"Lloré en la olería, porque no me dejaron nada, ni la yegua"

Domingo 3 de mayo de 2015
Sin suerte. | De Lima sufrió el robo de su olería sin que nadie lo haya visto.

Nunca pensó que el trabajo de un mes y la inversión de todos sus ahorros se perderían en una noche. Lo cierto es que nadie vio nada, pero desaparecieron seis mil ladrillos, malacate y hasta el caballo del emprendimiento de Eduardo De Lima (34), que decidió no invertir más en proyectos y, de ahora en más, arreglar la humilde casa dónde reside.
Con la tranquilidad que lo caracteriza, De Lima recibió a El Territorio y contó la perdida insólita que le toco pasar, pero también reconoció que tiene cierta desconfianza de determinadas personas y, como no tiene pruebas, se frenó en hacer la denuncia.
“Siempre me gustó ahorrar. Por mi problema de los ataques de epilepsia, el municipio me gestionó una pensión. Con eso me mantengo, pero junté 4.500 pesos e invertí en el caballo y el malacate para empezar la olería”, recordó De Lima.

Cuando todo parecía funcionar, un golpe bajo lo volvió a limitar. Justo hoy, hace una semana que se encontró con el emprendimiento vacío y con deudas para pagar por el trabajo de las personas que lo ayudaron, además del alquiler de la chacra.
“Una persona se enteró que tenía ladrillos recién hechos para vender y vino hasta acá, fuimos juntos hasta la olería y no dejaron nada, ni la yegua estaba”, relató Eduardo sobre como descubrió el atraco, aunque aclaró que el animal fue encontrado en una chacra cercana.

Desahuciado
De Lima siempre trabajó en secaderos de yerba y por su buen desempeño los patrones le ayudaban, pero cuando cumplió 25 años empezó con los problemas de salud y frecuentes ataques de epilepsia, por lo que debió dejar de trabajar.
La intención del proyecto de la olería era para que dos de sus hijos tengan algo de qué trabajar, porque contó que, tras cinco años de separación “los vi llegar a casa y no estaban bien, ni zapatos tenían, por eso decidí ayudarlos y proyecté la olería”.
Fue un mes de trabajo dónde le ayudaron los hijos y en la última semana aparecieron unos conocidos que se ofrecieron en realizar el horno para quemar la producción. La deuda se incrementaba porque tenía que pagar un porcentaje al dueño de la chacra, a los hijos, además a los que ayudaron a realizar el horno.
“Por mi problema de salud no debo pasar nervios y ese domingo hasta lloré en la olería, pero me tranquilicé, recuperé la yegua y voy a venderla para pagar deudas. Tomé la decisión de no hacer más proyectos”, relató apenado Eduardo.
La sospecha sobre quienes le robaron recae sobre varias personas, pero el hombre prefiere medirse en sus acusaciones por no tener pruebas: “Yo desconfió, pero nada más que eso, no puedo decir 'fueron ellos', porque no tengo prueba y nadie vio nada, es triste realmente”.
Eduardo explicó que se preocupa por el bienestar de los hijos que viven en Ameghino. “Yo quiero ayudarlos, por eso pensé en invertir el ahorro y dejarles ese proyectos para ellos, pero todo salió mal”.
Suponiendo que el negocio sería floreciente, De Lima llegó a cambiar por ladrillos y algo de dinero una moto, para facilitar el traslado de sus hijos que llegaban cansados por tener que caminar desde la chacra hasta el lugar de trabajo. No llegó a cumplir el trato y ahora, sin nada ni trabajo, solamente le quedan deudas que debe afrontar.

Por Luciano Ferreyra
fojacero@elterritorio.com.ar