Sábado dixit

Miércoles 27 de mayo de 2015

Ser original es en cierto modo estar poniendo de manifiesto la mediocridad de los demás. Las modas son legítimas en las cosas menores, como el vestido. En el pensamiento y en el arte son abominables.
El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria. Hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse. A cada hora el poder del mundo se concentra y se globaliza. La masificación ha hecho estragos, ya es difícil encontrar originalidad en las personas y un idéntico proceso se cumple en los pueblos, es la llamada globalización.
¿Qué se puede hacer en ochenta años? Probablemente, empezar a darse cuenta de cómo habría que vivir y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena.

Habrá siempre un hombre tal que, aunque su casa se derrumbe, estará preocupado por el Universo. Habrá siempre una mujer tal que, aunque el Universo se derrumbe, estará preocupada por su hogar.  Se discute si Dalí es auténtico o farsante. Pero, ¿tiene algún sentido decir que alguien se ha pasado la vida haciendo una farsa? ¿Por qué no suponer, al revés, que esa continua farsa es autenticidad? Cualquier expresión es, en definitiva, un género de sinceridad.
¿O será uno de esos seres solitarios y a la vez temerosos que sólo resisten la soledad con la ayuda de ese gran enemigo de los fantasmas, reales o imaginarios, que es la luz?
Siempre tuve miedo al futuro, porque en el futuro, entre otras cosas, está la muerte.  Todo hace pensar que la Tierra va en camino de transformarse en un desierto superpoblado ... Este paisaje fúnebre y desafortunado es obra de esa clase de gente que se habrá reído de los pobres diablos que desde hace tantos años lo veníamos advirtiendo, aduciendo que eran fábulas típicas de escritores, de poetas fantasiosos.
Si nos cruzamos de brazos seremos cómplices de un sistema que ha legitimado la muerte silenciosa.

Aguara-í