticas específicas, las posibilidad de incidir en la agenda del gobierno de una determinada ciudad, crecen considerablemente.
Iniciativas de estas características están floreciendo en América Latina, con improntas locales, pero en todos los casos a partir de observatorios de indicadores y de acciones de incidencia en políticas públicas. Allí donde existe una masa crítica de organizaciones de sociedad civil capaz de involucrarse en este tipo de procesos, las posibilidades de incidencia aumentan considerablemente.
Un ejemplo claro y directo de la posibilidad de incidencia, son las propuestas de la denominada “Ley de Metas” que consiste en comprometer al alcalde que asume un mandato, a transformar sus promesas de campaña en un plan de gobierno para toda su gestión, pero con objetivos anuales expresados en indicadores cuantitativos. De esta forma, con esta herramienta, la tarea de la sociedad civil es el monitoreo de ese plan de metas, y el ejecutivo tiene un marco al que atenerse.
Esto que parece utópico ocurre ya en muchas ciudades. No en Estocolmo, ni en París, sino en Bogotá y en San Pablo, y también en Argentina con las iniciativas Nuestra Mendoza, Nuestra Córdoba y, la reciente, Nuestra Buenos Aires. El camino es largo y complicado, pero al menos ya están dados los pasos para que diferentes actores de la sociedad colaboren y promuevan la construcción de ciudades más justas y  sustentables.


El ejemplo de Medellín
En los ‘90, Medellín era la ciudad narco por excelencia.Los carteles dominaban las calles y el crimen era moneda corriente.
A través de un proceso a largo plazo y con un equipo de 700 personas de distintos ámbitos se pudo reformular. Hoy la ciudad es uno de los ejemplos más citados a nivel mundial, cuando se habla de urbe sustentable.
El proceso en la región, fue positivo para superar inmensas brechas sociales, económicas y territoriales consecuencia de la  crisis de los años noventa, que se evidenció en pobreza, exclusión, violencia e insostenibilidad. “Se generó un relativo acuerdo social y político entre diversos sectores, que ha permitido grandes avances”, reflexionó el arquitecto Jorge Pérez Jaramillo.
“Estamos lejos de tener resueltos los retos que afrontamos, pero durante las dos últimas décadas hemos conseguido que desde la planificación, la gestión pública y la democracia, nuestra ciudad emprenda acciones con resultados positivos”, detalló.  “Mi trabajo, como parte del equipo de planificación de la región metropolitana, contribuyó con muchos otros ciudadanos, a sumar en el esfuerzo por formular un proyecto de futuro, más equilibrado y sostenible para nuestro territorio”.

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