Los fondos buitre continúan sobrevolando cielos argentinos

Domingo 13 de enero de 2013
Ave carroñera. | El buitre carnívoro, obra del artista español Francisco de Goya que se encuentra en el Museo El Prado
( Por Alcadio Oña). Simplificada, la operatoria de los fondos buitre consiste en comprar en el mercado deuda de Estados y empresas en situación de quebranto, al 20 o al 30% de su valor nominal, y luego pleitear o apretar para cobrar el 100%. Naturalmente, apuestan a pacientes con altas chances de rehabilitación: ésa fue la estrategia de NML con la Argentina.
Desde 2003 y después de algunos antecedentes emblemáticos, como una derrota de Perú ante el propio Elliot y el default argentino, una cláusula conocida como de acción colectiva empezó a estar presente en todas las nuevas emisiones de títulos públicos. Consiste en que, ante la eventualidad de renegociaciones, basta con que un porcentaje de los acreedores acepte la propuesta del deudor para que el resto no pueda pleitear: según los casos, puede variar entre el 75% y el 65%.
Llegado el punto, significa que los fondos buitre deberían haber reunido previamente del 25% al 35% de los bonos para hacer valer sus posiciones. Representa un escollo grande en mercados chicos, así manejen mucha plata.
Entre tantos otros, la cláusula figura en títulos de España, Brasil, Uruguay y México. Y en los que aquí se sacaron por los canjes de 2005 y 2010.
Justamente, ese modelo es el que pone en riesgo la vida de los buitres .
Sin embargo, ellos o los fondos especulativos todavía cuentan con un amplio campo de acción cuando se trata de empresas privadas.

Compra de Ciccone
Una especie bien cercana es The Old Fund , que en una operación por lo menos sospechosa adquirió Ciccone cuando la compañía estaba quebrada. La historia detrás del negocio salpica de pleno al vicepresidente Amado Boudou.
Ciccone es uno de esos ejemplos donde fondos especulativos o buitre compran deuda barata para luego hacerse de la empresa. Según los expertos, en el mundo los hay a montones.
Pero en lo que toca a la Argentina y por sus implicancias, diferente será el cantar si la Cámara de Apelaciones de Nueva York confirma el fallo de Griesa. Primero, porque otros dos buitres grandes están al acecho y quizás 50 mil acreedores italianos.
El último paso del Gobierno fue dar la señal de que está dispuesto a reabrir el canje, aunque bajo ciertas condiciones rigurosas. Una, que el fallo del tribunal acepte su posición. Otra, que las reglas sean iguales a las de las renegociaciones de 2005 y 2010.
Ayuda, y a la vez deja mal parado al kirchnerismo, la declaración que Alfonso Prat Gay, ex presidente del Banco Central y actual diputado por la Coalición Cívica, hizo ante la Cámara.
Para demostrar que el primer canje estuvo lejos de ser una oferta pobre, Prat Gay sumó los títulos nuevos que se entregaron a cambio de los viejos, el adelanto cash y el rendimiento que dejará el cupón atado al PBI. Y así llegó a la conclusión de que al cabo del proceso de pago, la quita no será el 70% pregonado por Néstor Kirchner sino de apenas un 15%     Estados Unidos ha apoyado a la Argentina en el pleito con NML–Elliot.
Pero si eso puede influir sobre el tribunal, a favor del otro bando juegan las evaluaciones de tres reputados constitucionalistas, además independientes, de las universidades de Harvard, Chicago y Columbia.
Ya repercute en la cotización de los bonos, que el peor de los escenarios sería que la Cámara ratificara por completo el fallo de Griesa. Y como el Gobierno no le pagará los 1.300 millones de dólares a NML–Elliot, la Argentina entraría en default técnico.
Queda una alternativa intermedia. Que el tribunal considere excesivo ese monto, incluso desigual respecto de los bonistas que aceptaron los canjes, y aconseje negociar una cifra diferente.