Señor director:
El empleo es fundamental a la hora de lograr una justa distribución de la riqueza, si es formal cuanto mejor. Luego de la crisis del 2001, el país recuperó su economía y su capacidad de generar empleo genuino, la ocupación plena de la capacidad industrial más el fortalecimiento del mercado interno fruto de la devaluación, hicieron que la actividad económica se fortaleciera, los precios de los comodities hicieron lo suyo también convirtiendo a la agroindustria en el motor de la recuperación y posterior crecimiento, en algún punto que me es difícil precisar, el empleo público pasó a ser seguro de desempleo y junto a una maraña de planes sociales difíciles de desentrañar hicieron inviable el sostenimiento del Estado; masas salariales, planes sociales y subsidios a las tarifas terminaron en un déficit que financiado con emisión es causa de la inflación que en los 90 creímos haber olvidado.
El nuevo gobierno aunque parezca una paradoja, debe recuperar los valores o principios que el kirchnerismo exhibió (enunció) en sus inicios; superávits gemelos, dólar competitivo, una razonable y competitiva sustitución de importaciones, recomponer reservas, y mantener un adecuado nivel de endeudamiento. Los despidos en el sector privado y la depuración del Estado, utilizado como unidad básica partidaria, son temas ineludibles, habrá injusticias seguramente, minimizarlas es una obligación de los funcionarios.