“Yo le cebaba mate a Mengele”

Domingo 7 de septiembre de 2014
Zemunich. | “Me regaló un esterilizador y me enseñó a aplicar inyecciones”.

Emilio Zemunich tiene 76 años, un año más que Colonia Lanusse, que depende del municipio de Wanda. Zemunich nació en Santo Pipó, llegó a esta localidad cuando tenía un año de edad y permaneció 49 años. Actualmente vive sobre la ruta 12, en inmediaciones del acceso a la localidad de Wanda. Allí recibió al diario El Territorio y detalló tanto el desarrollo de la colonia y la progresiva desaparición del lugar como el hecho de haber sido el habitual cebador de mate de Josef Mengele.
Recién después de la muerte de este nazi –aseguró- supo de la verdadera identidad de quien fue conocido como El Ángel de la Muerte y que se entiende, habría vivido en paz durante varias décadas en la región. La novedad es que de acuerdo a los testimonios como los relatos de Zemunich y otros vecinos, quien fuera uno de más buscados jerarcas nazis vivió en esta colonia del Norte de Misiones con el nombre de Enrique Dumbarg.
Zemunich llegó a la localidad de la mano de su padre, un austriaco decidido a olvidarse de la guerra y encontrar tranquilidad en este lugar. “Le llevó tres meses de viaje y cuando llegó a la Argentina, ya hablaba el castellano. Mi padre falleció hablando ocho idiomas”.


¿En qué año vinieron a Lanusse?
Vinimos el 26 de Junio de 1939. En esa época había que ir preparado con hacha, tronzadoras, palas, y llevaba todo el día ir de Wanda a Lanusse. Había 70.000 hectáreas para 70 familias. Cuando se inició la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), terminó la inmigración. Y ahí quedamos el grupo. Vinimos sin ser inmigrantes unas ocho familias que aprovecharon las chacras que quedaron vacías. Al llegar acá en el ’39, eran tiempos difíciles, porque la ruta nacional 12 recién llegó a Iguazú en el año 1944. Hasta entonces, todo se movía por barco, desde el correo hasta la provista. Y entonces venían desde Lanusse a buscar provista hasta cerca del río Paraná; eran cosas indispensables, porque se vivía más de lo que se producía en la chacra.

¿Qué compañías funcionaban en el lugar?
Entró ahí la Compañía Samuí, que vino del Chaco y tenía la fábrica de terciados. El gerente era un ingeniero alemán. Su verdadera identidad era una incógnita, porque él fue jefe de los submarinos de (Adolf) Hitler en la guerra, y venían ya con otros nombres. En 1950, era (Juan Domingo) Perón el que trajo a todos a la Argentina. Con el ingeniero llegó Mengele con el nombre de Enrique Dumbarg y se hizo amigo de mi padre. El doctor tenía un coche, dos caballos y la casa donde vivía. Cuando salía nos dejaba la casa para que cuidáramos de los caballos. Pero no sabíamos quién era. Se presentaba como un médico, excelente persona; nunca iba a una reunión. No quedó una foto de él.  A mi padre le llamaba la atención que no procurara nada. Si llegaba un paciente, lo atendía, y si no podía pagar, él lo curaba igual.

O sea que de medicina sabía mucho...
Sí, ataba y operaba sin anestesia. Se iba a Ciudad del Este (por entonces, Puerto Presidente Stroessner, Paraguay) para conseguir los remedios, donde había una farmacia alemana y pedía remedios de Alemania. A él lo trajo el que era jefe del submarino. Nunca se reunían en público. Él tenía el sueldo de la empresa Samui, para atender al personal.

Entonces ese doctor Dumbarg, ¿era Mengele?
Sí. Recién cuando falleció supimos quién era él. De acá se fue a San Pablo, Brasil. Cuando llegaba a casa el tema de él, siempre era hablar de la guerra con mi padre. En una oportunidad, como mi padre siempre leía la revista Reader's Digest, le comentó que leyó cómo lo agarraron a (Otto) Adolf Eichmann y la muerte que tuvo.
Cuando mi papá terminó de contar lo que había leído, él (por el doctor Dumbarg o Mengele) le dijo que “ese no era el más buscado, el más buscado era Mengele” y se paró, cambió de color y no se sentó más. Decía que lo había conocido en un campo de concentración, que lo habían llevado con 75 kilos y lo largaron con 45 kilos. Cuando en realidad le hicieron eso a él mismo*. Desde entonces, siempre preguntaba a mi padre, si no leyó algo más. Pero nosotros, no nos dimos cuenta, ni nos imaginamos que él, era Mengele. (*Nota de la redacción: Zemunich, al parecer se refiere a cuando en abril de 1945, según los registros históricos, Mengele huyó camuflado como un miembro de la infantería regular alemana. Resultó capturado como prisionero de guerra y retenido cerca de Nüremberg, pero luego fue liberado por los aliados, que desconocían su identidad. Tras esconderse como granjero en Alta Baviera, Mengele partió hacia Argentina en 1949, donde muchos otros oficiales nazis huidos también habían encontrado refugio).

¿Cuántos años tenía usted entonces?
Yo tenía 17 o 18 años. Yo les cebaba mate. Mi padre me pedía siempre para tomar mate con el doctor Dumbarg, que resultó ser Mengele.

¿Y este doctor atendía partos?
Sí. Él no decía a nada que no. Acá hay señoras que operó; las ataba y operaba sin anestesia.

¿Supieron si hizo algún experimento con humanos?
No, acá no. Nada. Hay películas que dicen que estaba desaparecido durante doce años y estaba en ese tiempo en Lanusse. Hace poco falleció un enfermero al que él enseñó. Él vino y trajo una chica que era la segunda mujer. Y luego se juntó con una tercera mujer de Libertad, y cuando se fue de acá, dejó todo. Él tenía un hospital en San Pablo con cinco médicos trabajando. Tengo un regalo de él. Me dejó una caja para esterilizar la aguja. Me enseñó a aplicar inyecciones y a ser enfermero.

¿Cuándo se dieron cuenta de que el doctor Dumbarg en realidad era Mengele?.
Después que falleció. Antes nunca nos habíamos dado cuenta de que era Mengele.

Cuando supieron de su muerte, ¿qué comentaban en la colonia?
Hablábamos de a uno. Contándonos lo que sabíamos. Y nadie lo temía, porque había gente que ni sabía de la historia de Mengele.

Cuando estaba en Lanusse, ¿solía ausentarse con frecuencia?
A veces una semana o diez días salía. Le avisaba a mi padre y le dejaba el caballo. Ignorábamos quién era.

¿Se sabía si había reuniones de nazis acá?
No, pero había varias personas. Eran tres o cuatros nazis y se sabía en la colonia, pero todos tenían otros nombres.

¿Cómo se vestía?
Ocupaba la misma ropa que se usaba en el pueblo. Nada de uniforme ni de médico. Por lo visto, quería pasar lo más desapercibido posible.

¿Quedó algo del lugar donde Mengele vivía?
No, nada. Cuando Alto Paraná compró las tierras, no dejó nada; ni fábricas ni talleres, plantó pinos ahí.

¿Cómo era la casa?
Era una casa de madera, como la de cualquier obrero. Él tenía una pieza, la cocina y la mesa; la heladera y una pieza donde era el consultorio. Allí tenía una mesita donde acostaba a los pacientes. Ahí vivía con una mujer y sus dos o tres hijos.

¿Usaba armas, salía a cazar?
No usaba armas. Le gustaba andar a caballo. Era el hobby del él. Y recorría cinco o seis kilómetros para visitar a los pacientes.