"Cumplí con mi patria"

Jueves 2 de abril de 2015

Mario Jara tenía 28 años, ya estaba casado y tenía una hija de un año y medio cuando desembarcó en las Islas Malvinas aquel 2 de abril de 1982, fecha de la cual se cumplen hoy 33 años.
Ese día las Fuerzas Armadas argentinas llegaron a las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur con el objetivo de recuperar la soberanía de ese territorio administrado (hasta la actualidad) por Gran Bretaña.
Cuando regresó a su hogar después de la rendición el 14 de junio (residía en Bahía Blanca en aquel entonces), Adriana -su pequeña- no lo reconocía. Se escondió debajo de la mesa y lo espiaba desde lejos. Habían pasado casi tres meses. El lapso de tiempo de ausencia en su familia fue corto, pero el hombre que había partido ciertamente no era el mismo que el que regresó.

“Después del 82 estábamos restringidos, habían cosas de las que no podíamos hablar. En el 2006 me retiré y de ahí uno tiene libertad para hablar de esto”, expresó Jara, hoy con 60 años, dos hijos (Adriana y Federico) y una nieta y radicado desde hace más de 20 años en la tierra colorada.
Estando en las islas, Jara -que era sargento- se desempeñó en el área de comunicaciones. Había ingresado a los 16 al Ejército Argentino tras dejar atrás su Reconquista natal -en Santa Fe-. Egresó a los 18 y en los 70 participó del Operativo Independencia en Tucumán.
Para Mario no es fácil revivir los días de Malvinas. No le agrade recordarlo en una reunión familiar, ni la considera una anécdota para probar su valentía a los demás.  Todo lo contrario. A nadie le cuenta acerca de las pesadillas que tiene por la noche o de los recuerdos que lo golpean cada tanto.
“Yo no estaba de acuerdo con la guerra. Nunca estuve de acuerdo. Pero desembarcar el 2 de abril en las islas para mí fue una cosa gigante. Las estudié en la primaria, las veía en el mapa y me decían que eran argentinas”, señaló el hombre en el living de su casa en el barrio Terrazas de Posadas.
Cuando inició su carrera militar sabía que lo estarían preparando para una guerra y que si surgía un conflicto allí debía estar. Pero de las prácticas a la realidad hay un gran trecho. “En este momento tengo bronca. No tengo buenos recuerdos porque es feo estar prisionero. Nos pegaron culatazos, teníamos que hacer caca frente a los soldados ingleses”, confesó y agregó: “Una vez, un soldado que estaba conmigo se descompuso y tuvimos que internarlo. Él me dijo: ‘nos van a matar, sargento’, y yo no supe qué responderle ni qué decirle. He visto a personal de cuadro llorar, llorar de miedo. Hasta un coronel vi como lloraba, ponía excusa pero yo sé que lloraba de miedo”.
El soldado que se enfermó se llama Roque Amoroso, y Mario pudo contactarse con él hace 20 días mediante Facebook. Juntos ya están planeando el reencuentro, según contó.
El hambre, el frío y el miedo fueron una constante en aquel territorio hostil. Mario recordó que la comida escaseaba y se cocinaba una vez al día con los alimentos que habían. La ayuda que fue enviada desde el país jamás llegó.
“No llegó nada. Se dice que todo quedó en los depósitos de Comodoro Rivadavia y Trelew. Hubo gente mala que se encargó de vender todo eso. Muchos compañeros desertaban, se iban. Otros mataban animales para comer porque tenían hambre, por desesperación”, señaló con resignación.

La carta de despedida
Cinco carillas tiene la carta que le escribió Mario a su esposa Élida días antes de la rendición el 14 de junio de 1983. El hombre describió esos días previos como los más duros. Los bombardeos por parte de los ingleses eran constantes y muchos compañeros morían en combate.
La carta era más bien una de despedida porque desconocía la suerte que correría en manos de los ingleses siendo prisionero. “En la carta me dice que me sintiera libre, que haga mi vida porque él no sabía si iba a volver”, recordó la mujer. En aquellas hojas también le pedía que no se olvidara de hablarle a su pequeña hija de quién había sido su padre.
“A 33 años esto es cada vez más difícil -se queda en silencio unos segundos y las lágrimas empiezan a recorrer sus mejillas-, esta fecha no me trae buenos recuerdos. De todas maneras estoy orgulloso de lo que fui e hice, pero no de lo mal que hizo la guerra, de lo mal que se la condujo. Yo cumplí con mi deber, cumplí con mi patria”, aseguró sin poder contener el llanto.
“Quiero que los argentinos no se olviden de esto. Tiene que haber un reconocimiento. Después de la guerra hubieron más de 500 suicidios. Tengo amigos que se tiraron debajo de un camión. No hemos quedado psicológicamente bien. Es muy importante el apoyo de las familias, de los compañeros, de los amigos”, recomendó.
Esa contención él la tuvo y la sigue teniendo al lado de su esposa, pilar fundamental en el día a día; además de sus hijos y nieta.

Día del Veterano y de los Caídos
El Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas se conmemora cada 2 de abril por la ley 25.370 creada en noviembre de 2000. La elección de la fecha se debe a que ese día se dio el arribo de las Fuerzas Armadas argentinas a las Islas Malvinas.
Se celebra, sin embargo, desde 1983 pero anteriormente se lo llamaba Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.