El transporte por redes troncales

Domingo 3 de mayo de 2015

Decía el domingo pasado -y todavía no me arrepentí- que, después de los estudios universitarios, no hay dinero mejor invertido que en viajar. Pero no lo decía por la diversión o el descanso que supone el viaje de placer sino porque nada enseña tanto como los viajes. Claro que hay modos y modos de viajar y hay viajes que enseñan más y otros menos, pero todos valen la pena. De lo que no escribí es de los viajes de trabajo: esos que vienen con la profesión y que también enseñan tanto o más que el colegio o la facultad. Pero no se imagine la clase Business de Aerolíneas Argentinas rumbo a un congreso en Cancún; piense en quienes lo llevarían a Cancún: en las tripulaciones de Aerolíneas, de Lufthansa o de la línea aérea que le guste y en muchísima gente cuyo trabajo es transportar personas o cosas. De hecho en las rutas de todo el mundo son más los que están trabajando cuando las transitan que los que van de paseo de un lugar a otro. El transporte de personas y de mercancías es una industria que involucra a incontable cantidad de personal.
Fue precisamente en una ciudad de los Estados Unidos que me pasó lo que voy a contar. Volvía en auto de hacer unas gestiones -de trabajar- en unas oficinas alejadas del lugar donde me alojaba, en la otra punta de la ciudad. El GPS marcaba que debía cruzar un paso a nivel del ferrocarril, y justo al llegar a ese punto se bajaron las barreras… Me acordé de mi buena suerte para otras cosas mientras pensaba que sería cuestión de segundos, ya que en los países en los que se cumplen las leyes a rajatabla las barreras se bajan segundos antes de que pase el tren y los trenes pasan a mil por hora. Pero hete aquí que apareció a velocidad muy moderada una locomotora seguida de otra y de una tercera y luego vagones de carga, vagones de carga, vagones de carga, vagoooones de carga, vagooooooones de caaaaaaaaarga interminables. En un momento, ya con la paciencia perdida, apareció otra locomotora que me dio la esperanza de que aquello se terminaba… pero no, siguió otra locomotora y después más vagooooooooooones de caaaaaaaaaaaaarga. Creo que fue en ese momento que empecé a contar y llegué a 50 cuando por fin aparecieron otras tres locomotoras, se acabó el tren y abrieron las barreras. Tengo que agregar que nadie se impacientó y que muchos de los vagones eran chatas con un semirremolque de camión encima. El resto eran contenedores y tanques.
Creo que no hace falta explicar más, pero lo voy a hacer. En la Argentina tractor y remolque son un solo camión en el caso de los llamados semirremolques: cada semi tiene su tractor. Y los que llevan acoplados también constituyen la misma unidad, tanto que sus patentes son las mismas. En el mundo desarrollado, en cambio, los transportes troncales se hacen por vías más baratas, rápidas y seguras como el ferrocarril o las vías navegables, y los camiones sirven sólo para conectar las estaciones y los puertos con los lugares de producción y los de consumo.

Todavía las vías del tren llegan hasta los muelles de los grandes puertos argentinos y las puede ver como quien visita un museo en Puerto Madero de Buenos Aires, pero también están en puertos activos como las dársenas de Puerto Nuevo, el puerto de Rosario, el de Quequén o el de Ingeniero White, cerca de Bahía Blanca. Las vías de Puerto Nuevo de Buenos Aires están sirviendo últimamente para descargar los vagones de pasajeros chinos importados por el Gobierno nacional y las nuevas formaciones para el subte, compradas por el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Dicen que el lobby contra los ferrocarriles empezó en la época del presidente Justo (1932-1938) y que fue impulsado por las cementeras cordobesas: entonces los caminos se hacían de hormigón. Hoy la contra del ferrocarril o de la hidrovía podría ser el poderoso Sindicato de Camioneros, pero a su favor hay que decir que el sistema de transporte troncal no disminuirá los afiliados y humanizará su trabajo porque mejorará la calidad de vida de los conductores al reducir el tiempo de sus viajes: más viajes pero más cortos. Así podrán disfrutar más de sus familias y también ocuparse de ellas. En la medida que se reactive la economía y haya más producción habrá siempre más trabajo para las empresas de transporte y para sus empleados. Pero lo más importante es que ese trabajo puede ser más racional y el trasiego de pasajeros y mercancías será más barato, más seguro y más rápido.
Y no le digo nada de lo agradable que será viajar por las carreteras argentinas para conocer el país.

Por Gonzalo Peltzer
Director El Territorio