Un bar-pool allanado hace un mes por prostitución sigue trabajando

Domingo 20 de julio de 2014

Seis de la tarde. El ritmo movedizo de la música brasileña indicó que el lugar está listo para recibir a sus clientes. Dos minutos más tarde llegó el primero: un señor canoso, delgado, se bajo de su moto roja y se metió al bar, donde fue recibido gentilmente por una esbelta morocha.
Sin mucho para hablar, el motoquero saludó con dos besos a la mujer, la abrazó y su mano izquierda no se despegó de su cintura libre de ropas. Ella usa una blusa roja con breteles finos que apenas tapa sus pechos y la  minifalda es de jeans, color azul.
El interior del local es oscuro. La luz más fuerte alumbra sólo la barra de bebidas, que enfrente tiene las dos únicas mesas de madera con varias sillas.

La de pool está en el centro y en otra esquina una mujer, bastante más vieja, con pantalón y abrigos, manipulaba el equipo de música.
Pocos minutos después aparecieron otras dos chicas. No aparentaban ser menores de edad. Escucharon el sonido del motor de un auto que se detuvo justo enfrente y salieron a recibir a los visitantes.
No eran de la localidad pero comentaron que recorrían la zona en busca de chacras y la respuesta inmediata de una de las chicas fue: “Si pasaban antes la acompañaban mis amigas, así no se perdían”.
Mientras el canoso seguía conversando con la muchacha y uno de los foráneos pasó al baño, una jovencita rozó su dedo índice sobre la pierna del otro que estaba sentado en una de las mesas y sin vueltas ofreció su servicio: “Lo que hago es muy bueno, rico. ¿Pasamos?”, dijo, mientras señaló con su mirada una puerta que conduce directamente a las habitaciones, donde justamente entró el primer cliente con la esbelta morocha que lo recibió al llegar.
“Sí, bien, pero primero tomamos algo ¿Te parece?” fue la respuesta del hombre, que al rato se unió con su compañero y tras una breve charla decidieron primero ir al hotel a bañarse y luego regresar.
“Estamos hasta las tres de la madrugada” dijo fuerte la mujer más vieja, algo enojada por la decisión, aunque al instante se mostró más calmada y remató: “Si quieren mando a las chicas al hotel, pero pagás ahora”.
El local se encuentra en la entrada del barrio Unión, que quedó bajo el agua por la inundación del río Uruguay.
Se llama bar Star y se encuentra a escasos 800 metros de la comisaría local, cuyos efectivos a esa hora se encontraban en la dependencia, tomando mate y charlando ante la ausencia del comisario.
Más allá de esos detalles, lo llamativo es que hace un mes ese mismo bar fue allanado por la Policía en el marco de una investigación por supuesta promoción a la prostitución y privación ilegítima de la libertad, pero sigue trabajando como si nada hubiera pasado.
La única diferencia ahora es que el cartel que indicaba el lugar está en una equina del patio, inclinado hacia abajo.
La gente que no es de la zona piensa que se trata de una casa más, pero no, es el burdel que sigue ofreciendo a sus chicas en las narices de las autoridades, que deben controlar que eso no pase.
“Nosotros intervenimos en el allanamiento, pero no había menores y no encontramos pruebas que indiquen que en ese lugar explotaban a chicas. Las que estaban dijeron que lo hacían por voluntad propia, eran todas mayores”, explicó una oficial de la Comisaría de la Mujer de esa localidad.
“¿Pero siguen trabajando como si nada?”, preguntó El Territorio, y la respuesta fue concreta: “Sí, nunca cerró y desde ese mismo día siguieron atendiendo. En San Vicente es más grave el tema; había una menor en el bar y parece que lo clausuraron”.
Este diario corroboró que ambos siguen en actividad.

En San Vicente cambió de lugar
La investigación de la Policía derivó de la denuncia de una mujer que logró escaparse de una "sucursal" del bar Star de El Soberbio, que se encuentra en San Vicente.
Estuvo retenida en contra de su voluntad durante catorce años, pero pudo salir y denunciar a sus proxenetas.
En el burdel sanvicentino también se realizó un allanamiento el mismo día. Fue rescatada una nena de 13 años y una mujer de 26 terminó detenida como supuesta encargada del local.
La Policía aún busca a la dueña de los dos bares, quien desde entonces se encuentra prófuga de la Justicia pero evidentemente sigue de cerca los movimientos de sus locales.
Es que en San Vicente el bar también sigue funcionando, ahora en inmediaciones de la avenida Tejeda.
No bastó la denuncia de la mujer que logró escapar del infierno, y menos aún las pruebas que los policías incautaron en un sector acondicionado en pequeñas piezas con sus respectivas camas matrimoniales en su interior. En ese lugar había rollos de fotografías, documentos de identidad de personas de distintas edades y varios profilácticos usados.
En relación a eso, pesquisas de la Policía investigan el supuesto nexo que tendría la dueña de los bares con proxenetas de Corrientes y Entre Ríos, puesto que en varios procedimientos han logrado rescatar a jóvenes oriundas de esas dos localidades, que eran llevadas bajo engaños para prostituirse en esas provincias.
En ese sentido, las fuentes consultadas por El Territorio informaron extraoficialmente que durante el allanamiento realizado encontraron documentación que relacionarían a la prófuga con locales de similares características situados en las dos provincias señaladas.
Específicamente, en uno de los bares requisados se habría incautado un libro de pases, término utilizado por los proxenetas para los traslados permanentes de víctimas de un prostíbulo a otro, lo que sustentaría la relación que se busca confirmar.
Por todo esto, tomó impulso la hipótesis del intercambio de chicas entre burdeles de la zona, con el objetivo de burlar los controles policiales y ejercer mayor presión sobre las víctimas de trata.
A principios de año, en San Vicente fue detenido el propietario de un bar-pool ubicado en la zona urbana, bajo la acusación de corrupción y facilitación a la prostitución de menores de edad. El arresto de Eduardo Daniel B. (47), fue tras el allanamiento del supuesto comedor al paso que regenteaba, donde se hallaron pruebas que lo complicaron, y entre ellas, la más contundente son videos sexuales caseros del sujeto con chicas menores.
Casualmente, es pariente de Miguel Ángel B. (58), detenido cuando trasladaba a mujeres de San Vicente y El Soberbio para prostituirlas en burdeles en el centro del país.
Fue alcanzado en la localidad de San José al intentar desviar el control policial sobre la ruta nacional 14. Levaba a tres mujeres de San Vicente (dos de ellas menores) y a otras dos de El Soberbio, de las cuales una tenía documento falso.
La investigación prosigue y los uniformados creen que existe relación entre los hombres -aún detenidos- y la dueña de los bares allanados hace un mes, pero por ahora los burdeles de la zona siguen trabajando como si nada pasó.