Five o'clock mate

Jueves 7 de mayo de 2015

Desde temprano el mantel bordado, solemne, luce sus pliegues de plancha al sol en la mesita del balcón, se han regado las plantas, se ha aquietado el normal rumor de la casa, como si las paredes supieran de la tertulia de la tarde.
Es jueves y vendrán a visitarla sus amigas. Tres veces después de la siesta anunciará el timbre y a las cinco, o a un minuto antes de la cinco, ritual europeo, a esa hora exacta y no otra, se sentarán las cuatro damas a lo suyo, rueda de baraja, bazas de bridge, copita y lapicera. Reflejos de reyes en lentes, y en los lomos de las cartas los de los anillos y piedras aristocráticas. Reposará la tetera sus alegres nubecitas, boca de pez que se traga esa carnada del saquito con su fina tanza aromática, teñirá las aguas calientes con anilinas verdosas al vertirse con medida en la taza blanca. Las cuatro señoras conocieron el modo en sus lejanas aldeas alemanas; se reúnen alrededor de la mesa litúrgica y acompañan sabores de la infusión con dulzores de bocados de secretas recetas, tararean melodías vagamente wagnerianas que giran en un antiguo suceso de brazo y la púa hiriente, patinadora en lago congelado y negro. Luego celebrarán, y entonadas por esos fervores germánicos, se animarán y confidenciarán cuitas de un tiempo impreciso. Cuando promedia la tertulia, las abuelas se emocionan, se ríen, se consuelan con fotografías amarillas en álbumes preciados, y entonces aparece la entrañable imagen del amigo, del esposo, del hijo que no están. Invariablemente es la hora de la lágrima reprimida. Y como todo es nostalgia, té, masas, música y fotos, serán peldaños hacia la copita de cristal tallado, el coñac fija recuerdos esa tarde.
Conversan en su idioma, y la reunión, lejos de la patria y en el suelo de la nueva, tan querida como aquella, es una recordación de otros valles, otros ríos, otros jardines, una excusa. Cuando se vayan, la anfitriona recogerá el cosmos de la mesa, pondrá un chamamé suavecito y preparará el mate para una hija que tampoco vendrá.


Aguará-í