Festejo nublado

Viernes 26 de diciembre de 2014
Es un día especial. Todo es fiesta. Todos andan alegres, entusiasmados, eufóricos. Organizan planes. El objetivo es pasarla lo mejor posible. Y, cuando todo está saliendo de maravillas, de pronto, ocurre la tragedia. El petardo que estalla en la mano, la pelea que parece que empezó de la nada y termina con un herido grave, el amigo que se tira a nadar y no vuelve a salir a la superficie.
Y recién entonces se piensa en miles de detalles que no se tuvieron en cuenta. Y empieza ese odioso análisis retrospectivo de todos esos “si hubiera” que repasan todos los aspectos que, si se hubieran tenido en cuenta, habrían evitado la tristeza que en ese momento se lamenta.
Las tragedias parecen más tristes cuando ocurren en medio de las fiestas. Pero suelen ser justamente las circunstancias de los festejos, las que están vinculadas a las causas de esas tragedias.
Los festejos de la Nochebuena en la capital provincial se desarrollaron en medio de un fuerte operativo de seguridad del tránsito (Página 4). Muchos adjudicaron a esos controles la extrema tranquilidad de los festejos navideños. Y no hubo ningún accidente de tránsito grave. Y ningún herido fatal. No ocurrió lo mismo en otras áreas. La fiesta terminó con dos homicidios, siete heridos de pirotecnia (entre ellos un adolescente sufrió la amputación de un dedo), un ahogado en las aguas del Mártires y una casa destruida por un incendio en San Vicente que se cree fue provocado por un cohete. (Páginas 3, 25 y 26). Demasiada tristeza que quizás pudo evitarse.

María Marta Fierro
Prosecretaria de Redacción
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