Un hospital para los libros antiguos

Domingo 6 de julio de 2014
Restaurar. | El archivo histórico cuenta con ejemplares de los siglos XV y XVIII.

El laboratorio de conservación Nicolás Yapuguay funciona como un hospital de enfermos agudos, con salas de terapia intensiva, equipos de reanimación y profesionales con barbijos y guantes que tratan a cada libro antiguo como a un paciente al que intentan curar para que siga con vida a pesar de los siglos que lleva encima.
Allí llegaron los libros de las bibliotecas que hace 300 años funcionaban en las reducciones jesuíticas, en lo que hoy es la provincia de Misiones y en honor al primer escritor guaraní el laboratorio se llama Nicolás Yapuguay.
Se trata de los libros que trajeron los sacerdotes jesuitas cuando vinieron a América y de los que se hicieron en cada reducción gracias a la imprenta guaraní que recorría cada pueblo. Algunos fueron escritos por los sacerdotes jesuitas para documentar la experiencia que estaban viviendo en esta parte del mundo recién descubierta por la vieja Europa. Otros por los propios guaraníes con la intensión de traducir a su idioma las enseñanzas religiosas que recibían de los sacerdotes católicos.

Ese conjunto de libros representa un tesoro cultural pues se trata de los primeros incunables guaraníticos que lograron sobrevivir más de 300 años resistiendo tiempo, historia y olvido. Están guardados en cajas de seguridad especialmente diseñadas para albergarlos bajo estrictas condiciones de seguridad y temperatura.
Estas reliquias pertenecen al Fondo Antiguo de la Compañía de Jesús en Argentina que tiene a su cargo el laboratorio de conservación Nicolás Yapuguay, que funciona en el Colegio del Salvador, sobre la avenida Callao en el barrio porteño de Balvanera.
Allí se guarda gran parte de la primera literatura que se hizo en Misiones, que son considerados incunables porque son los primeros libros hechos en esta región del mundo y constituyen parte esencial de la colección de 15.000 ejemplares custodiados por los jesuitas.
Susana Brandariz es especialista en restauración de bienes culturales y está a cargo del laboratorio de conservación Nicolás Yapuguay. Dijo que “el nombre del laboratorio es en homenaje a los guaraníes que posibilitaron a través de la lengua y la escritura el encuentro cultural que se vivió en cada reducción, que sigue siendo una de las experiencias comunitarias más ricas de la historia de la humanidad”.

Los libros hablan
El laboratorio Nicolás Yapuguay funciona desde el año 2003 con la intensión de asistir a los libros antiguos para que sigan con vida y también para brindar capacitación a los recursos humanos que necesita esta actividad de restauración de bienes culturales. Es una especie de hospital escuela, donde además de curar a los libros se capacita a las personas encargadas de esta tarea.
La licenciada Brandariz está convencida de que los libros hablan y que pueden contarnos mucho más de lo que está escrito en sus páginas. Solo es cuestión de observarlos, estudiarlos y tratarlos con el profesionalismo que se merecen.
La tarea de brindar salud a los miles de libros que llegan a este laboratorio está reglamentada en una serie de etapas, que comienzan con el diagnóstico para saber en qué condiciones se encuentra el paciente, es decir el libro, y qué tratamiento se le puede brindar de acuerdo a la patología que tenga.
En este sentido, la licenciada Brandariz explicó que “hay muchas patologías que pueden afectar a un libro de acuerdo al medio ambiente en el que estuvo”. Porque además del paso de los años y del tratamiento que haya recibido por las personas que lo tuvieron en sus manos, también hay cuestiones de medio ambiente que afectan a los libros, como humedad, calor, luz, insectos y hongos.
Luego de la etapa de diagnóstico del libro, en que además se le hace una ficha técnica -algo así como una ficha médica- donde se deja constancia de su ingreso y su estado general, se pasa a la etapa del tratamiento específico de restauración que es diferente de acuerdo a lo que necesite cada libro.
En ese sentido, Brandariz explicó que “hay libros que llegan con sus hojas rotas y acá tenemos una máquina que puede rehacerlas de manera que queden perfectamente ensambladas como las hojas originales. También tenemos otra que los puede lavar y secar para quitarle la suciedad”. Pero destacó que “los nuevos criterios de restauración aconsejan cada vez menos los lavados porque borran huellas o datos que también hacen a la historia de cada ejemplar y que son muy valiosos desde el punto de vista histórico”.
Como ejemplo, Brandariz contó el caso de un libro de las reducciones jesuíticas que cuando comenzó a ser restaurado se notó que sus páginas estaban muy marcadas en el ángulo inferior derecho, que es donde generalmente se hojea el libro. Al estudiar químicamente esas marcas descubrieron que era óleo. “Consultamos a los jesuitas especialistas en esa etapa de la historia que nos contaron que hubo una epidemia de cólera muy importante en determinado momento en las reducciones jesuíticas donde murieron muchos niños y justamente ese capítulo que se encontraba con tantas marcas aceitosas era el que refería a las oraciones de unción de niños fallecidos que se practicaban en los funerales”, explicó la restauradora.
Por ese motivo, según Brandariz “no siempre es recomendable la limpieza húmeda o seca de los libros porque al limpiarlos también se borran huellas y marcas que pertenecen a la historia del libro y que hay que conservar para poner en valor".


Radiografía de la biblioteca jesuita
• El Fondo Antiguo de la Compañía de Jesús en Argentina está formado por 15.000 libros y un archivo histórico con ejemplares hechos entre los siglos XV y XVIIl.
• Los libros están guardados privilegiando su conservación en el tiempo y no su ubicación para lectura como en una biblioteca convencional. En el caso de los más antiguos solamente pueden ser vistos y tratados por los responsables del laboratorio o las personas que ellos autoricen. No es de entrada libre. Es una colección propiedad de los jesuitas.
• Están monitoreados por cámaras de seguridad y cuentan con un sistema de alarma contra cualquier tipo de irregularidad, como si se tratara del tesoro de un banco.
• Se mantienen las 24 horas los 365 días del año en un microclima especial a una temperatura que oscila entre los 20 y los 22 grados centígrados y a una humedad mínima del ambiente.
• El laboratorio Nicolás Yapuguay está equipado con maquinas, instrumental y tecnología de origen italiano que lo ubican como el más avanzado de América Latina en materia de restauración de libros antiguos.

Por Daniela Cortes