Cicatrices y marcas de golpes se dejan ver en el rostro, cuello y otras partes del cuerpo de Valeria Holzbach (34). Ella es la mujer que el domingo fue vista mientras dejaba a su bebé de 10 meses en la calle y desnudó así una trama de violencia familiar que sufre casi desde niña. Madre de cuatro niños, víctima de un marido que se terminó suicidando y ahora también blanco de agresiones por parte de su actual concubino, clama “que se ponga en sus zapatos antes de juzgarla”.
Casi tres días después del hecho, Valeria recibió a El Territorio y en su crudo testimonio no se guardó nada. “Es cierto que yo había estado festejando el cumpleaños 80 de mi padre y que habíamos tomado, hasta reconozco que estuve pasada de copas. Puedo no recordar cómo se desató la pelea con mi pareja, pero de algo estoy segura: yo no abandoné a mi hijito”, fueron las primeras que emitió cuando el grabador se encendió.
Y continúo relatando lo que sucedió durante esas primeras horas del domingo en Bonpland: “Lo que pasó fue que mi pareja me había pegado mal. Mi boca sangraba mucho y yo no sabía qué hacer porque después de que me lastimó con golpes y mordidas él se fue. Entonces yo salí hacia el hospital para que me hagan parar la sangre, porque una vez con mi anterior pareja pasó algo así y casi pierdo la vida. Entonces cuando llego a la avenida vi que venía mi pareja hacia mi, capaz él creyó que yo me iba a la Policía. Me asusté tanto. Pensé cualquier cosa, hasta que podía agarrarme para traerme a la casa a seguir pegándome”.
El pasado también oscuro y doloroso
Valeria pasa su mano sobre una de sus cicatrices en el cuello y se le hace imposible revivir su triste pasado. “Esta me hizo mi marido que se mató. Me lo hizo 20 días antes de suicidarse, por poco me cuesta la vida. Fue muy duro. Denunciar era como si nada, habían dictado una perimetral pero él no hizo caso. Creo que si no se suicidaba me hubiese matado”.
Hasta con un poco de vergüenza por sus dichos, reconoce que la muerte de su ex significó un alivio para ella, porque sabía que así se iban a terminar años de violencia, golpes y sometimientos tanto físicos como psicológicos. “No podía ni hablar con mis amigas”, recordó.
“Tuve una vida muy triste, pero capaz ya lo he superado. Yo no tuve infancia, desde chica sólo me acuerdo salir a vender a la calle. Mi mamá me pegaba mucho, sino fuese por mi padre no sé que hubiese sido de nosotros. Él fue y es mi ídolo, mi héroe”, culminó.