El multimillonario Tompkins y su generosidad ecológica

Domingo 17 de mayo de 2015
En su estancia en el corazón de la Reserva Iberá, en Corrientes, en donde vive la mitad del año con su esposa.

La nueva vida de los pelegrinenses es en gran parte gracias a la generosidad del multimillonario ecologista estadounidense Douglas Tompkins, que sorprendió a los gobiernos de Chile y Argentina, comprando miles de hectáreas en los dos países para que se crearan parques o reservas nacionales.
Y el multimillonario y su esposa se encantaron también con Los Esteros del Iberá y no sólo eso, sino que también viven gran parte del año en la región que tiene como portal a esta localidad y a Mercedes.
Los Esteros están conformados por más de un millón de hectáreas, aproximadamente la mitad son de uso público.

La cifra es relativa, ya que el Estado argentino no conoce la extensión de la reserva con exactitud. De acuerdo a distintas fuentes ecologistas, son entre 500 y 600 mil hectáreas que no están mensuradas, es decir, sin registro de catastro provincial. Es el segundo mayor humedal del continente, después del Pantanal brasileño, y fue reconocido como Sitio Ramsar (Humedal de Importancia Internacional) por su valor en el mantenimiento del equilibrio ecológico del mundo.
Allí desembracó Douglas Tompkins y su mujer, Kris McDivitt, en donde viven. Mitad del año en los Esteros del Iberá, en Corrientes, y la otra mitad en Reñihué, en la región de los lagos chilenos.
Su estancia, cercana a millones de litros de agua pura, hizo crecer un mito que alimentó a muchos medios de prensa: Tompkins viene a llevarse el agua del humedal correntino.
“Estamos haciendo un agujero que atraviese los continentes para sacarla de una vez”, contesta entre irónico y fastidiado Tompkins cada vez que le preguntan sobre eso, sobre la sospecha y la desconfianza.
La conformación de la leyenda pareciera que tiene razón de ser: hay poderosos intereses locales que desean producir mucho y rápido, acumular divisas y crecer, cueste lo que cueste. Aunque en la ambición se pierda el planeta.
Douglas Tompkins es un ciudadano estadounidense que en las últimas dos décadas ha comprado casi un millón de hectáreas en Sudamérica.
Primero desembarcó en Chile y adquirió en el sur un territorio precioso por su belleza natural. Algunos años más tarde lo hizo en la Argentina: en la Patagonia, Entre Ríos y luego los Esteros del Iberá. Si bien declaró su propósito de trabajar en la conservación de la biodiversidad conformando parques y reservas naturales y ya donó casi la mitad de las propiedades adquiridas a los Estados nacionales donde se asienta, las posibles ganancias y los supuestos planes ocultos de Tompkins generaron en ambos lados de la cordillera diversas fantasías que lo ligan indistintamente a negocios oscuros, a especulaciones inmobiliarias o ser un agente encubierto al servicio de la CIA que viene a quedarse con los recursos estratégicos de los países más débiles.