Ramón Ayala sumó otra estatuilla a su carrera

Viernes 24 de noviembre de 2017
Ramón Ayala es el gualambao, la música del Litoral, expresión viva de la poesía, del monte y de la cultura misionera en el mundo. Así, a sus 90 años, como figura sobresaliente y personaje con una mística única, fue distinguido el miércoles a la noche, con el diploma Rector Ricardo Rojas, el máximo reconocimiento que entrega la Universidad de Buenos Aires (UBA), en una ceremonia realizada en la sala Batato Barea del Centro Cultural Rojas.
Pocos días atrás volvió a recibir el reconocimiento del público en el Festival Nacional del Litoral, que lo aclama como su mayor referente.
Escritor, poeta y pintor, la UBA entendió que es una personalidad fundamental de la música argentina, capaz de recoger ritmos de diferentes tradiciones de las fronteras de Paraguay, Brasil y Argentina y sintetizarlas en un nuevo lenguaje.
"No sé si llorar, reír o simplememente quedarme callado y disfrutar", dijo Ramón, conmovido, al inaugurar la ceremonia y sin perder su talento para componer de manera improvisada los más profundos versos, en un increíble intercambio con los presentes.
Ramón Gumercindo Cidade, tal es su nombre de origen, recibió la condecoración de la Universidad de Buenos Aires –un diploma y una medalla- en un acto que combinó las formalidades institucionales con la picardía del músico.
Luego se proyectó un avance del documental "Un pequeño amor", sobre la vida del artista y en etapa de preparación por UBA WebTV.
Finalmente, la Orquesta de la UBA, bajo la dirección de Guillermo Cardozo Ocampo, lo acompañó en algunas de sus más célebres canciones como "Cosechero", "El Mensú", "Canto del río Uruguay", "Mi pequeño amor" y "Lágrima sobre el piano".
Con más de 300 composiciones litoraleñas originales y habiendo creado un ritmo propio como el gualambao, en 1960, el Mensú, tiene un gran haber de premios.
"Aquello nació por una necesidad de sintetizar los ritmos regionales. El gualambao es un ritmo guaraní generado en la región oriental de Misiones, frontera con Brasil y Paraguay, al que di la misión de vestir la selva, el Iguazú y los duendes de la tierra con un traje excepcional, de amplio espectro", según él mismo explicó.  Sobre el origen del nombre que le dio al ritmo, cabe resaltar que gualambao era la definición de los instrumentos más primigenios del hombre: el arco y la flecha. Como el arco sonaba como el viento, los indígenas atraparon ese criterio y lo convirtieron en instrumento. Al principio era unipersonal, con una lengüeta que iba de la madera a la boca, a los dientes de quien lo ejecutaba. Pero luego, al agregarle a la base una calabaza, un poronguito, se convirtió en un instrumento sonoro y luego trascendió de tal manera que tomó incremento en Brasil como berimbao; los aborígenes misioneros lo llaman gualambao.
“A mí me interesó mucho ese nombre por su color, su sabor a fruta, a subtrópico, a Misiones. Por eso decidí nombrar así al ritmo y al baile”, dijo Ayala a El Territorio hace unos años.
A este nuevo premio que recibió, se suman los ya obtenidos como el premio Unesco para el Desarrollo de la Cultura; premio Konex de Platino al mejor cantante de folclore de la década en Argentina; Premio Maestro del Alma del Teatro General San Martín; Homenaje al Mérito por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación y gran premio Sadaic, entre otros. En 1996 recibió el premio Mensú de Oro del Festival del Litoral y en agosto de 2013 el diploma de Doctor Honoris Causa en la Universidad Nacional de Misiones. Además, es Miembro de Honor de la  Academia de Folclore; Ciudadano Ilustre de Posadas y de San Isidro (Buenos Aires).