Un espacio sin tiempo sigue vivo en el corazón de Oberá

Lunes 29 de diciembre de 2014
Décadas de vigencia. | Más allá del valor decorativo, ciertos productos que dejaron de fabricarse aún son funcionales.

Es un lugar como detenido en el tiempo, donde el pasado decidió anclar sus huellas. Planchas a carbón, ollas negras, baldes de chapa, faroles a kerosene e innumerables objetos que hace décadas dejaron de fabricarse conviven en Casa Szewald, un tradicional comercio de ramos generales ubicado en pleno corazón de la ciudad.
Fundada en 1936 en la esquina de la actual avenida Sarmiento y Jujuy, desde 1944 se halla en el local de avenida José Ingenieros 56, frente a la ex terminal de ómnibus.
Carlos Szewald (73) heredó el negocio de su padre, don José, y mantuvo la estética de antaño, con los mismos mostradores y estantes de madera que trasladan al pasado.

“Tengo clientes que vienen por cosas puntuales porque saben que sólo acá se consiguen. Hay mucha mercadería que dejó de fabricarse, pero que sigue siendo útil, como las ollas de fundición enlozadas. También hay gente que compra cosas para decorar los ambientes y están los que vienen a hurgar qué pueden encontrar que les sirva”, detalló el propietario.
De alguna manera, la relación con el pasado mueve fibras íntimas que varían en cada persona y su experiencia de vida.
En diálogo con El Territorio, Szewald recordó que hace poco vendió una cocina a leña Carelli nueva que tuvo más de 30 años en exhibición.
“Una turista andaba paseando por el centro, vio la cocina y quedó encantada. Hacía años buscaba algo así y no encontraba más. Se fue feliz con la cocina que le hacía volver a su niñez”, comentó con un dejo de orgullo.
Tiene varios clientes que son oriundos de Oberá y residen en otras provincias, pero cada vez que regresan a la ciudad pasan por su comercio para adquirir alguna reliquia.

Seguir pese a todo
La evolución tecnológica se explicita en las planchas, ya que en el local las hay a carbón, a bencina y hasta a gas, las que se conectaban a la garrafa.
Aún conserva y sigue vigente, como desde hace 78 años, la misma balanza con su juego de pesas original.
“Todavía me queda algo de bazar, que fue uno de nuestros fuertes hasta que los supermercados empezaron a vender y hubo más competencia. Sigo porque todavía tengo bastante mercadería y es un cable a tierra, me gusta abrir el negocio y charlar con la gente”, subrayó acodado en su mostrador eterno.