Cine de autogestión

Martes 23 de septiembre de 2014
Cuando hay actitud no existen barreras. Claro que ciertos factores inclinan la balanza a favor de aquellos que ostentan actitud: la accesibilidad a la tecnología y la solidaridad de la gente. El cortometraje No hay bestias es un ejemplo concreto de eso. Una tropa de jóvenes cineastas revoluciona una chacra de Santa Ana (página 19). Todo es a puro pulmón, desde el armado del equipo de arte (resultado de una colecta entre vecinos) hasta el traslado de actores, técnicos, productores y directores.
En la producción de la película independiente se encuentra la posadeña Belén Bianco, que en 2011 llevó adelante su ópera prima No hay tierra sin mal. Así como fue en aquella experiencia, en esta ocasión asumió el desafío de hacer algo de calidad con bajo presupuesto. O mejor dicho, sin presupuesto. “Conseguimos cosas por trueque, intercambiamos cosas por trabajo”, explica la joven estudiante de la Universidad del Cine que vive en Buenos Aires desde hace siete años.
Podría decirse que la metodología le da otro sabor al trabajo, además de transmitir un mensaje: la cultura del esfuerzo tiene sus beneficios y resultados. Lo demostró hace poco Iván Moschner con Pororó y sus amigos van a la marcha (2012). Pororó nunca perdió su esencia modesta y austera. Pero persiguió con firmeza su objetivo. El talentoso Moschner debutó como director de cine con una película que recién dos años después tuvo su oportunidad en el circuito comercial. A principios de este año llegó Teatro Paraje El Artesón de la Ciudad de Buenos Aires. Es sólo una cuestión de actitud.

Griselda Acuña
Editora de Sociedad
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