Loco por el viento

Domingo 28 de septiembre de 2014

El pulso acelerado y la adrenalina, en la búsqueda de un objetivo, fueron los pilares de toda su vida y formaron su espíritu guerrero; pero lo que hoy siente el ex nadador Gonzalo Acuña (27) va un poco más allá… Una adicción constante por estar “volando sobre agua” hizo que algo diferente se despertara y sus días se basan en una sola pregunta: ¿habrá viento?
Acuña comenzó a hacer kitesurf (una modalidad de navegación que se practica sobre una tabla que es traccionada por una cometa), allá por el 2011, cuando comenzaba una nueva vida post pileta. Desde su infancia, sus días tuvieron al agua como motor de ese ‘torpedo’, como se lo llamaba, que lo impulsó a llegar hasta un Mundial.
Y como no podía ser de otra manera, ese vínculo no se cortó, pero hoy reconoce que se siente “libre” y justamente esa libertad hace adictiva a esta navegación.

“La primera vez navegué se me vino encima una adrenalina enorme, una libertad absoluta, deslizándome en el medio del río con nada más que una vela. Y eso te lleva a que cada vez que haya viento trates de dejar todo lo que estás haciendo para ir al agua. Ese sentimiento que genera es adictivo, cualquiera que navegue lo va a decir”, explicó el posadeño.
Y agregó: "La alta competencia te produce una adrenalina muy grande; antes de competir, durante o después de la carrera y yo la tuve toda mi vida. Y entré de nuevo en esa búsqueda pero me encontré con otro sentimiento. Esta vez no gano nada, lo hago por placer absoluto, es otro punto de vista; no hay presión y no hay que ganarle a nadie. Siempre entrené con un objetivo y hoy voy y practico el deporte sin una meta, por una pasión y un disfrute”.

Con los que hablás que practican kitesurf, ¿sienten lo mismo?
A la mayoría con los que hablo del grupo, donde somos 20, desde niños hasta gente de 40 y pico de años,  nos genera lo mismo. Estás en tu trabajo y notás que hay viento afuera, te vienen ganas de salir corriendo y estar en el agua; genera sí o sí una adicción. El que empezó es muy difícil que deje el deporte.

¿Qué te genera cuando estás “volando”?
Te desconectás completamente del mundo, disfrutando de la naturaleza de una manera ecológica y ese equilibrio genera querer estar siempre en ese estado.

¿Dejaste de hacer cosas por ir a navegar?
¡Muchas! (risas). Miramos en una página de internet que nos dice el pronóstico a siete días y por ejemplo, hablamos y nos decimos ‘dentro de una semana va a haber viento norte’, entonces hacés todo para que ese día se centre en ir a navegar a la hora que sea.
Los deportes extremos generan una adrenalina muy alta en muy poco tiempo, entonces cualquiera que no estuvo expuesto a esa aceleración en el cuerpo, no lo va a entender y va a decir ‘¡éste está loco!, quiere dejar todo e ir al agua’.  Y es así... Uno quiere navegar así sea un domingo a las 6, o también hacés cosas como ir a trabajar en cualquier horario para poder escaparte un lunes al menos una hora… Hoy mis días se basan en eso.

¿Hay quienes no entienden esa pasión?
La persona que nunca practicó un deporte extremo no lo va a comprender nunca. Uno de los pioneros del kite en Argentina siempre le dice a una persona que esté con ganas de empezar el deporte: “Cuidado, te va a cambiar la vida”.
Es que te modifica tus vacaciones, la perspectiva de ver tus días y además se tienen que adaptar tu familia, tu pareja y tu trabajo. Uno comienza a planificar el año, ahorrando para ir a esos lugares donde hay viento. Hoy mis vacaciones son ir a Fortaleza, al norte de Brasil, con el grupo, a hacer kite. Hoy en día trabajo para juntar plata, comprarme el equipo y navegar (risas). El sueño es ir a Hawai, la cuna del kite. Hoy una utopía, pero veremos si podemos cumplirla.