Pura energía

Viernes 18 de agosto de 2017

“Corre Marcos, corre”. Como Liliana, cuando debió salir para el sanatorio hace 20 años. Era el primer hijo y junto a su esposo decidieron abandonar La Plata, donde estaban radicados, para que el pequeño vea la luz en la tierra colorada. Más adelante, con el diagnóstico confirmado, “nació y nos quedamos acá. Él requería atenciones y allá, al estar solos, era más complicado. El sentimiento fue el mismo, luego tuve sentimientos encontrados”, resumió la mamá cuando recordó que una enfermera utilizó un calificativo ingrato cuando aún estaba internada.
“Fuerza Marcos, fuerza”. Como la de papá Oscar para afrontar ese escenario y no desesperarse. “Lo tenía en brazos y el doctor me dijo: ‘Tenemos que hablar’. Me encomendé a Dios y dije: ‘Nos abrazamos y vamos para adelante’. Una de las decisiones más importantes fue quedarnos en Misiones”.
“Crece Marcos, crece”. De aquel bebé que “se portaba mal en la incubadora”, de quien se dieron cuenta que iba a ser “terrible” -según Oscar-, se llegó a este joven que asiste a la escuela especial Pequeño Hogar. Fue cara visible de la tómbola misionera y hoy tiene su show con el baile del caballo en el programa Sembrando Beneficios del Iplyc. Como bonus, sabe hacer sus negocios. “Vendí la Play 2 y la 3, fui a Paraguay y me compré la 4. No me alcanzaba la plata, me alcanzó para dos juegos”, recordó.

“Ríe Marcos, ríe”. Como ocurre cuando suena Despacito, el hit de este año, que le cambia el humor. También cuando se da los gustos con lasagna, hamburguesas o papas fritas. O después de la invitación de los directivos del Santa María para que se sume a la Estudiantina (su hermana Agustina es directora del cuerpo de baile), como ocurrirá este año, ocasión en que dará el gusto de tocar con su chancha.
“Juega Marcos, juega”. Como sucede desde que tenía 13 años y apareció el hockey en su vida a través de Alejandro Salas, quien lo invitó a sumarse. “A Alejandro lo conocimos por catequesis. Practicó, lo invitaron a los partidos y después lo federaron. Siempre jugó con los federados, en sub 12 mixtos”, resaltó mamá Liliana, sobre el desempeño de su hijo en Posadas Hockey.
“Celebra Marcos, celebra”. Como él mismo describe cuando tiene la bocha en su poder: “La enfrenté a la arquera y la hice girar. Voy a seguir haciendo goles. Yo quiero”.
“Ama Marcos, ama”. De la misma manera que su familia, que lo tradujo en palabras: Liliana lo definió como un “dulce”, Agustina como su “compañero” y Oscar como “un grande siempre con alegría”.
Él devolvió las flores, pero también abrió la puerta para prolongar su sueño: vestirse de Rodrigo Mora y gritar un gol de River, seguir con la misma intensidad en Posadas Hockey o contagiarse del calor de la Estudiantina. Es su vida: un compilado de emociones.

“Que esté en mi vida es una bendición”

Lo conoce desde hace poco más de cinco años. Fue quien intuyó que podía darle herramientas para su crecimiento. Por eso Alejandro Salas, cara visible de Posadas Hockey, sintetiza: “Que haya entrado Marcos a mi vida es una bendición enorme”. Recordó que era compañero de catequesis de su hija cuando el joven se sumó a las divisiones formativas y profundizó: “Es un divino, ojalá pudiera tener más chicos como Marcos, es un desafío”. Aunque el propio Salas aclaró cómo son las pautas de trabajo: “Él siempre está bien, yo no hago diferencias. Si se equivoca se le corrige” y recordó que en una ocasión le quitó la capitanía, a Marcos no le gustó para nada, pero luego entendió las razones.
Por cuestiones de edad, este año jugará en la divisional promocional, pero más allá de eso Salas confía en las condiciones: “Tiene buen dribling, pase y recepción”. Y cerró: “Es muy querido y se hace querer, nunca tuve rechazos, no lo permito. Me emociona verlo”.