Médicos del Cabildo Abierto

Sábado 30 de mayo de 2015

Estimados vecinos, mis queridos viejos, su familia, su entorno, mi querida familia de Salud Publica:
En la votación del Cabildo Abierto de 1810 participaron cuatro profesionales del arte de curar: Don Cosme Argerich, don Agustín Fabre, don Justo García y Valdés y don Bernardo Nogué. Así votaron y dijeron:
Don Cosme Argerich: “Que habiendo caducado la Suprema Autoridad, debe esta reasumirse en el Pueblo y por consiguiente interinamente en el Excelentísimo Cabildo, hasta que con la mayor brevedad disponga las incorporaciones del vecindario que por medio de sus Diputados deben formar la Junta General del Virreinato, hasta que las provincias decidan el sistema de gobierno que se debe optar”. Lo mismo dijo García y Valdés

Don Agustín Fabre reprodujo el voto de Pedro Andrés García, en el sentido de variar el gobierno recayendo en el Cabildo. Don Bernardo Nogué se adhirió al voto de Martín Rodríguez, que modificaba el de Saavedra en el sentido de que el Síndico Procurador General tuviera voto general en los asuntos.
Quiénes eran los cuatro médicos, qué antecedentes tenían:
Cosme Argerich, de quien Pedro Rojas dijo que era de carácter dulce, de espíritu inquieto, vehemente, de extremado amor propio, había nacido el 26 de Septiembre de 1758 en Buenos Aires. Era hijo de un cirujano militar de la colonia, el coronel Francisco Argerich, catalán, y de doña María Josefa del Castillo.
Muy joven, se le envió a Barcelona para que estudiara medicina. Al regreso, actuó en la Hermandad de Caridad, Hospital  de Bethlemitas y Casa de Huérfanos. Remplazó a su padre como examinador del Protomedicato y fue designado por Gorman Catedrático de la Escuela de Medicina de reciente creación. Fue posteriormente el alma y el cerebro de la misma. Con sus alumnos intervino en las Invasiones Inglesas, prodigando abnegación, resistencia y pericia.
Hijos: Francisco Cosme Argerich, médico vinculado a las gestas de San Martín. Otro hijo fue el coronel Juan Antonio Argerich, que acompañó a Alvear en el Uruguay y a Belgrano en Santa Fe. El ultimo,  Luis José Argerich, también fue militar estando en el sitio de Montevideo y en las campañas de la Banda Oriental. Don Cosme Argerich falleció en Febrero de 1820.
Don Agustín  Fabre era español. Había nacido en 1749, prestó servicio en la Marina de Guerra, lo que le permitió recorrer parte del mundo. Llegado a Montevideo, ejerció allí y conoció al doctor Gorman, que fue su protector, para ser años más tarde su enemigo irreconciliable. Se trasladó a Buenos Aires, donde fue nombrado médico de la Casa de Residencia y del Real Colegio de San Carlos  y del Hospital  de los Bethlemitas. Falleció en 1820.
Don Bernardo Nogué, sabemos  que en 1797, a propuesta Gorman fue designado cirujano del Departamento de Candelaria de los Pueblos Guaraníes. Recibía también instrucciones para vacunar a los habitantes de Yapeyú. La tarea fue difícil e ingrata. El Gobernador le opuso mil reparos. No le prestó ninguna colaboración, hasta el punto que no tenía intérprete y no se entendía con los indios. Pero obtuvo excelentes resultados, dejándonos la experiencia de una campaña de vacunación eficaz contra la viruela.
Don Juan García  y Valdés había nacido en 1771, estudió en España donde se recibió. Su actuación en las Invasiones Inglesas significó real reconocimiento y la designación de cirujano mayor. Se le encontró en el sitio de Montevideo con Rondeau. Su posición era, por lo demás correcta y ajustada al sentir científico. Gracioso resulta traer aquí un decreto gubernativo de 1805 en que se ordena pagarlo, por el Cabildo “24 pesos”, doce por el coche y otros tantos en el que regulan sus dietas por el reconocimiento que fue practicado a las conchas de un barco de Corrientes con varias personas apestadas. Murió en Buenos Aires en 1844.
Tales eran los representantes galénicos que actuaron en la jornada postrera de la colonia. Estos sabían cuanto se podía en su época y eran clínicos inteligentes y cirujanos hábiles con visión de mejorar el medio ambiente.
Acuérdense que me siento desbordado y necesito que me ayuden.
Adelante, siempre adelante, tiende la mano, ayuda a tu prójimo que nos necesita.
El viejo Miérez

Por José Miérez
Médico, gerontólogo