Una población que se erigió sobre las reducciones

Domingo 20 de abril de 2014
Según los datos históricos que aún se conservan, esta localidad se levantó sobre las ruinas de lo que fue uno de los primeros pueblos jesuíticos de la zona.
Según se relata en la obra Historia de Santo Tomé, de Juan Luis Savoini, "a orillas del río Yaguary, y bajo la advocación de Santo Tomás Apóstol, se funda el Pueblo de Indios de Santo Tomé por los padres Luis Ernotte y Manuel Berthold, en 1632”. Pero en 1638, debido a una peste de viruela y a dos ataques por parte de los bandeirantes (enemigos acérrimos de los habitantes de Santo Tomé), “la Orden Jesuítica decide trasladar todas las reducciones fundadas en El Tapé a la banda occidental del río Uruguay. Tras 40 días de éxodo, arriban al lugar asignado al sur del arroyo Itacuá, donde se efectúa la segunda fundación de la reducción” (actual Santo Tomé). En 1690, debido a la sobrepoblación de Santo Tomé, se fundó una población dependiente en la costa oriental del río Uruguay, con el nombre de San Francisco de Borja.  Los recopiladores e historiadores de la región afirman que el poblado organizado por los jesuitas estaba cercado por un muro mediano de piedras, lo que delimitaba su lugar. No era alto, era sólo para marcar su espacio.
“Se hicieron numerosas excavaciones. Se vendieron muchas piedras, en otro tiempo, a varios lugares para basamento, porque durante muchos años no se le dio importancia a la cuestión jesuítica. Y la Plaza de las Misiones era donde está la actual plaza, pero como se cree que las plazas jesuíticas eran un poco más grandes, es posible que haya  sido hasta todo el ancho de la calle, más extendida”, expresó Antonio Da Silva, recopilador y docente santotomeño.
Por los pasillos de la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia y el Museo Pablo Argilaga, Da Silva afirmó, señalando los vestigios jesuitas que allí se conservan, que "estas bases de columnas de la antigua iglesia fueron encontradas donde actualmente se halla la Iglesia Catedral de Santo Tomé, porque en ese mismo lugar antiguamente se ubicaba la iglesia jesuítica. Allí se levantó luego una iglesia muy precaria, utilizando los mismos muros, a la que se había puesto en un comienzo un techo con varas de árboles y cueros de animales. Y después recién se levantó la segunda iglesia, que fue hecha totalmente con piedras extraídas de las antiguas reducciones. Y después, en el año 1900, se empezó a construir la actual iglesia, que era la iglesia parroquial en un comienzo, y después la Catedral de Santo Tomé. Se terminó de construir en el año 1916. Se construyó de atrás hacia adelante; a medida que avanzaban con el trabajo desde el altar, iban desarmando la vieja iglesia que tenía piedras jesuíticas”.
En el pueblo, en general, “quedan muy pocos vestigios de esa época porque cuando se asentó la nueva población en el mismo lugar donde se había levantado la antigua reducción jesuítica, la gente ocupaba los materiales que tenía a mano. Es por eso que la mayoría de las piedras y tacurúes que formaban parte de las ruinas fueron a parar a los cimientos de las casas del centro, que vinieron a construir maestros mayores de obra de Italia y de otros lugares, que en ese  momento recorrían la Argentina prácticamente”, explicó.
El recopilador relató que donde actualmente se erige la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia (creada en 1873) y el Museo Pablo Argilaga (fundado en 1963) , detrás de la escuela cabecera Nº 141, era parte del cementerio jesuita y de la primera etapa de la refundación de Santo Tomé.  Poco más de media manzana, continuando hasta la calle Hipólito Irigoyen, era parte del cementerio hasta 1872 aproximadamente. Después de ese año se empezaron a llevar los difuntos al predio del actual cementerio.

Delimitado
La zona jesuítica, el sector que abarcaba concretamente, era un cuadro comprendido más o menos desde la calle Bertrán por el oeste hasta la calle Víctor Navajas por el este, media cuadra más debajo de la calle Mitre; y hacia el sur, media cuadra más allá de la calle Hipólito Irigoyen. Sería un cuadro que va desde el Banco Provincia (San Martín y Bertrán) hasta casi llegando al río, por Víctor Navajas, en el actual centro de la localidad.
“Unos 300 metros por 250 metros sería el cuadro donde estaba incluido todo lo que respecta a la antigua reducción: la plaza, la iglesia, el cementerio, la casa de las mujeres, la casa de los hombres”, aclaró. “Nuestras cuadras tienen las medidas de las cuadras españolas, 129 cada una”, por lo que el sector donde se ubicaba el poblado es estimativo.
El historiador recordó que “en la esquina de Ángel Blanco e Hipólito Irigoyen había un antiguo horno para metales. Los vestigios de ese horno, que en una oportunidad fue desarmado y numeradas las piezas y cuando vinieron a rearmarlo no pudieron hacerlo, quedó como formando un muro. El dueño de casa tapó todos los restos del horno para que cuando aparezca una persona idónea puedan armarlo. Restos de un horno similar se encuentran en el museo Argilaga”.

Restos por toda la ciudad
Las bases de los templos para la construcción fueron traídas desde la zona de la plaza. Apiladas en la galería del museo se encuentran algunas de las piedras que se pudieron rescatar de la zona. Algunas otras piedras similares fueron ocupadas en monumentos que se hicieron dentro del ejido urbano.
“Estas piedras son originales, de la época jesuítica, pero lo cierto es que hay muchos monumentos que están sobre la calle San Martín (la principal del pueblo) que fueron hechos con ladrillos comunes de la zona y después sobre la parte del revoque le tiraban un salpicré, para que dé el aspecto de la piedra pedregosa, es decir, imitando a las piedras originales. Muchos dicen que las piedras jesuíticas fueron talladas por los indígenas, pero yo sostengo que fueron realizadas con moldes, de distintos tamaños claro, para que vayan encastrando en las construcciones. Porque acá en la zona nuestra, sobre todo en lugares bajos, al cavar unos 60 centímetros empieza a salir este tipo de pedregullo mezclado con una arcilla gruesa. Al dejarlo al costado del pozo que estás haciendo, y al entrar en contacto con el aire, al oxigenarse, se produce un cambio en su estructura y  se convierte en piedra. Ese pedregullo mojado que se saca se convierte en piedra. Son hipótesis. Los jesuitas eran gente muy inteligente y utilizarían ese sistema para hacer los bloques”, expresó Da Silva.
 En otros lugares utilizaban el tipo de piedra caliza, material que se usaba mucho en Mercedes y era traído de Itaquí, Brasil.
“Traían los bloques por el río para luego trabajarlo acá, porque es una arenita roja con la que hacían las columnas y figuras de la iglesia, como los ángeles que adornaban los frentes de las iglesias, por ejemplo”, dijo.
El caso de la piedra que tiene la fecha 1916, se supo que fue sacada del interior de la iglesia, y poco después la colocaron frente al templo.
A la izquierda de la Catedral se encuentra la cruz de los patriarcas de la iglesia, representativa de la Compañía de Jesús, que tiene doble traviesa. Se armó un rincón jesuita, con un muro homenaje y una piedra importante, también de esa época. Además, la fuente ubicada a la derecha de la iglesia central, en homenaje al religioso Luis Ernotte, quien junto a Manuel Berthold fueron los fundadores de Santo Tomé, es en realidad una pila bautismal utilizada por los jesuitas. En la actualidad, en su interior se encuentran los restos del religioso homenajeado, que fueron traídos desde Misiones.


El zanjón del Teyú Yaguá
La leyenda del Teyú Yaguá se refiere a un sacristán que desobedeció las órdenes del cura párroco. El sacristán en cuestión siempre iba a pescar y se había hecho amigo de un bichito que parecía una lagartija al que puso en un frasco con agua, le dio de comer y lo crió.
El bicho se hizo grande y tuvo que soltarlo en el río. Y en un momento, cuando al sacristán desobediente lo iban a ajusticiar, apareció el teyú, para salvar a su amo, y abrió ese zanjón tan conocido, ubicado por la avenida Mitre Santo Tomé. Le dicen Teyú Yaguá porque es un lagarto con cabeza de perro.
La base del teyú está conformada por piedras jesuíticas y el actual teyú fue realizado por alumnos de la escuela técnica en el 150 aniversario de la fundación del pueblo.

Por Mercedes Berón
interior@elterritorio.com.ar


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