Escuela de familia

Domingo 5 de agosto de 2012
“Somos una familia cristiana que educa en casa (lo aclaro desde el principio porque quienes se unan al grupo verán contenido cristiano) educamos en casa sin escuela, ‘Unschooling’. Esta página es para compartir conceptos y experiencias con otras familias educadoras y para la difusión de esta alternativa educativa en nuestro país. Compartiendo experiencias de familias educadoras de otros países. Entendimos que como padres es nuestra responsabilidad la educación, desarrollo y plenitud de nuestros hijos, como sus valores en la vida. Dios nos da esta responsabilidad que tomamos con amor, buscando en él sabiduría para buscar las mejores alternativas para lograr mejores resultados”, reza el mensaje de bienvenida de Unschooling Cristiano, Educación en el hogar, sin escuela.
Un grupo en Facebook creado por Gabriela Fank (36) y su esposo Gabriel Leguía (36) quienes optaron por educar, hace alrededor de dos años, a sus tres hijos bajo esta modalidad.
“Unschooling” es un modelo de enseñanza que se imparte a los niños y que consiste en el desarrollo de todas aquellas habilidades innatas de los mismos, pero fuera del contexto escolar propiamente dicho, es decir fuera de la escuela, más específicamente en el ambiente del hogar.
Está basado en las teorías de John Holt, educador americano del siglo XX. Su obra “Teach Your Own” puso las bases teóricas a algo que en el parecer de los padres que lo practican, que nuestro sistema educativo ha olvidado: que los niños desean aprender y ese deseo es demolido por los métodos dirigistas.
Los Leguía decidieron apostar a este modelo educativo disconformes con el tradicional que provocaba estrés, dolores de cabeza y malestar a sus niños. Además de algunas injusticias planteadas por los pequeños en el sistema calificatorio. “Martina (13) y Zoe (9) eran promedio 10 en el colegio. Martina fue abanderada en séptimo grado y Zoe una alumna distinguida. Pero el precio de estos logros eran muchísimos malestares físicos y un agotamiento extremo por andar de aquí para allá, porque no contábamos con auto y había que trasladarse hasta el centro para ir al colegio muy temprano por las mañanas; y a la tarde venía el periplo de los trabajos prácticos y otras actividades”, justificó la madre de las pequeñas.

Cortar con el modelo
“Nos enteramos que los hijos de nuestros pastores al haber nacido en Miami, y como viajan mucho por el ministerio de sus padres, estudiaban a distancia con una escuela de allá que les enviaban los materiales y los asistía con tutoriales, para luego rendir los contenidos de manera on line. Tenían armado un sector de la casa para poder estudiar. Lo mismo hacían con el colegio al que asistían mis hijas, para lograr la doble titularización”, comienza relatando su historia Gabriela, que al momento de conocer este sistema, pidió a la dirección del instituto poder realizarlo ellos también.
“Se negaron rotundamente. Nos decían que los chicos se la iban a pasar detrás de la computadora o que mis hijos no se iban a relacionar con nadie. Docentes y directivos se ponían a la defensiva como queriendo proteger a la escuela”, explicó Fank, que luego de la negativa comenzó a investigar con su marido la manera de lograr que sus hijos realicen este sistema en la escuela pública.
“Al principio buscamos implementar el Homeschooling (Enseñar  a los hijos los contenidos de diversas materias en el hogar) que estudien en casa y rindan después en la escuela. Que es un método utilizado en niños deportistas, en los que tienen alguna dificultad física, niños que viven y trabajan del circo, niños actores, y demás. Con este pensamiento fuimos a plantearle a distintas directoras de escuelas públicas que si bien nuestros hijos no iban a actuar en ninguna novela, queríamos que estudiaran en casa por un montón de razones y nos dijeron que no”.
El matrimonio presentó, sin respuesta alguna y en reiteradas oportunidades, notas y material bibliográfico para acceder a esta autorización, incluso llevaron a la legislatura un proyecto de Ley para que sea tratado, pero en todos los casos la respuesta fue el silencio. “Buscamos y buscamos, y los directivos no me entendían y yo les decía ‘pero busquen en internet o bien lean este material que les presento’; y nada. Ahí me di cuenta que a ellos no les interesábamos y que nosotros no los necesitábamos. Que mis hijos iban a avanzar en sus estudios, y en algún momento los certificarían”.
Hoy por hoy los tres niños estudian en su casa de Itaembé Miní, con recursos escritos o de internet. “Ellos hacen sus trabajos prácticos de investigación de todo tipo, van a un instituto de inglés porque eso no les puedo enseñar yo, hacen deporte como hockey y equitación y música”, se explaya y agrega, “con respecto a la certificación,  vamos a esperar que cumplan los 17 o 18 años y lo rendirán con cursos acelerados”.

El día a día
Martina, la mayor de los hermanos Leguía, es una apasionada del diseño gráfico y hoy por hoy dentro de sus actividades realiza trabajos de diseño y cursos al respecto. Ella, al igual que su hermana y Ciro (5) el más pequeño, organiza sus estudios en el día a día, o bien como explica su mamá “cuando surge la curiosidad”.
“Al tomar esta decisión nos interiorizamos con educadores con décadas de estudio y formados al respecto y nos hemos quedado con  esta opción del Unschooling. Que es una educación más libre sin estructuras, de horarios de materias, ni de calificaciones. En la que el chico vaya estudiando como fue siempre: a través de libros y hoy además de estos, de internet y trabajos”.
Las niñas mayores realizan trabajos prácticos de investigación de todo tipo, van a un instituto de inglés, hacen deporte y música. Y tienen  tiempo de sobra para aprender aquello que desean.
El más pequeños, asistió una semana al jardín de infantes y se aburrió, ya que con tres años sabía leer y escribir. “Actualmente se está preocupando por su cuerpo, cómo funciona el corazón por ejemplo. Y al momento en que surge la incógnita, vamos y buscamos la información. Y así sin darnos cuenta el otro día trabajamos todos los sistemas orgánicos”, dijo la madre.
“Las cosas se van dando, ellos van preguntado y yo les explico y les proveo de material. En internet está todo, tanto el material para los padres como para los hijos. En el proceso de enseñanza participamos todos los integrantes de la familia. Por ejemplo historia les enseña la abuela, ya que les relata los grandes acontecimientos como un cuento. Y si nosotros vemos que en cierta área tienen que reforzar conocimientos no tendríamos problema de recurrir a profesores particulares”, sentencia la madre.

Una ola que crece
La familia Leguía sabe que no está sola.
Ellos se contactan con otros grupos de padres que se encuentran practicando el Unschooling en el país, ya que no existe en Argentina ningún documento legal que prohíba expresamente, la opción de educar en el hogar sin la intervención de organismos de administración pública o privada.
“De este hecho resulta, que quienes optamos por otras alternativas, fuera de las que administra el Estado, nos encontramos en medio de un vacío legal; presuponiéndonos vulnerables ante quienes se oponen a las diferencias y a la libertad de elección”, afirma Gabriela adelantándose a que son conocedores de la posibilidad de que  puedan ser denunciados en algún momento por un vecino, conocido o exdocente de los chicos.
“Nosotros tenemos la conciencia tranquila de que los chicos saben y estudian. Y eso lo podrán demostrar hoy o más adelante cuando decidan certificar sus estudios. Conocemos solamente un caso, en Neuquén, donde una familia fue judicializada por practicar este tipo de modelo educativo; y el fallo fue a su favor porque demostraron que la niña tenía los conocimientos adecuados para su edad”, expresó Gabriela.

Desterrando un mito
Con respecto a la socialización,   indica que este es el primer prejuicio al respecto de este modelo educativo y el primer mito que se destierra:
“En la escuela tampoco pueden socializar los niños sentados en el aula y en los recreos donde no pueden ni correr”. Y para finalizar, agregó que “la socialización siempre existió, no lo hizo la escuela. Los chicos quieren socializar con sus papás, con su familia, con sus amigos; y esto no se puede dar porque tienen que estar todo el tiempo ocupados con actividades escolares. Ellos ahora, tienen más tiempo para socializar y compartir, además de haber mejorado su salud porque no se estresan, ni llegan tan agotados al fin de semana”.


¿Es legal la educación en casa?
Legítimamente los padres, como agentes naturales y primarios tienen el amparo de la Constitución que versa en el artículo 14 y 14 bis, que gozan de derechos de asociarse con fines útiles; de enseñar y aprender. Los artículos 28 y 33 defienden que los derechos no pueden ser alterados ni negados aunque no estén enumerados porque nacen del principio de soberanía del pueblo.
La Convención sobre los Derechos de Niño en el artículo 5, menciona que los padres deben hacerse cargo de los niños. En el artículo 9 da su derecho de mantener contacto con sus padres. Los artículos 12, 13 y 14 expresan que el niño debe ser escuchado y que tiene el derecho de poder decir lo que piensa, con libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.
 El artículo 28 confirma que el niño tiene derecho a la educación; y que la escuela debe ser obligatoria y gratuita para todos.
 El artículo 29 compromete a la segunda parte del anterior artículo, donde hace alusión al derecho que tienen los niños a recibir educación que desarrolle sus capacidades y que le enseñe acerca de la paz, de la amistad, de la igualdad y del respeto por el ambiente natural.
Según la nueva Ley de educación, los padres pueden elegir el perfil escolar que deseen para sus hijos. Pueden escoger entre una escuela pública de jornada extendida o completa. Puede ser o no religiosa. Puede ser privada o a distancia, rural, bilingüe o domiciliaria por causa de enfermedades. Puede ser hospitalaria y hasta darse el honor de observar el docente y decidir enviarlo a esa escuela o no.
Pero no reconoce específicamente este tipo de educación, generando un vacío legal que la regule. Y sin ninguna sanción específicamente oficial en Ley.

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