Respetar la vida humana

Sábado 25 de abril de 2015
Mis queridos vecinos, mis queridos viejos, su familia, su entorno: ustedes deben saber este extracto del libro Salió el sembrador, del sacerdote jesuita Carlos G. Vallés.

“En tiempos de guerra entre reyes moros corría de boca en boca la leyenda de que quien se apoderara de la espada de Asharaf sería el vencedor y ejercería un dominio absoluto sobre todas las tierras del Islam. Apoderarse de la espada no era empresa fácil. Tras muchas peripecias, uno de los reyes logró hacerse con ella y comprobando que era la auténtica espada de Asharaf se lanzó al campo de batalla para sojuzgar a los demás reyes.
Sería invencible y estaba impaciente para ejercer el poder. En la primera y apresurada batalla a que se lanzó, fue derrotado, y el mismo murió en la lucha, atravesado por la propia espada.
Murió con una mueca de sorpresa en los labios. ¿Cómo le había traicionado la espada en su primer encuentro?
La misma sorpresa se dibujaba en el rostro de los vencedores, sacaron con cuidado la ensangrentada espada, la limpiaron y examinaron con precaución, y vieron que en su hoja, de arriba a abajo en filigrana vertical estaba grabada una inscripción artística que decía:
‘No luches nunca con la espada. En paz y concordia se unirán tus hermanos a ti’.
Ese era el mensaje de la espada de Asharaf (que en árabe significa noble). Su nuevo dueño lo entendió, renunció a la lucha, emprendió el camino de la Paz, y los demás reinos se unieron a él en Unidad Humana”.

Ustedes mis queridos viejos saben por su experiencia que la vida está llena de mensajes. Las cosas hablan, los acontecimientos tienen sentido, las ocasiones revelan secretos de conquista. Pero tenemos prisa y no nos paramos a escuchar, a leer, a descifrar. Creemos que una espada vale solo para dar mandobles y allá vamos a luchar locamente. Nos precipitamos y hay que blandirla antes que el adversario pueda blandir la suya sobre nosotros.
La espada es cualquier plan de acción, cualquier ideología, cualquier plataforma política. No se dejen llevar por las apariencias. Entérense por sí mismos, conozcan a quien lo dice y qué dice, que no reciten y prometan, basta de mentiras y manipulaciones. Tengan ojos para ver, oídos para oír, sensibilidad para sentir.
La vida entera es un jeroglífico artístico y secreto que hay que descifrar paso a paso, rasgo a rasgo, momento a momento. Siempre, siempre, hay más personas nobles que corruptas; no se dejen usar.
Ustedes mis queridos viejos, escuchen, aconsejen, ayuden a que se construya una civilización de convivencia amorosa, para que cuando llegue la hora de partir a la otra orilla, de una playa terrenal lleguemos a una orilla trascendente.
La frecuencia creciente de los atentados, asesinatos, amenazas de muerte, ha intensificado notablemente un ambiente de temor e inseguridad que ensombrece la vida cívica y apaga la voz de muchos que deberían condenar esta situación.
La repetición de los hechos sangrientos va embotando nuestra sensibilidad. Respeten la vida humana como un valor intangible. Siempre sigan creyendo y confíen en un más allá…
Acuérdense lo que dijo el Gran Maestro: “Perdónales, no saben lo que hacen.”
Adelante siempre adelante, tiende la mano, ayuda a tu prójimo que nos necesita.

Por José Miérez
Médico gerontólogo