Cazando prodigio

Martes 26 de mayo de 2015
A la manera de los tiempos de Moisés Bertoni habría que instalar en Misiones no Estaciones Agronómicas, sino de Observación Astronómica. El próximo 2 de junio (cuando el diario celebre sus 90 años) habrá plenilunio, aunque la luna estará iluminada al 90 por ciento desde el viernes 29 de mayo y hasta el viernes 5 de junio. Estos datos son esenciales para el experimento que se propone realizar en esas nochecitas. Luego, habrá que cruzar los dedos para que llueva (no es una probabilidad lejana en esta tierra) sobre todo cuando la luna salga, cerca de la siete de la tarde. Con truenos y relámpagos. Con estos condimentos sólo habrá que esperar a que en esos instantes se abra un hueco entre las nubes de manera que la luz de luna ilumine las gotas de la lluvia y entonces podrá el lector observar un arco iris lunar, registrarlo y hacérselo saber al columnista. Los mencionan en sus libracos milenarios Aristóteles y Plinio, hay varios anotados en las Cartas de Américo Vespucio, los registró Franklin y los estudió Flammarion. No son muy frecuentes (uno cada 1500 noches) teniendo en cuenta la fase de la luna, la tormenta al crepúsculo de la tarde, el agujero entre las nubes negras, los relámpagos y los truenos, pero existen pocos lugares en el mundo con condiciones de humedad como las de Misiones, así que en esta tierra se dan las condiciones propicias.
Cuando aparece, no se reflejan en el arco iris lunar los colores tan intensamente como en el arco iris solar, más bien el ojo los percibe como tenues marrones, ocres y amarillos. Y hasta pueden ser dobles. Son considerados como los más extraños de los espejismos atmosféricos y fueron tildados de 'prodigio' cósmico por algunos y por señal de mal agüero por otros; a todo le vimos siempre un sino trágico: eclipses, parhelios y parselenes - doble sol, doble luna - fuegos de San Telmo o rayos verdes sobre el océano asustaron a los navegantes supersticiosos que le asignaron carácter de anuncios fatales, como al Halley.