Los 100 de Samsa

Martes 21 de abril de 2015

La metamorfosis de Franz Kafka se publicó por primera vez en abril de 1915; el título fue traducido inicialmente al español como La transformación (la ´verwandlung´ del original corresponde a transformación o mutación) y desde su aparición recibió la admiración de los lectores y la aceptación de los críticos. Sin embargo, dos años antes (octubre de 1913) Kafka había escrito: 'La metamorfosis me parece mala'. Tan es así, que le pidió a su amigo Max Brod que quemara sus escritos después de su muerte. El deseo no fue, evidentemente, respetado. Decía Borges al respecto: 'No podemos creer de verdad en la felicidad y el triunfo. Me figuro que Kafka sentía prácticamente lo mismo cuando deseaba que sus libros fueran destruidos: en realidad quería escribir un libro feliz y victorioso, y se daba cuenta de que le era imposible. Hubiera podido escribirlo, pero el público habría notado que no decía la verdad. No la verdad de los hechos, sino la verdad de sus sueños'.
Cuando Gregor Samsa despierta, ya es un insecto y descubre la repugnancia que provoca. Se oculta o se alimenta de sobras, pero un día, atraído por el sonido del violín de su hermana, aparece ante su familia: el padre le arroja una manzana, que lo hiere, y si bien muere poco después, aún tendrá otro padecer: tiran su caparazón completamente plano y seco a la basura.
Esa falsedad que es para Samsa la familia no dista mucho de la de Kafka, según dejó constancia en su Carta al padre: 'Hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe darte una respuesta, en parte precisamente por el miedo que te tengo, en parte porque para explicar los motivos de ese miedo necesito muchos pormenores que no puedo tener medianamente presentes cuando hablo. Y si intento aquí responderte por escrito, sólo será de un modo imperfecto, porque el miedo y sus secuelas me disminuyen frente a ti, incluso escribiendo'.


Aguará-í