Día D, de default

Viernes 1 de agosto de 2014

El miércoles venció el plazo para acordar con los fondos buitre y lograr que los bonistas que pactaron en negociaciones anteriores puedan cobrar. El miércoles, el ministro Axel Kicillof confirmó que no se había llegado a un acuerdo, pero que tampoco se podía hablar de default, mientras que el negociador Daniel Pollack informó que la entrada en default de la Argentina era inminente.
Más allá de este resultado, los movimientos de fichas recién comienzan. El juez Griesa convocó a una nueva audiencia para hoy, el ministro de Economía argentino siguió diciendo que es una pavada atómica hablar de default, los bonos y la bolsa argentina reaccionaron negativamente, un grupo de bonistas ya consultó si puede reclamar que se le cancele el total de la deuda por el incumplimiento del cronograma de pago, un centenar de economistas del mundo pidieron al Congreso de Estados Unidos que accione para mitigar las consecuencias de la sentencia de Griesa, que consideran dañaría al sistema financiero internacional, y Cristina volvió a decir que no hay default y que se tienen que inventar otra palabra. Ciertamente, un escenario contradictorio y complejo (Páginas 13 y 14). 
Y mientras tanto, muchísima gente ni siquiera oyó hablar del default. O en todo caso se pregunta qué impacto tendrá en su vida cotidiana. Entre las posibles consecuencias que se le adjudica al default se encuentran viejos conocidos de la economía argentina, por ejemplo la inflación. Y el problema ya lo padecen los argentinos, con o sin default, hace ocho años.


María Marta Fierro
Proscretaria de Redacción
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