En el extremo geológico de la llanura pampeana, San Agustín del Valle Fértil

Domingo 18 de marzo de 2012

Los paisajes de San Agustín del Valle Fértil, con cerros verdes, arroyos de aguas transparentes, cantos rodados y valles con nutrida vegetación son una propuesta turística excepcional en San Juan, provincia donde prevalecen áridos desiertos rojizos y un clima seco de escasas precipitaciones.
Este departamento del Este sanjuanino incluye en su territorio el extremo geológico de la llanura pampeana, que lo ha dotado de un clima y una geografía diferente, con arroyos y ríos con agua todo el año y hasta el “lujo” de mantener un embalse con un lago de 16 hectáreas en San Agustín, la cabecera departamental.
Esa diferencia se nota claramente si se llega a esta ciudad desde el norte, ya que tras cientos de kilómetros de desierto rojo con cerros pelados y ríos secos por la ruta provincial 510, en Usno -segunda localidad del departamento-, once kilómetros antes, ya se comienza a percibir la humedad en el ambiente.


El calor de las piedras
El calor sofocante que emana de las piedras y el suelo, aún en este agonizante verano, deja de quemar la garganta al entrar a la ciudad con sus calles arboladas y jardines de un verde vivo gracias al riego diario.
Si se ingresa desde el Sur, el cambio es paulatino, ya que al dejar la ruta nacional 141 que atraviesa los llanos y tomar la 510 en Marayes, se entra de a poco en este paisaje a lo largo de pequeñas localidades de Valle Fértil, como Chucuma, Astica y Las Tumanas.
Por su cercanía con el Valle de la Luna -72 kilómetros-, Patrimonio Natural de la Humanidad y principal atractivo turístico provincial, San Agustín del Valle Fértil constituye una parada casi obligatoria para la mayoría de los turistas que van o vuelven a la ciudad de San Juan, a 252 kilómetros al Sudoeste.
Si bien este constante flujo de visitantes genera un buen movimiento en la hotelería y la gastronomía, los responsables de Turismo local ofrecen actividades y circuitos agregados para que San Agustín no sea sólo un lugar de paso de los turistas, sino que estos lo tomen como un plus del gran paseo a Ischigualasto.
Una de las localidades que ofrece estos encantos particulares es La Majadita, atravesada por el río San Agustín y varios afluentes, cuyo paisaje remeda las serranías cordobesas o puntanas.
Sus cursos de agua transparente y de escasa profundidad invitan a descalsarse y remontarlos caminando sobre la gruesa y firme arena del fondo o los cantos rodados de diversos tamaños, entre los que se ven cardúmenes de peces diminutos que huyen veloces de la presencia humana.

Aves rapaces
Los ríos y arroyos, entre altos cerros en los que anidan jotes y otros rapaces que dominan el azul espacio aéreo, están bordeados de bajos barrancos rojizos o abras verdes con variadas especies de “yuyos” que los lugareños utilizan para saborizar el mate y preparar infusiones para diversos fines.
Junto a ellos se ven flores coloridas, árboles y plantas típicos, como algarrobo, tala, berro y álamo, además de la tusca, que es muy usada para la conocida artesanía en madera de La Majadita, o la pichana, cuyas ramas son usadas como escobas.
Si bien los cactus mantienen una importante presencia, la sombra de los árboles frondosos invita a los paseantes a armar un picnic o disfrutar una siesta sobre el pasto, al arrullo del rumor el agua y el canto de los venteveos, reinas moras, teros y chingolos.
La perla de la ciudad es el lago San Agustín, que embalsa el agua del río del mismo nombre, que es utilizada para riego y consumo humano, y en torno al cual la Dirección de Turismo local organiza caminatas de dos kilómetros para el avistamiento de aves y fauna en general, con guías de senderismo especializados. Para esta Semana Santa, Valle Fértil comenzó a organizar  un “safari fotográfico” de unos 42 kilómetros, entre otras actividades.