“Quiero que me escuchen y que después me juzguen”

Miércoles 28 de junio de 2017
Valeria es madre de cuatro niños y en su anterior relación también fue víctima de violencia. | Foto: María Rosa Fernández

Cicatrices y marcas de golpes se dejan ver en el rostro, cuello y otras partes del cuerpo de Valeria Holzbach (34). Ella es la mujer que el domingo fue vista mientras dejaba a su bebé de 10 meses en la calle y desnudó así una trama de violencia familiar que sufre casi desde niña. Madre de cuatro niños, víctima de un marido que se terminó suicidando y ahora también blanco de agresiones por parte de su actual concubino, clama “que se ponga en sus zapatos antes de juzgarla”.
Casi tres días después del hecho, Valeria recibió a El Territorio y en su crudo testimonio no se guardó nada. “Es cierto que yo había estado festejando el cumpleaños 80 de mi padre y que habíamos tomado, hasta reconozco que estuve pasada de copas. Puedo no recordar cómo se desató la pelea con mi pareja, pero de algo estoy segura: yo no abandoné a mi hijito”, fueron las primeras que emitió cuando el grabador se encendió.
Y continúo relatando lo que sucedió durante esas primeras horas del domingo en Bonpland: “Lo que pasó fue que mi pareja me había pegado mal. Mi boca sangraba mucho y yo no sabía qué hacer porque después de que me lastimó con golpes y mordidas él  se fue. Entonces yo salí hacia el hospital para que me hagan parar la sangre, porque una vez con mi anterior pareja pasó algo así y casi pierdo la vida. Entonces cuando llego a la avenida vi que venía mi pareja hacia mi, capaz él creyó que yo me iba a la Policía. Me asusté tanto. Pensé cualquier cosa, hasta que podía agarrarme para traerme a la casa a seguir pegándome”.

En su relato, la mujer dijo estar convencida de que el hombre, identificado como Diego O. (22), a quien ese domingo a la noche denunció por golpes y amenazas, no le iba a hacer daño al niño.
“Yo sabía que al hijo él no le haría nada y como para mí era él quien venía hacia nosotros y como yo no podía correr en la oscuridad con el bebé, lo solté en la calle para que lo agarre el padre y salí corriendo. Tenía miedo. En eso viene un vecino y supongo que Diego habrá salido corriendo para esconderse en la zona”, contó.
Desde ese momento, nada se sabe del acusado. Según indicó Valeria, el hombre está trabajando en una obra en Oberá, pero hasta anoche no había novedades sobre su paradero.
Después de todas las repercusiones del hecho, Valeria expresó: “Yo puedo entender que fue un error, que no debí cometer eso, que tenía que salir a gritar, a pedir ayuda, pero en esos momentos no se piensa en las consecuencias. Ahora me condenan porque soy una madre que dejó tirado al hijo. Yo no tiré a mi hijo, lo dejé para que el padre lo tome y yo salí a defender mi vida. Él al nene no lo iba a lastimar. Después vine a mi casa y llegó la Policía, les hice pasar y les mostré toda la sangre que había perdido, ellos vieron el piso y mi cara, no entiendo cómo no sacaron foto de eso”.
Para la mujer, sólo es suficiente hacer un poco de memoria para volver a sentir los golpes sobre su cuerpo, pero piensa en sus hijos y las esperanzas vuelven a ella.
“Estoy muy dolorida. Me duele la costilla izquierda de los golpes y la boca, no me siento bien. Tengo miedo, miedo por mi hijito. Estoy arrepentida de no haber podido pensar mejor en ese momento. Sólo quiero verlo y tenerlo conmigo, que quienes hablan vengan a verme y hablar conmigo, que se pongan en mis zapatos. Mis hijos son el motivo de mi vida, motivo de que me levante todos los días para ir a trabajar, vivo para ellos, quiero que estudien, para que no sean como yo, sin un futuro asegurado”.
El pequeño continúa bajo el cuidado de un familiar de Valeria, pero ella insistió en su pedido y reclamo a la vez: “Quiero que me escuchen y que después me juzguen. Quiero vivir con mis hijos. Yo tomo medicamentos y la loca soy yo, pero los violentos como mi pareja y mi ex pareja cometen las barbaridades que cometen y a ellos nadie los juzga”.

El pasado también oscuro y doloroso

Valeria pasa su mano sobre una de sus cicatrices en el cuello y se le hace imposible revivir su triste pasado. “Esta me hizo mi marido que se mató. Me lo hizo 20 días antes de suicidarse, por poco me cuesta la vida. Fue muy duro. Denunciar era como si nada, habían dictado una perimetral pero él no hizo caso. Creo que si no se suicidaba me hubiese matado”.
Hasta con un poco de vergüenza por sus dichos, reconoce que la muerte de su ex significó un alivio para ella, porque sabía que así se iban a terminar años de violencia, golpes y sometimientos tanto físicos como psicológicos. “No podía ni hablar con mis amigas”, recordó.
“Tuve una vida muy triste, pero capaz ya lo he superado. Yo no tuve infancia, desde chica sólo me acuerdo salir a vender a la calle. Mi mamá me pegaba mucho, sino fuese por mi padre no sé que hubiese sido de nosotros. Él fue y es mi ídolo, mi héroe”, culminó.