La resurrección como sinónimo de reinserción a la sociedad

Domingo 23 de noviembre de 2014

Tumba, significa para muchos, algo más importante que una simple palabra para denominar a las cárceles de nuestro país. Representa para otros un antes y un después. Un camino lleno de experiencias límite donde el sacrificio y la búsqueda de "la resurrección" como personas, se convierte en el norte de la brújula para lograr redimirse de sus errores.
Este largo y sacrificado camino termina una vez obtenida la ansiada libertad. Pero se desata otro de igual dureza. Un sendero en el que ya no se pelea contra el karma y los dolores de la prisión, sino contra el estigma y la discriminación. Los liberados no tienen nombre, reciben un título nobiliario marginal: el de ex presidiario.
Una de esas historias tiene como protagonista a Miguel, posadeño de 50 años que purgó cinco años de prisión por una causa federal en la Unidad Penitenciaria Nº 17 de Candelaria y hoy; con el paso del tiempo revive cómo atravesó lo que el denomina "la resurreción".

"¿A qué llamo resurrección?, A la reinserción, a la incorporación a la sociedad. Desde ese momento sos una persona nueva en una ciudad nueva. Es tener bien en claro que lo que hagas a partir de ese momento es volver a empezar. Es entender que al salir tenés una condena de por vida y en donde dejás de ser vos mismo para ser un ex presidiario. A partir de ese momento endendés que debés ganarte nuevamente el respeto de la gente en base al trabajo. Con espíritu, con  fe, con dedicación, y por sobre todo con mucha voluntad"."En mi caso, lo que me llevó a caer fue la soledad. No tener a nadie al lado mío. Sentirme sólo en medio de la sociedad. Eso te lleva hacer muchas cosas. Por contagio, por probar cosas nuevas, siempre terminás cometiendo un delito. Luego, una vez que entrás a la cárcel te encontrás con otras formas de delinquir; es como que vas aprendiendo más del oficio", narró Miguel.

Prevención
Sostuvo que es importante crear situaciones de prevención ante posibles recaídas y retornos inevitables a la cárcel.
A partir de esto, se podrían elaborar seguimientos en donde pueda intervenir alguna ONG o la dirección de Patronatos de Liberados para que a estas personas no se les pase por la cabeza volver a delinquir. En ese sentido, lo fundamental es tratar de brindar una mejor contención familiar y social al interno.
"Dentro de las cárceles hay que formar a los internos para que no reincidan en el crimen al volver a la calle. Demostrar que cada uno tiene un poder de cambio y que cada profesional le enseñe al interno hasta que esté convencido de esto. No desde la fe, si no desde el valor del ser humano como elemento primordial. Eso hace que cuando salga a la calle sea un hombre nuevo".
 Volviendo al caso de Miguel, este manifestó que en  la mayoría de los casos, las personas salen de la penitenciaría luego de haber cumplido con el Estado y se encuentran con que la sociedad aún no los perdonó. Allí se dan cuenta que quedan marginados o estigmatizados. 
"Desde ese momento dejás de ser Miguel, Carlos o como te llames; desde ese momento sos un ex presidiario y eso es un estigma que es muy difícil de llevarlo", puntualizó.
Al ser consultado sobre qué aspectos deben mejorarse dentro de las unidades penales, Miguel señaló que "sería bueno implementar una forma de cooperativismo dentro de la cárcel. Que puedan existir talleres que formen hombres especializados, pero no en hacer barquitos o manualidades, sino hombres que sepan construir, que sepan plomería; que sepan carpintería, que tengan un oficio".
Es en ese proceso de reincerción a la sociedad en el que uno de los pilares para una buena educación del interno remite a darle la oportunidad a esa persona a que entienda el valor del trabajo. Ya que una vez que salga en libertad y no tenga trabajo, la posibilidad de delinquir se acrecienta.
Otro aspecto que resaltó el entrevistado es la importancia de llevar este problemática  a los lugares culturales. Hablar de la situación y ponerla en discusión.

El camino previo
Otro aspecto que el entrevistado no quiso pasar por alto es el proceso que atraviesa una persona desde el momento en que es detenido y comienza su proceso judicial. "Cuando vos entrás a la cárcel tenés varias etapas. Primero está la etapa en la que caíste y tenés la desesperación de salir. Desde ese momento hasta que la condena no queda firme es un tiempo que a uno le sirve como de luto para decir: 'bueno loco, la tengo perdida y la voy a pagar'. Después tenés otro período cuando ingresás a la penitenciaría donde todos los que están allí ven de que estás hecho. Hay que ser polenta para ganarse un lugar y atravesar hasta la etapa que se conoce como cuenta regresiva. Es cuando ves que te faltan algunos años para poder salir, y no hay perspectiva alentadoras, salvo el deseo desesperado de recuperar la libertad".
Según añadió Miguel, es en este último pasaje cuando aparece la etapa de la conducta. El preso, en este caso, empieza a ver que si se porta bien puede obtener ciertos beneficios que hacen que en tiempo menor al previsto pueda ir gozando de las primeras salidas transitorias.
Es en este aspecto donde también focalizó su crítica el entrevistado, ya que por lo general no se suele trabajar con el lugar de origen de los internos y el entorno cercano de la familia.
De acuerdo a la experiencia de Miguel, muchas personas salen 24 y 48 horas a visitar a sus familiares y es ahí donde se presenta otro grave problema para el interno que lucha por rehabilitarse.
Hay situaciones en que la persona regresa a su lugar de origen, en la mayoría de los casos sitios caracterizados por ser de bajos recursos en donde vuelve a tomar contacto con la droga o con la delincuencia. Las mismas herramientas que lo llevaron a conocer la oscuridad.


Veinte años de servicio
Otro personaje desconocido, y que a diario de manera voluntaria colabora en la asistencia a internos de distintas unidades penales de la provincia es Héctor Cabral. Éste desde 1995 sostiene su tarea.
Se inició en este servicio a partir de su creencia religiosa, pero con el paso de los años se dio cuenta que las personas a las que ayudaba necesitaban otro tipo de contención y apoyo para dar sus primeros pasos en sentido a la libertad. No alcanzaba con la espiritualidad, era imprescindible mayores instrumentos.
Explicó Cabral: “La primera tarea es tratar de conseguirle trabajo a los internos; tratá de ocuparle la cabeza, y hacer que se liberen del estigma de estar ahí dentro y que puedan reencausar sus vidas. Por ello tratamos de ofrecerle alguna manito”.
“Con esta tarea en las cárceles, recorrí toda la provincia. Durante los últimos años me di cuenta que los internos necesitaban algo más. Una mano amiga que desde afuera los ayude, los oriente y por eso comencé a dedicarme a eso. Gracias a Dios puedo decir que salí padrino de 25 internos y ninguno reincidió. Para mi es un santo orgullo”, graficó Cabral.
“Lo que rescato como fundamental para que los internos no retrocedan cuando salen a la calle, es el estudio, la instrucción educativa. Gracias a nuestra intervención, se le donó toda la carrera a un interno quien en tres años salió con un título de asistente social. Hoy trabaja en Entre Ríos con su familia y esas cosas a uno le quedan”.
Actualmente Cabral presta ayuda en la asociacion Civil Hermano Sol, Hermana Luna, grupo que cuenta con una veintena de voluntarios.


Opiniones
"¿A qué llamo resurrección?, A la reinserción, a la incorporación a la sociedad. Desde ese momento sos una persona nueva en una ciudad nueva. Es tener bien en claro que lo que hagas a partir de ese momento es volver a empezar. Es entender que al salir tenés una condena de por vida y en donde dejás de ser vos mismo para ser un ex presidiario. A partir de ese momento endendés que debés ganarte nuevamente el respeto de la gente en base al trabajo. Con espíritu, con  fe, con dedicación, y por sobre todo con mucha voluntad".
Miguel (50)
Ex presidiario

Por Agustín Mazo
fojacero@elterritorio.com.ar