El robo en su contexto

Jueves 5 de marzo de 2015

Esto puede parecer historia lejana pero ocurrió no hace mucho en este país. La Argentina explotó en la peor crisis económica a principios del año 2000. Saqueos, corralito financiero, saqueos a los super, el hambre, y piquetes en las calles.  Primero con Eduardo Duhalde y después con Néstor Kirchner en la presidencia de la Nación el país lentamente fue encontrando el camino de la recuperación. Fue para entonces que el Estado tuvo que atender a mucha gente que no tenía para comer, entre ellos niños y ancianos.
Fue así que se creó por ley en 2003 el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria. El objetivo que perseguía era posibilitar alimentación básica a la población en situación de vulnerabilidad. Con la buena idea que esta vez, a diferencia de otros planes, se pensó en una alimentación complementaria acorde a las particularidades y costumbres de cada región del país. De ahí viene lo que hoy se conoce como las tarjetas del plan alimentario. Así el Estado transfiere dinero (plan que está vigente todavía) para la compra de alimentos. Las personas eligen libremente qué alimentos comprar de acuerdo a sus gustos y hábitos. Los beneficiarios son familias con niños menores de 14 años, embarazadas, personas con discapacidad y adultos vulnerables.
Esta introducción tan larga para esta columna tan breve tiene una razón. Es para mostrar la importancia del plan, el valor histórico y simbólico que carga, y sobre todo para que quede claro que si algún político se queda con algunas de estas tarjetas, se sepa claramente a quién le está robando. A familias que no tienen nada. A los más vulnerables.

El ex intendente de El Soberbio que está preso e investigado, se habría apropiado de 250 de estas tarjetas. Y la Justicia cree que en complicidad con comerciantes de la zona los transformaba en dinero para engrosar sus bolsillos.

Roberto Maack
Jefe de Redacción
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