"La vida vale mucho; hay que enseñar valores"

Domingo 2 de agosto de 2015
Daniel Vega, padre de Lucas. | Foto: Facundo Correa
Una madrugada de junio de 2011 su vida cambió. El accionar violento de un adolescente rehén del consumo de drogas y la delincuencia le quitó la vida a Lucas (18), su único hijo varón. Tras largos días acorralado por el dolor, decidió junto a su esposa hablar cara a cara con aquel chico de 15 años que por un celular asesinó a su hijo de un disparo en el rostro.
A partir de su convicción religiosa, Daniel Vega (44) decidió perdonar al menor, quien, como otros tantos jóvenes, procede de un hogar con graves problemas y es víctima de las adicciones.
Por ello, tomó la decisión de crear una residencia (que lleva el nombre de su hijo) para jóvenes judicializados, con la intención de brindar ayuda y contención a muchos chicos, a partir de la enseñanza de valores y de la palabra de Dios.
En dialogo con El Territorio, Daniel recordó cómo fueron los primeros momentos tras el fallecimiento de su hijo. “Ningún padre está preparado para la muerte de un hijo, ni espiritual ni psicológicamente. Nadie se prepara para que un día te golpeen la puerta y te digan que le pegaron un tiro a tu hijo. Es más, me animaría a decir que humanamente estamos preparados para cumplir ese rol, pero a la inversa”.
“No es sólo el caso de Lucas; la mayoría de los hechos delictivos y de violencia demuestran el poco valor o el poco aprecio que tiene el adolescente por la vida. No aman ni su propia vida. Si lo hicieran, tratarían en lo posible de no intoxicarse, no autoflagelarse y demás cosas”, indicó.
Al ser consultado por los motivos que llevan a los jóvenes a la delincuencia, Vega sostuvo que “por lo general se suele decir que la pobreza es el principal factor. La pobreza es uno de las causas, pero lo que te lleva a delinquir es la falta de valores. Hay que valorar la vida, y acá es donde la familia tiene un rol importantísimo, no sólo de contención sino de educación”.
Añadió que a la necesidad se la combate con trabajo, algo que quizás los gobernantes tendrían que incentivar un poco más. “Hay que ver la posibilidad de abrir puertas a trabajos reales para los chicos, hay que enseñar la cultura del trabajo. A mí me la enseñaron cuando yo tenía 9 años”.
“Otra de las cosas que influyen en los chicos es querer aparentar algo que no ésta a su alcance. Querer tener un celular de alta gama sin tener recursos sabiendo que sus padres apenas tienen el salario universal. Como dice la Biblia, las malas compañías echan a perder las buenas costumbres nuestras. Como padres hay que ver el entorno en el cual se mueve el hijo; ser un GPS en la vida de nuestros hijos”.
También indicó que lo ocurrido con su hijo fue uno de los primeros casos de este tipo que trascendió y conmocionó a la sociedad. “Fue uno de los primeros casos en el que se abrió los ojos y nos hizo despertar o prevenir una realidad que se nos venía. Hubo casos similares pero nunca se había visto que un chico de 15 años salga con una pistola y mate a otro, y todo por un celular y plata”.

El perdón
Días después de la muerte de Lucas, tanto Daniel como su esposa solicitaron a la Justicia poder hablar con el asesino, con la intención de buscar explicaciones.
Daniel recordó que charlaron con el menor y advirtieron que se había criado en un ambiente donde el papá llegaba borracho a la casa, sacaba la pistola (pertenecía a la Policía) y amenazaba a toda la familia. Es decir, “detrás del dolor que sentíamos había otro dolor. No por eso íbamos a dejar nuestra tristeza de lado, pero sí entendimos que todos los seres humanos tenemos una misión, sosteniéndonos en la espiritualidad. Mucha gente vive como vive porque no sabe cambiar su manera de pensar. Piensan que todo es violencia, responder golpe por golpe, y es por eso que cada día tenemos una sociedad más violenta”.
“El chico nos contó que aquella noche estuvo en una fiesta y que tomaron cerveza y la mezclaron con pastillas, las cuales venía consumiendo desde hacía más de un año. Nos dijo que había salido a la calle como un 'súper macho' y con el primero que se cruzó fue con Lucas. Le pidió plata y el celular y como él no tenía, le dispararon”, narró el pastor.
Además, el hombre contó que tras la charla, el chico se quebró y llorando le pidió perdón, ya que jamás imaginó que pudiera llegar a hacer una cosa como la que hizo. Finalmente, luego de un fuerte abrazo, tanto él como su esposa le dieron al menor un poco de paz al otorgarle el perdón por lo ocurrido.

Buscar ayuda
Para finalizar, el entrevistado animó a la comunidad a ayudar a que muchos jóvenes puedan salir adelante y superar las adversidades. Para ello, invitó a todo aquel que quiera colaborar a que recurra al Estado, ya que éste cuenta con lugares y mecanismos para asistir ante la problemática.
“Yo le diría a los chicos que no sólo piensen en su familia, sino que piensen en su vida. Y a las personas en general, les diría que entiendan que cada persona vino al mundo con un propósito. Hay que enseñar valores, la vida no vale un celular, vale mucho más. Lo que nos hace mejores personas son las acciones que hacemos en la vida. Nuestros hechos tienen que hablar más fuerte que nuestras palabras”, cerró Daniel, con optimismo.


Un balazo en la cara por un celular La noche del domingo 12 de junio de 2011, Lucas Vega (18) encontró la muerte mientras caminaba junto a su novia Mercedes (17), cerca de la Escuela de Enfermería, sobre la avenida López Torres casi Mariano Moreno de Posadas.
Según establecieron los investigadores, Lucas fue interceptado por dos adolescentes de 14 y 15 años que minutos antes habían salido de una fiesta.
El mayor portaba una pistola que le había robado a su padre, quien por ese entonces era suboficial de la Policía Federal.
De acuerdo al testimonio de la joven novia, el mayor de los delincuentes apuntó a Lucas y le exigió dinero y el celular.
Acto seguido, Lucas indicó que no tenía teléfono y como única respuesta obtuvo un disparo en el rostro.

Por Agustín Mazo
fojacero@elterritorio.com.ar


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