Una noche para olvidar

Viernes 28 de noviembre de 2014
Destino marcado. | Emannuel Gigliotti ingresó entre los titulares por la lesión de Chávez y fue uno de los principales protagonistas de la noche.

Los pronósticos se quemaron segundos después de que la pelota empezara a rodar en Núñez, en el superclásico de vuelta por la Sudamericana.
Antes del minuto de juego, en una jugada que parecía dominada, Ariel Rojas fue a despejar de espaldas y Meli, muy vivo, se interpuso entre la pelota y el pie del volante de River: penal. Germán Delfino, después de toda la polémica del duelo de ida, no dudó y cobró la pena máxima.
Mientras la gente entraba en un preinfarto en las tribunas hubo tiempo para que Mercado (se pierde la primera final) y Ponzio vieran la amarilla, y para que a Gigliotti, quien tomó la pelota, lo molestaran con un láser en la cara. Finalmente el Puma remató y Barovero voló sobre izquierda, con una mano en el aire, para desviar el disparo y devolverle los colores a los hinchas.

Fue el tercer penal atajado por Trapito en River. El primero se dio en el torneo Final 2013 cuando River terminó empatando 2-2 frente a Unión. Barovero le tapó el penal a Andrés Franzoia.
Pero las malas no terminaron ahí para el ex delantero de San Lorenzo. Porque unos minutos más tarde le anularon un gol por una supuesta posición adelantada que no existió.  Y para terminar de cerrar una noche para el olvido, cuando el primer tiempo llegaba a su fin otra vez el Puma tuvo una chance clara en el área chica, pero su cabezazo se lejos del palo izquierdo de Barovero.

Apoyo Monumental
El poder de convocatoria del Superclásico colmó tempranamente las calles aledañas al Monumental, lo cual llevó a la apertura anticipada de un estadio que a la hora del partido lució de fiesta.
Cuando el calor golpeaba en la siesta porteña, ya estaba el Ford Falcon convertido en un museo riverplatense móvil, y centenares de hinchas aguardando, que se convertirían pasadas las 18 en mareas humanas bajando como cataratas desde las alturas del puente que recuerda a Angelito Labruna.
Entonces las puertas se abrieron cerca de las 17, en lugar de tres horas antes del partido, como estaba previsto. El arribo de los miles de hinchas se produjo en el medio de un operativo de seguridad exhaustivo, llevado a cabo por 1.200 efectivos de la Policía y Gendarmería, y otros 300 agentes de seguridad privada contratados por el club.
El esquema tuvo el celo propio del fresco antecedente del ataque de un sector de la barra disidente a la oficial en la confitería del club, dos días antes del partido. Cuando la noche estaba a pleno aparecieron las cintas rojas y blancas colgando de una bandeja a otra como si fuera un salón de fiestas, y arriba los globos tubo.


El técnico del otro finalista lo prefería a River
El entrenador de Nacional de Medellín, Juan Carlos Osorio, afirmó que prefería enfrentar a River en la final de la Copa Sudamericana porque el equipo de Marcelo Gallardo “juega al fútbol” y “sale a buscar” los partidos.
“Prefiero a River, porque juega al fútbol, con respeto a toda la gente de Boca. Boca es copero, pero River sale a buscar el partido, tiene buen trato, sale a presionar y tiene jugadores interesantes”, dijo Osorio en conferencia después de que su equipo se clasificara a la final tras ganarle por penales a San Pablo, en Brasil.