Posadeña Linda

Lunes 5 de diciembre de 2016

Los antiguos augures interpretaban las señales de sus dioses mediante técnicas de adivinación por fuera de la presencia físico/temporal, y aunque no todos estuvimos en el Anfiteatro cuando ocurrió la mágica noche, bien pueden interpretarse su mensaje, sin ser magos, y sus porvenires, sin ser astrólogos. Berenice cuenta a Letras la inolvidable experiencia de haber bailado Posadeña linda bajo una cálida noche de noviembre a orillas del Paraná.

La bailarina

 Por su acendrado "posadeñismo" y su fresca "lindura", Berenice se convierte en la intérprete hecha a medida para la galopa de Ramón. Diremos: tal para cual. Pero, como tanto le gustaba a Olga Zamboni, esto comienza por la etimología de su nombre: Berenice proviene del macedonio (“portadora de la victoria”), se llamaron así una reina egipcia y la hija de Antigona, un puerto a orillas del Mar Rojo la evoca, y una ópera; un poema, una constelación, un asteroide.
Sin embargo, Berenice, para los misioneros ya es símbolo contemporáneo de la danza latina. coreógrafa, bailarina, profesora, recibió el Arandú 2015, y es la actual directora artística del Taller de Danza del Instituto Montoya y de Guaynamérica Danza, emblemático ballet creado por Marisil Ceccarini, su madre.

La canción
Asegura su autor, el legendario garupense Ramón Ayala, que “Barcelona y Posadas comparten la cuna de esta galopa”. Terció en el certamen de la canción oficial de Misiones en el 2000  (se llevó el mérito  Misionerita, de Areco) y cuatro años después fue elegida canción oficial de Posadas. ¿Quién no graba en su memoria emotiva estos versos suyos: Y me fui por la Bajada Vieja; Posadeña linda; pequeña flor de Mburucuyá;Vengo de otras tierras, de otros caminos; Qué tienes mi tierra roja que a todas partes te llevo, que por más que ande caminos me sigues con tu misterio; La barranca de los pescadores, la canoa y el camalotal, el perfume que en la noche enciende mi Posadas llena de azahar; Río, río, mío, mío, dame sueños, dame, que quiero soñar?

El ámbito
El imponente Anfiteatro a orillas del Paraná lleva el nombre del poeta misionero Manuel Antonio Ramírez, y el escenario principal el de Alcibíades Alarcón, inspirado músico y compositor posadeño, autor del chamamé Misionero y guaraní.

Conjunción
Recientemente ocurrió allí esta formidable conjunción de artistas y nombres, de cielo y río. Berenice bailó Posadeña Linda mientras cantaba Ramón y el hito quedará grabado en la memoria de los que la vieron, en la última edición del Festival de la música del Litoral.

Diario de bitácora
 “Fui al ensayo del Festival del Litoral, confiesa Berenice, pero en calidad de coach de escenario de Andrés González (el cantante recibió de Berenice clases de interpretación y manejo escénico) que ese sábado (26) tenía a cargo la apertura en ensamble con el Ballet Oficial que dirige Luis Marinoni. Fuimos con Andrés a la siesta, con 45 grados, al anfiteatro. Allí me ve Luis y me propone espontáneamente: “¿No querés bailar esta noche? ¿Cómo no vas a bailar? Toca Ramón, y podrías bailar Posadeña Linda. Dale, vos tenés la experiencia como para hacerlo sin ensayo”. Y en ese momento fue una sorpresa hermosa”.

Ramón en su infancia
“Me pasaron por la mente tantos años de bailar su música. Toda mi vida. De muy chiquita me acuerdo que Ramón iba a casa a pedirle coreografía del gualambao a mamá. Él también bailaba, quería hacer los pasos… ¡lo vieran!”

Viejos conocidos
“Con Guaynamérica hemos bailado muchas piezas suyas, Mi pequeño amor, Alma de lapacho, El gualambao, Canción del Iguazú, y con el Taller de Danzas del Instituto Montoya (Berenice es su directora desde 2010) bailamos Canto al Río Uruguay, El mensú, Chivato de Amor, de Vicente Cidade, o sea realmente vivo trabajando su obra y haciendo con toda la muñeca del mundo que mis alumnos se enamoren de su música, que la vibren que la vivan. Que no muera. Realmente creo que Ramón Ayala es un genio de la composición y de la poesía”.

Consejo de experta
 “Y en ese sábado que me llega semejante invitación, apenas cinco horas antes del evento, me pasaban todas estas imágenes por la cabeza. Fui a casa, hablé con Marisil. Me animó: "Hace lo que sabes. Con toda tu entrega". Listo: ahí nomas elegí un traje, me hice una trenza, me maquille. Y me fui”.

Camarines y escenario
 "En los camarines del Anfiteatro me puse a marcar unos pasos, cantando Posadeña Linda, ¡y ni siquiera sabía que versión iban a hacer! A las 22.30 me dice Luis: Vamos a saludarlo al camarín que ya llegó Ramón. Fuimos. Se acordó muy bien de mí, me abrazó con mucho cariño, me preguntó por Marisil, me dijo que estaba feliz de que yo fuera a bailar su Posadeña.
Al rato, subí al escenario mayor. Era una noche soñada, el anfiteatro repleto de gente, buen vientito, el río atrás, divino, majestuoso. Mientras esperaba para salir, veía que el piso era un campo minado de cables y enchufes, realmente había muy poco espacio para bailar, tuve una pizca de miedo y me latía tan fuerte el corazón que tuve que hacer unos ejercicios de respiración para controlarme. Sentía esa adrenalina tan adictiva, esa emoción, ese fuego tremendo que no sé como explicar. Cuando escuché el primer acorde "Y me fui por la Bajada Vieja…" salí como en trance. En el final me nació ir hacia él, abrazarlo. Es un abrazo que atesoraré eternamente, junto al aplauso del público que me llegó hasta la médula. Realmente es un sueño cumplido. Una experiencia inolvidable. Si me preguntas, yo odio no ensayar, me gusta cuidar todos los detalles, pero este torazo fue así, una locura. La técnica (luces y pantalla) ayudaron mucho a la magia de la escena.
Y bueno, soy muy autocrítica, me cuesta mirarme, estoy aprendiendo a disfrutar plenamente de lo que hago, sin ser esa eterna inconformista. Pero me cuesta: créase o no, esa noche dormí soñando todos los pasos que no hice”.