Teatro dei Piccoli

Martes 9 de febrero de 2016

Los Piccoli de Podrecca vinieron por segunda vez a la Argentina en 1937 (habían estado antes, en el 22). Lo asegura un ajado programa del Teatro Ateneo de Buenos Aires. Eran muñecos (mejor dicho, marionetas) manejados con varillas, dotados de movimientos mecánicos, capaces de crear una ilusión cercana con la alucinación. Su creador, Vittorio Podrecca, periodista, escritor, crítico de arte y secretario de la academia musical Santa Cecilia de Roma, se propuso, en 1912, desarrollar un teatro de marionetas de un alto nivel de calidad y lo bautizó “Teatro dei Piccoli”, que no significaba, como erróneamente se creía, Teatro de los Niños, sino Teatro de los Actorcitos de Madera. Eso fueron aquellas pequeñas criaturas tan parecidas a los humanos pero capaces de ejecutar hazañas vedadas a los mortales (de criticarlos, burlándose de sus debilidades) y de transportarlos a una esfera donde se hacen realidad los sueños más atrevidos de los artistas y de los poetas (Meyerhold, el más vanguardista de los directores teatrales rusos aspiraba a trabajar con marionetas antes que con actores, cuyos berrinches y caprichos lo habían hartado).
“Los Piccoli, informa el programa del Ateneo, son un espectáculo de ópera y de music-hall. El sincronismo del canto y de la vida escénica resulta tan perfecto que crea una ilusión que encanta y cautiva. No es un espectáculo de marionetas, como vulgarmente podría creerse; es, más bien, un desarrollo extremo de la idea de la marioneta, una estilización".
Los muñecos eran capaces de girar la cabeza a 360 grados, o de estirar el cuello hasta longitudes inverosímiles. Dijeron los diarios: "Ingenioso y divertido espectáculo, animado, muy vistoso, curioso para toda clase de espectadores". Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Podrecca y sus 1200 muñecos recorrían en gira Nueva York y Brasil. Pero se quedaron aquí por años, hasta que pasó el vendaval, y regresaron definitivamente a Italia, la patria herida.