“El mate representa una utopía, un modelo ideal de relación social”

Domingo 27 de julio de 2014

Johanna Pohjola nació en 1977 en Helsinki, capital de Finlandia, y desde su juventud tuvo interés en conocer otras culturas. Esa inquietud la llevó a permancer en Japón por un año y medio, cuando aún era adolescente. En ese país concurrió a la escuela y aprendió el idioma.
Luego estudió Antropología Social en la Universidad de Helsinki y realizó un intercambio estudiantil en Argentina, en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Esta circunstancia resultó decisiva en su desarrollo profesional, porque a raíz de ello su tesis de maestría en antropología tuvo como eje una  investigación sobre la función social del mate en la sociedad.
Días atrás, Johanna estuvo en Posadas, donde brindó una charla y presentó su libro El mate, infusión energizante de Sudamérica.


¿Por qué elegiste la carrera de antropología?
Desde chica tuve curiosidad por otras culturas y mis padres siempre respetaron mis ganas de conocer otros países. Luego elegí la antropología y aunque en Finlandia se trata de una carrera bastante teórica, me quedé con el principio de que ninguna cultura es mejor que otra, que es lo que se denomina relativismo cultural. Después empecé a trabajar de periodista. De algún modo el periodismo y la antropología se complementan por el método: se habla con las personas y después se escribe con el principio ético de explorar y entender en vez de juzgar.

Hablás muy bien nuestro idioma. ¿Cómo lo aprendiste?
En Argentina. Llegué por primera vez en 2003, para un intercambio de estudios en la UBA, en la Facultad de Filosofía y Letras, para interiorizarme sobre la antropología aquí, y la encontré con un enfoque más crítico y político. En ese tiempo conocí el mate en las aulas de la UBA. Me empezaron a invitar mate y me sentí incluida. Al principio lo sentí fuerte y un poco amargo. Pero el poder social de la inclusión pudo más y me convertí en matera de ley.

Realizaste tu tesis final sobre el mate. ¿Por qué elegiste ese eje temático?
Fue en una conversación con un amigo argentino en Finlandia. Me di cuenta de todo lo que había influido el mate en el acercamiento con otras personas. Así, tomé la iniciativa de hacer la tesis sobre “El rol social del mate en la relaciones humanas”.  Investigué sobre el mate como símbolo y transmisor de cosas que se expresan a través del él. En 2005 volví a Argentina para hacer el trabajo de campo y me enteré de Apóstoles, donde vine a investigar. Aquí la gente habla y sabe mucho de la planta, hay muchas industrias. Pero a mí me interesaba más saber con quiénes la gente toma mate, con quién no lo hace o por qué no lo aceptaría de alguien.

¿Cómo evaluaron tu investigación en Finlandia?
Fue un trabajo que calificó distinguido. Llegué a la conclusión de que el mate representa un modelo ideal para una conducta social exitosa, porque incluye la cooperación, la solidaridad, la participación, la igualdad y la reciprocidad. Todo concluye en algo, como que el mate no se le niega a nadie.
A la vez, la realidad social en la práctica se contrapone. No es como el ideal. Entonces, el mate es importante no solamente porque es rico, sino porque representa una utopía, es un símbolo de lo ideal.
En la tesis no solamente dejo claro que el mate representa un modelo ideal, sino que también representa la continuidad histórica y cultural de Argentina. Porque este país se construyó con mucho aporte inmigrante y el mate sirvió como denominador común. La expresión “quemar la lengua” sintetiza el mate inicial, el choque cultural, que se suaviza al compartirlo.

Además editaste un libro en finlandés sobre el mate...
Sí, la tesis es específica, pero en Finlandia hacía falta algo más básico; ya tenía mucha información y quería presentar el mate en Finlandia, sentía que era la oportunidad de hacerlo. Fue un proceso lento y participativo. Había interés. El mate tiene además la particularidad de generar anécdotas compartidas porque el hecho de compartir la bombilla lo hace más íntimo. Pienso que si hubiera elegido el dulce de leche, que también es argentino, no hubiera sido lo mismo.
El mate tiene todo un ritual y lo aprendí a preparar hasta con la montañita de yerba a un lado de la bombilla, para tomarlo como aquí. En mi libro destaco que a pesar de eso, no hay formas correctas o incorrectas, solamente pretendo enseñar a prepararlo bien para que sea agradable.

Vas por la segunda edición de “El mate, infusión energizante de Sudamérica”...
Sí. También se tradujo al estoniano y mucha gente quedó enamorada del libro. Pero creo que es porque está hecho con mucho amor y también por la presentación que tienen muchas fotografías propias y de personas que colaboraron aquí. Hubo gente que después de leer el libro comenzó a mandarme mails sobre dónde conseguir yerba. Hay gente que me trae sus mates de calabaza para que le diagnostique cómo curarlos, como si yo fuera una médica de mates (se ríe). Hubo médicos que me llamaron interesados en las propiedades de la infusión. Pero la mayoría tiene interés por las propiedades antioxidantes. También las mujeres consultan sobre las bondades diuréticas o cómo ayuda a controlar el apetito o saciarlo.
Finlandia es un país de gente muy racional, muchos ingenieros. Entonces también son atractivos los utensilios de la infusión, como la bombilla.

El libro está en finlandés y aquí también me sorprendió el interés de quienes lo quieren tener.
La gratitud y la amabilidad de las personas me halagan y me motivan para escribir algo en español también. Gracias a ciertas personas también pude profundizar mis conocimientos con los tareferos, que sin su trabajo nadie tomaría mate.

Te contactaste con el Instituto Nacional de la Yerba Mate (Inym). ¿Cuáles son los proyectos?
Con directores del Inym hablamos sobre la posibilidad de cooperar para ampliar el consumo con la traducción de mi libro. Siento que valoran mi trabajo y me recibieron muy bien y pude transmitirles mi gusto por el mate. La tierra colorada, la de la yerba mate, es uno de mis lugares en el mundo y Argentina es mi segunda casa.  Hay compatriotas que vinieron a vivir aquí y tomaron mate. Si hubieran regresado, quizás ahora en Finlandia estaríamos tomando mate como en Siria. Como eso no sucedió, solamente es cuestión de ir y difundir la infusión y sus bondades.